Pude escuchar como un soldado se iba aproximando a la puerta de nuestro barracón, paso a paso, y, al llegar, golpeando la puerta al grito de:
-¡Las siete y media! A desayunar. Luego se os asignará un ejercicio con el que empecéis.
-Con lo bien que se estaba aquí calentita.- dijo Catherine molesta, mientras estiraba sus articulaciones.
Casi al unísono, todos bostezamos. A continuación, nos levantamos de las literas y nos dirigimos a la cantina. Esta, estaba fragmentada, ya que, habían cogido los locales que antes existían para hacer recintos para comer. Nos dirigimos al sitio de repartición de los suministros, y en una bandeja de plástico blanco, nos dieron un brick pequeño de zumo de naranja y otro de leche; una tostada con unos recipientes también pequeños, de mantequilla y mermelada, la cuál la podías escoger al gusto (algo dónde elegir) y una pieza de fruta, la cuál, podías elegir entre manzana, plátano, melocotón o pera.
-¿De dónde sacan estos suministros?.- le pregunté a Caitlyn.
-Al parecer, cuando el virus, o lo que sea, comenzó a propagarse, bastantes aeropuertos, puertos y fronteras fueron cerrados. Esto hizo que algunos países se "aislaran", generalmente, los países que eran islas, y algunos en zonas muy frías. Estos países, han conseguido hacer comunicación con zonas seguras como estas, y nos envían paquetes de suministros y ayudas una vez por semana. Al menos, eso nos contó Randall, el soldado que creo que os trajo aquí.
-Un momento, ¿el virus se ha expandido por casi todo el mundo?- preguntó Garrett con cierto tono de preocupación.
-Sí, o eso nos han dicho.- nos contestó Catherine.
"Estamos apañados" pensé.
Una vez acabado el desayuno y un poco de tertulia, dejamos las bandejas en la "cocina". Y nos dirijimos hacia donde lo hacia todo el mundo, fuera del punto seguro, donde un militar, el cuál parecía de mayor rango, así como cabo o sargento, comenzó a dar órdenes. Llegamos justo a tiempo.
-Barracones del 1 al 20, flexiones con el soldado Levine. Barracones del 21 al 40, abdominales con el soldado Ryan.
Nate y yo hicimos la broma.
-¡Salvar al soldado Ryan!- por suerte, no nos escuchó; se le veía con cara de pocos amigos.
-Barracones del 41 al 60, carrera de resistencia con Page, barracones del 61 al 80, carreras de velocidad con el soldado Randall. Y finalmente, barracones del 81 al 100, sentadillas y ejercicios diversos de elasticidad con Hudson. ¡Vamos! ¡A entrenar!
Como nadie salvo las primeras filas se enteraron, los soldados asignados comenzaron a llamar a sus respectivos barracones para guiarlos a la zona de ejercicios. La nuestra, flexiones, era bajo la torre sur-oeste; las sentadillas y demás, bajo la supervisión de la sur-este. Los abdominales, se hacían en la nor-oeste; la de velocidad, en la restante; mientras que, la carrera de resistencia, se realizaba entre los dos muros formados por vagones. Además, nos dieron un uniforme, una camiseta blanca de tirantes, y unos pantalones algo abombados y del camuflaje característico del cuerpo miliciano.
Una vez comenzado el entrenamiento, ya estaba agotado. La flexiones, simplemente, me mataban. Ya a mitad del ejercicio, gotas de sudor chorreantes recorrían mi frente, y al llegar a las cejas, se desviaban hacia los costados; y además, los brazos me temblaban exageradamente, como si de rascacielos bajo el efecto de un seísmo de alto grado. Media hora duraba cada ejercicio. De ocho hasta las diez y media. Ya con este, estaba exhausto. Los abdominales que venían a continuación los soporte un poco mejor, pero me dejaron hecho trizas. Quizá esto nos vendría bien para sobrevivir, pero, por el momento, me estaba machacando; y creo que no era el único que lo pensaba. A continuación, media hora corriendo sin parar. Por suerte, aquí ya pude ir a mi ritmo, y poder ir recuperando el aliento, dejándome hablar un poco con Nate:
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50 Días Después
Ciencia FicciónAlex, de 16 años y estudiante, tiene que aprender a sobrevivir en un mundo devastado por un virus asesino que transforma a la gente en personas con una conducta agresiva y errática, cuyo nuevo pensamiento es el devorar a los humanos como si de caníb...