50 Días Después

Día 9: Acostumbrarse a la rutina

La jornada inició como la anterior; pude escuchar unas botas pesadas acercándose a la puerta, ligeramente entre mi profundo sueño, hasta que éste fue interrumpido por unos golpes sonoros en la puerta acompañado de una voz:

-¡Levantaos! No querréis perder el desayuno.

Por el momento, la única diferencia era la sensación de dolorosas agujetas que recorrían todo mi cuerpo conforme a como me iba incorporando en la litera inferior; abdomen, brazo, antebrazo y muslos. Perfecto. Y además íbamos a tener entrenamiento todos los días. La madre que los parió...

Al menos no era el único, Nate y Alysson semejaban tenerlas como yo, y las hermanas, por lo menos, trataban de hacerles caso omiso u obviarlas. Sin embargo, a Garrett no se le veía dolorido, y aprovecho para dirigirnos unas burlas.

-Si tampoco fue para tanto, exagerados.-nos vaciló con un tono jocoso. 

-¿Que tampoco fue para tanto?- le contestó su hermana.- Anda, mejor vayamos a desayunar.- continuó, mientras trataba de levantarse de la forma menos indolora de su litera. A continuación, le tendí la mano, y una vez me la tomó, me dispuse a tirar hacia mi. Una vez ya ella de pie, le choqué la mano a Nate y salimos hacia la repartición del desayuno. Con algo de suerte, y unas bandejas con comida en ella, nos fuimos hacia la mesa del local donde nos sentamos el anterior día.

-¿Creéis que os acostumbraréis?- nos preguntó Catherine.

-Me pude acostumbrar a dormir 4 horas por la noche durante mi tiempo en el insti, podré con esto.- dijo Nate orgulloso.

-Yo no lo sé...- dijo Alysson.

-Yo supongo, o eso espero.- contesté yo.

Mientras hablábamos, yo miraba mi desayuno con poca hambre; apenas había pegado un mordisco a la manzana y solo llevaba medio zumo de naranja.

-Has de comer más Alex.- me dijo Garrett.

-Lo sé, pero no tengo hambre.

-No me hagas ser tu madre, acábatelo y ya.

Justo cuando dijo eso no pude evitar pensar en mi familia. Lo último que se es que mi madre se había ido con mi hermana mayor, en teoría, hacia mi pueblo. O eso me dijo por móvil cuando me llamó. Además, como mis padres estaban divorciados, estaba poco tiempo con mi padre; y antes de que empezara esta mierda, ya hacía dos días que no sabía nada de él. Comencé a ponerme nervioso y con miedo a la vez. "¿Seguirán vivos, no? ¿Y si no lo están? ¿Y si se habían convertido en esos víricos? ¿Y si los habían devorado, como a los padres de Nate?" pensaba. "Hostia es verdad, los padres de Nate. Tendría que decírselo, pero, ¿cómo? ¿Cómo reaccionaría?" A estos pensamientos se le sumaron los hechos acaecidos estos últimos días "¿Y si el policía, tenía aún familia viva, o alguien que cuidaba?" las preocupaciones no hacían más que rondar mi cabeza en un constante ir y venir. No se que tanto se me notaría, pero de la nada, sentí algo que me hizo poner los pies en la tierra: era Alysson. Apoyo su cabeza sobre mi hombro izquierdo y me susurró con un aire tranquilizador:

-Todo va a salir bien.

Puede que fuera poca cosa, pero eso me había alejado las preocupaciones y me las había dejado bien ordenadas en otro lugar de mi recóndita mente. Me acabé el desayuno el último, pese a que me había dejado la mitad de la comida en la bandeja. Después, nos fuimos hacia el patio, donde nos volverían a decir los ejercicios como el día anterior. Solo que, esta vez, iba a acabar aun más destrozado que ayer.

Empezamos con unos ejercicios de dorsales. Al cabo de diez minutos, ya podía sentir las agujetas por el interior de mis músculos. Continuamos con una prueba del test de Cooper, resistencia durante doce minutos que se hicieron eternos y tediosos, a una velocidad constante. Al acabarla, las piernas me tambaleaban, y me costaba un poco caminar con cierta normalidad. A estas alturas, estaba siendo testigo de dos cosas: la primera: no estaba nada en forma; la segunda: tanto yo como mis amigos, tendríamos que entrenar mucho más y acostumbrarnos a semejantes esfuerzos. Puede que ya hubiésemos estado allí fuera al rededor de una semana, pero definitivamente, en este estado físico no hubiéramos llegado muy lejos.