Como Romeo y Julieta © [EDITANDO]

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Las campanadas resonaron de nuevo en el frágil oído de April. Las doce. Se despidió de sus amigos, y todos juntos subieron a sus casas. Cuando April llegó a la suya, se despidió otra vez con la mano, y quedaron que mañana por la mañana pasarían a por ella para ir a la piscina.

Los días en Jilena eran todos iguales, aunque, cada uno, tenía ese toque diferente a los demás. La monotonía siempre aburrió a April, sin embargo, ésta no. Le divertía, le gustaba pasar los días con poca atención al móvil y ser ella misma, sin contratiempos. Que la quisieran por como era. Y, que jugaran al escondite por las noches, volviendo a ser unos niños. Sin necesidad de tocar una pantalla para pasárselo bien. Tyler, Paris, Rowan, Maya, Kris, Mery, Miranda, y si tuviera que mencionar a todos...¡no acabaría nunca! Tenía muchos amigos, y agradecía mucho ser parte de esa familia en Jilena. No sólo eran cinco, siete o diez amigos en total. No, ¡eran mucho más! Había perdido la cuenta. Pero, eran geniales todos. Eran todos de diferente edad, y se lo pasaba muy bien. Esa diferencia de edad los hacía diferentes. Cada uno tenía un carácter, y, aunque no eran de esos que contaban sus problemas a menudo, ellos los hacían olvidar.

Cuando April estaba triste, ellos, le hacían olvidar los problemas, porque le hacía quererse, algo que pocas personas habían conseguido. Y eso lo adoraba de ellos.

Apoyó la cabeza delicadamente sobre la almohada. Dejó caer un suspiro y cogió el móvil; Parker Hernández.

Rió al recordar, que el mismísimo Parker quería que su apellido lo pusiera estrictamente con tilde, y así fue.

Iba a teclear un saludo cuando su abuela la sacó del trance.

—¡A dormir! —Anunció, a lo que la joven asintió y dejó bloqueada la pantalla con el chat del chico.

Pasaron quince minutos, e intuía que su abuela ya dormía. Así que se incorporó nuevamente y prosiguió con su texto.

April: Hola, soy April.

Sólo debían pasar tres minutos hasta que la respuesta de Parker llegara.

Parker Hernández: Hola, Ap.

¿Ap? ¿Ap? ¿Qué fue eso? Pensó la chica. ¿Ahora se llamaban por apodos o qué?

Lo dejó en visto. Vio que a él no le molestaba su visto, y le dolió. Empezó a escribir de nuevo.

April: Hola...

Tras una hora hablando, April se dio cuenta que lo quería mucho. Sabía que no le importaba, pero, ¿porqué le molestaba?

Parker parecía más inteligente de lo que demostraba. Sus respuestas eran breves, y te dejaban pensativa. Escribía sin una falta ortográfica y, vacilaba envidiablemente bien.

Le decidió preguntar la pregunta del millón. Pero más indirectamente.

April: ¿De quién estás enamorado?

April estaba asustada. Pero ella era consciente de que era su culpa, pues ella se lo preguntó, y ella misma se arriegó. Su corazón latía a mil por hora. Era algo que nunca le había ocurrido con Parker, de hecho, nunca le ocurrió nada con él que no fueran insultos. El chico seguía sin responder.

April: Es que yo puedo ayudarte, ¿sabes? con la que te gusta...yo sé bastante...

Estar hablando con él la debilitaba. Sabía que estaría por otra chica, sería lo lógico. Sólo había un uno por ciento de probabilidades que estuviera enamorado de ella. O, de hecho, cero.

Decidió enviarle aquél mensaje porque no podía contenerse más, así que se adaptaría a las consequencias. Pero...que va. Ella misma sabía que el dueño de su corazón roto la vería todos los días. Suspiró, un mensaje de Parker había llegado, finalmente. Le sudaban las manos. Estaba nerviosa, como si fuera a romperle el corazón. Cosa que no dudaba.

Parker Hernández: De ti.

De ti, de ti...April se quedó paralizada. La mente en blanco, y el corazón se le paró allí mismo. Esa noche de verano tan normal, dónde un milagro quiso juntar a aquellos dos. Pasó de ser una simple noche estrellada de verano, a la noche más bonita de la vida de April.