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Otro día normal en la vida de la pequeña insignificante y frágil April. Un sol cegador invadía su vista. Por suerte, aún eran las siete de la mañana. ¿Por qué?

Decidió volver a cerrar sus ojos para soñar con el chico que últimamente le rodeaba la mente; Parker.

Parker Hernández. Realmente, el WhatsApp los salvó a ambos. Los salvó de su odio, de su rivalidad. Y les abrió la puerta a una nueva era. Al amor. El destino quiso enfrentarse a algo más que una amistad. Ella no tenía tiempo para preguntarse qué haría cuando cortara con él. Sólo disfrutaba, nada más.

Despertó.

-Buen día. -Saludó a su abuela, Bridgit, que iba a salir a comprar el pan. April, al ser las once, se vistió y quiso acompañarla.

Un hombre de aparencia mayor, acudía todos los días del año, con su furgoneta, cargada de pan, para los habitantes de Jilena. A excepción de los días festivos. Él también tenía derecho a descansar. Era alto, con unos ojos verdes acaramelados que relucían a la luz del sol, penetrante. Alegre, siempre con una sonrisa. Delgado, con el cabello grisacio, pero con un tono de marrón que apenas se percibía.

Pero, cuando acudió, no se encontró con el viejo Seguí. No; En su lugar, se posaba un joven, de ojos verdes hipnotizantes, que la dejaron hechizada por unos instantes. Era alto, delgado, con una sonrisa capaz de enamorar a cualquiera. Cabello castaño. Aparentaba dieciocho u veinte. Así que April dedujo que él sólo la vería como una cría de doce años normal y corriente sin llamar apenas la atención. Deberían pasar años para que aquél joven panadero y desconocida se fijase en ella.

-Buenos días. -Dijo el joven, lanzándoles una amable sonrisa a Bridgit y a su nieta.

April lo miraba, hipnotizada. ¿Por qué tenía que poseer tanta belleza aquél individuo caído del cielo?

-Soy el hijo de Seguí. Mi padre me ha mandado aquí porque tenía un asunto muy importante. Me llamo Mark.-Explicó el chico.

Ni Bridgit ni April se molestaron en preguntar el porqué él estaba allí haciendo el trabajo de Seguí. Pero ahí estaba la explicación. Sólo debían tener paciencia.

Nunca imaginó que Seguí tuviera un hijo. April sabía bien que los ojos de aquél muchacho los heredó de su padre. Pero, ¿era un semidiós, acaso? Su belleza era tan delicada y tan vulgar a la vez. Esas facciones...tanta perfección en un solo rostro de dieciocho u veinte años era indescriptible.

Una hora más tarde, sus amigos llamaron al timbre en su búsqueda.

Mañana reluciente. Aún no se atrevía a contarles nada acerca de su relación con Parker. Ni si quiera a su nueva amiga. Ella hacía poco tiempo que se había hecho amiga suya, pero se convirtió en una hermana para ella esos últimos meses de verano. Se hacía llamar Leila. Sin embargo, ese último mes no podía estar con ellos. Estaba en una academia de inglés pasando el mes. Cuando éste acabara, ella también. Y podría abrazarla de nuevo.

Lo hacía por su propio bien, por su reputación y por su seguridad. ¿Qué dirían si les dijera que April era la novia de un chico odiado por la mayoría de ellas, y al que sus amigas, o la mayor parte, consideraban friki?
Las chicas seguían bombardeando a su novio con insultos y hipocresías. Pero Parker vacilaba, o simplemente, pasaba de ellas. No le afectaba. O eso parecía aparentar. Él era admirado por los chicos. Pero, sin embargo, su yo interior no acababa de gustarle a las muchachas. Y eso pasaba porque no lo conocían de verdad tanto como ella y Paris, su prima. Sólo se molestaban en ver su parte superficial y arrogante. Pero, ella descubrió algo más escondido tras esa vaga actitud. Era un extraño Parker que sólo salía a la luz cuando se sentía querido.

-¡Hey! ¿April? Tierra llamando a April, tierra llamado a April. -Burló Tyler.

La protagonista rió.

-Ésta noche...¡discoteca! vamos a bailar a tope, chicos. -Anunció Paris.

-Eso si no nos atropellan una bandada de adolescentes con alcohol eufóricos con la fiesta. -Vaciló April, riendo.

Todos estallaron a carcajadas.

Se marcharon rumbo a la piscina municipal a refrescarse.

Intentó alejar a Parker lo más lejos posible.

Vete de mis pensamientos, Parker. Déjame tranquila una sola mañana. Tus facciones, tus risas, tu tono arrogante...me rodea la mente. Necesito besarte, Parker. Necesito tus labios. Te necesito a ti. O tal vez sólo seas una distracción temporal.

Como Romeo y Julieta © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora