Día 4: Larga jornada de travesía

105 9 2
                                    

La luz entraba por la ventana del coche, pese a que las ventanas traseras estaban tintadas, la luz penetraba, me incidía en la cara. Fue cuestión de minutos que me despertara. Después de un fuerte bostezo, me percaté, de que todos aún dormían. "¿Eh un momento, y Alysson?". No estaba apoyada en mi regazo como ayer noche, ni tampoco en el asiento derecho del coche. En vez de eso, me encontré su puerta entreabierta, y la palanca de su hermano en su asiento

Salí del automóvil tratando de no hacer ruido, con los ojos un poco cerrados por el brillante sol. Una vez ya fuera, encontré a Alysson, apoyada en un contenedor de basura, algo próximo al todo terreno. Estaba sentada en el suelo, con la cabeza cabizbaja, entre las rodillas y el cuerpo, y se podía distinguir sus débiles sollozos, los cuales, parecían venir desde la lejanía. Traté de acercarme sin llamar mucho la atención. Pobre de mí, con mi torpeza y descuido, acabe pateando una lata de bebida energética, probablemente, de las que se bebió para la cena Garrett. Al enterarse de mi presencia, se levantó rápidamente, secándose las lágrimas y sacudiéndose la suciedad de sus vaqueros.

-Hey, buenos días.

-Hola buenas. ¿Ya has desayunado?

-No, aún no, prefiero a que se despierten todos.

Me atreví a preguntarle que le ocurría.

-¿Por qué estabas llorando?- le pregunté con algo de miedo.

Un silencio notablemente incómodo se hizo protagonista en ese momento.

-Lo siento, no debería haber...

-No creo que pueda seguir fingiendo más.- me cortó.

-¿A qué te refieres?

-Verás, por mi hermano, intento hacerme la "dura", pero aún así, estoy atemorizada... de que un día ya no esté y no me pueda valer por mi misma, y... acabe muriendo.- decía mientras se volvía a sentar de forma delicada, apoyada de nuevo en el contenedor.

-Tu hermano siempre estará ahí para protegerte.- traté de calmarla.

-¿Y si una de esas bestias acaba con él?

Me senté a su lado, y, con un cálido y tierno abrazo que le ofrecí, le contesté.

-Pues en ese caso, seré yo el que te proteja.

Aunque sonrojada, en ese preciso instante, me devolvió el abrazo, junto unas cuantas lágrimas y un:

-Gracias.

-Tranquila, no eres la única que lo está pasando mal.- añadí.- Pero, por nuestra supervivencia, debemos mirar adelante, con fe de conseguiremos sobrevivir.

Esta vez, me abrazó más fuerte, diciendo de forma muy ahogada por sus lágrimas:

-Gracias.

La aparté un momento, y con la manga de mi sudadera, le sequé las lágrimas.

-¿Ya os estáis besando? ¿No creéis que vais algo rápido?- apareció Nate de la nada.

-No nos estábamos besando...-decía Alysson ruborizada.

-Sí sí. Bueno, ¿despertamos a tu hermano?

-Venga, mejor ir poniéndonos ya en marcha.- le contesté.

Nos dispusimos a despertar a Garrett, que, aunque con mala cara, se acabó levantando de su asiento. Nos sentamos los cuatro detrás del coche, y mientras tomábamos el desayuno, planeábamos nuestra ruta.

-¿Cuál es el plan de hoy?- preguntó Nate con un plátano en su boca.

-Seguir conduciendo, mínimo, hasta el siguiente pueblo. Serán unos treinta y pocos kilómetros hasta llegar allí.

50 Días DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora