Capítulo 1

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-Extra Extra, Las Calamarciñas se separan en su carrera musical! Extra, extra! -exclamaba un pequeño inkling que todavía no era capaz de transformarse en un humano al 100%.

Una inkling de tentáculos negros pasaba por allí. Vio la montaña de gente que se formó alrededor del chico para leer la impactante noticia de sobre las mejores cantantes de Cromópolis. Ella se hizo un hueco sobre la gente y compró un ejemplar. No solía leer el periódico, ni lo necesitaba, ya que la mayoría de las veces era ella misma la que daba las noticias junto a su prima hermana, la cual no le caía nada bien. Se sentó en un banco, ató sus tentáculos en una coleta para que no le molestaran y empezó a leer:

"Mar y Tina, quienes todos conocemos como las Calamarciñas han discutido hoy sobre el temario del próximo Splatfest: Ser bueno o malo. Mar estaba indignada al ver como a su hermana le había tocado el rol de buena, ya que de ángel tenía poco, incluso quejándose de que Tina la insultaba en pleno programa (...)"

La pelinegra lanzó el periódico contra al suelo y con el pie lo retorció rompiendo un par de hojas, aun así se podría leer, pero los zapatos de la inkling mancharon bien la primera página.

"Esa estúpida siempre acaba quedando como la buena mientras yo la mala por abandonar el plató en pleno programa... Será puta..."

Cogió el móvil, había vuelto a vibrar, ya había sido la 7ª vez. Otra llamada de Tina. Su inksapp estaba plagado de mensajes de su prima. Primero diciendo que era una estupidez por la razón por la cual se había enfadado luego que sí, que tenía la culpa pidiendo perdón una y otra vez por haber sido como fue, pero no podía evitarlo, Tina es así, y Mar tiene una paciencia, pero una vez que se la agota puede ser la chica más sensible de todas.

Se hacía tarde. Ya pasaban de las diez de la noche. Las llamadas y los mensajes preguntando donde estaba la inkling pelinegra aumentaban de forma considerable, hasta que se dignó a escribir un pequeño mensaje: "hoy no duermo en casa".

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*beep* sonaba el móvil. Tina se levantó como un rayo a cogerlo. Era su prima, por fin, tenía miedo de que le hubiera pasado algo. Aun así el mensaje no le agradó demasiado. Unas gotas empezaron a salir de los ojos de la albina. Se oía un llanto imparable. Se secaba una y otra vez, bebió otro trago de tequila, se emborrachaba para no sufrir, aunque era inútil, seguía llorando, más y más fuerte... hasta que finalmente se quedó dormida sobre sus propias lágrimas.

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-Hola abuelo...

-Más te vale que ya vayas haciendo las paces con tu hermana.

-Sabes que no es mi hermana.

-Tu hermana... prima..., ¡lo que sea! Las Calamarciñas no se pueden disolver así como a sí.

-Pues que me tratara mejor en su momento. -dijo Mar mirando seriamente a su abuelo-. Me voy a la cama estoy destrozada.

-Oye Mar... -hace una pausa-, duerme bien cariño...

La inkling sonrió, fue junto a su abuelo y le dio un beso en la mejilla. Acto seguido se dirigió a su habitación donde dormía con su prima cuando era pequeña, cuando ellas estaban preparándose para el final de su gran concurso de canto donde acabaron triunfando juntas. Buenos y viejos tiempos, y míralas, triunfaron para años después echarlo todo por la borda.

Mar se tumbó en la cama. Se desnudó, se tapó con la manta y se quedó dormida.

Al día siguiente Mar despertó temprano. Eran las 7 am. Se duchó y se vistió la ropa de ayer, la única que tenía. Volvió a ver para la habitación por si se dejaba algo, entonces escuchó un ruido, ¿qué se había caído? Se acercó a la cama de Tina, había un libro en el suelo. Escrito con una letra de niña de 10 años ponía en la tapa: "Mi Diario". Mar se sorprendió, jamás pensó que Tina tuviera un diario. Lo abrió con delicadeza y ojeó un par de páginas hasta encontrar una más o menos interesante:

Más que hermanasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora