capitulo 77 6-10

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No me doy cuenta cuando mis mejillas estaban inundadas de esas pequeñas porciones de sentimiento simbolizadas en agua salada. Una voz dentro de mí trata de hablar pero la callo inmediatamente. Forzajeo con mi mandíbula que lucha por caerse al igual que mis rodillas que tiemblan y con dificultad me responde. Te lo mereces, Jane... me digo a mí misma, sé que soy yo quien habla en mi cabeza, no esa espinilla que me hinca y me critica cada vez que hago algo bien o mal.

Doy media vuelta y camino cabizbaja de regreso al auto, no hay frío alguno pero los cabellos de mis brazos ser erizan. Veo que Zac se asoma por la ventana con un mal intento de discresión. Su expresión muestra sopresa. Me arrimo a él abriendo los ojos más de lo normal para permitir que el aire sece las lágrimas que están por reventar de mis largimales y abro la puerta, él salta precoupado.

Me mira de pies a cabeza, su mirada es tan preocupada; como si fuésemos amigos de toda la vida. Es una preocupación sincera, transparente, como la que sólo un marica te puede dar.

-¡Dios! Traes cara de haber visto un espectro- me toma de los hombros y los frota.

-Y no es para menos..., vámonos Zac- intento entrar al auto pero él me detiene. 

Su mirada no cesa, todo lo contrario, se intensifica. Una pequeña punzada de desaprobación de mi parte me atravieza entre el pecho y la espalda, sé que no merezco tal sentimiento dirigido hacia mí.

-Ni lo pienses. Aquí hemos venido por un tipo y no me iré de aquí hasta que lo recuperes- me advierte.

Me impresiona ver cómo alguien puede preocuparse por mí despues de todo, aunque claro, él no sabe quien soy yo, ni que yo quisiera que lo supiera. Es bastante egoísta de mi parte, pero mi médula lanza un mensaje indirecto que trato de rechazar pero mi mente está tan deacuerdo con él que lo recibe <<No lo dices, eso no significa engañar>>

La bolsa de culpabilidad en mi pecho ya no da espacio para más, ya está a tope, pero la culpa de no decirle a Zac lo que soy en verdad empuja para ahuecar un espacio en ella.

-Pues nos desintegraremos aquí, él me ha sustituído- susurro haciendo un puchero.

-¿Cómo se llama él?- pregunta curioso.

-Harry- murmuro.

Me da una espinazo directo al lado derecho de mi pecho de inmediato, su nombre me hace más daño al salir por mi boca, siendo ahí el lugar donde ha entrado tantas veces. Saboreo la saliva que se produce bajo mi lengua, mi paladar y los extremos del interior de mis mejillas buscando esperanzadamente un rastro de los restos que Harry dejó dentro de ella.

-¡¡Harry!!- grita Zac en un alarido desafinado.

Me alarmo de inmediato y ya no está a mi vista. Me he perdido en la búsqueda de saliva de propiedad de Harry mezclada con la mía que no me percato que Zac camina hacia la casa pegando gritos.

-¡¡Haaaarrryyy!!! ¡¡Te estamos buscando!!- exclama con su voz de marica.

Mi mente, ahora inútil, maquina la manera de correr a taparle la boca, lanzarle una piedra que lo deje inconsciente o tirarle uno de mis zapatos directo a su boca para atragantarlo, pero mi ultimadamente estado de cobardía no me permite llevar a cabo ninguno de esos absurdos planes. Trato de esconderme pero no hallo un sólo lugar a mi alrededor entre los llanos prados. Los árboles se encuentran a más de diez metros que seguramente no me dará tiempo de correr a esconderme tras uno, mi cobardía cada día más se incrementa como una enfermedad incurable que sólo avanza y avanza. Mis manos comienzan a temblar y el estómago se me revuelve.

Veo que Harry sale de detrás de la casa, me congelo al instante, mis nervios están a punto de traicionarme y la poca masa cerebral que me queda se electrocuta con su imagen. Veo que Harry frunce el ceño y se acerca a Zac, comparten palabras que no alcanzo a escuchar y Harry me lanza una mirada. Me siento una tonta que no halla donde meter la cabeza, Harry regresa la vista a Zac y pone las manos en su cadera. 

MALA JANEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora