1. Adiós

41 8 0
                                    

Escucho a lo lejos la voz suave de Ed Sheeran en Sunburn y abro los ojos somnolienta. Como es una de mis favoritas no la apago, todo lo contrario, la escucho hasta el final, y logra su cometido, me saca del trance, del sueño. Cuando acaba estiro los brazos y me siento en la cama, espero recaudar la energía para levantar mi perezoso trasero, pero no llega rápido, y justo cuando tanteo la posibilidad de volver a cerrar los ojos, mamá entra a mi habitación.

—¿Qué haces aún ahí? —Pone los brazos en jarra y frunce el ceño. —¡Anda, arriba, tu vuelo sale en dos horas! —Dice alarmada. Suspiro y llevo mis pies al suelo para levantarme y caminar hacia el baño.

Mamá a veces podía ser un demonio en persona, y era mejor no encender la mecha de esa bomba, porque era corta.

En el espejo veo una chica de cabello enmarañado y sujeto en una trenza, dos ojos almendrados marrones, casi negros, pestañas cortas, labios medianos, nariz redonda y mejillas regordetas. Suspiro ante mi reflejo y decido que es peor pensar en eso que en un aeropuerto lleno de no tan maravillosa gente.

—¡Date prisa o le daré tu trozo de tarta a Jamie! —Se escucha la voz de mamá a través de la puerta. Hago un mohín de fastido al escucharlo celebrar. Odiaba cuando hacía notar que era su favorito.

Fuera de la ducha decido que no quiero maquillarme, mas me pongo máscara de pestañas ante el pensamiento de Joe. Dijo que vendría a despedirme. Eso esperaba.

Casi se desprende su mandíbula de su cara cuando le comenté que debía ir a pasar navidad con mi padre a Londres este año.

No sabía por qué todos se horrorizaban tanto cuando se enteraban de que debía viajar a Londres en vacaciones. Cada vez que hacía nuevos amigos y hablábamos de padres, el tema salía a relucir, y siempre aparecían las mismas expresiones: lástima, incredulidad, impacto y... ¿cómo olvidarlo? Interés.

—¿Cómo puedes lidiar con ello? — Cuestionaba Karen ante mi anuncio hace un mes.

—No es para tanto. Desde pequeña lo hago. Ya estoy acostumbrada... —le informo.

—¿Desde pequeña? —Suelta un alarido que me aturde. Ruedo los ojos. Me había cansado de explicar.

—Sí, generalmente venía mi padre a buscarme, pero cuando crecí un poco decidió que era mejor no encontrase con mamá —digo con tono monótono. Karen alza las dos cejas incrédula.

Ahí vamos de nuevo.

Yo no solía quejarme de mi situación. Caroline, la madre de Debbie y esposa de mi padre era una buena persona, muy cariñosa, y, aunque no se lo decía a papá, muy parecida a mamá. Yo siempre me había preguntado cuál era el sentido de dejar a alguien por otra persona igual. Por otro lado, Debbie y yo nos llevábamos muy bien. Cuando nos encontrábamos no parecíamos hermanas, sino más bien mejores amigas. Esto de vivir lejos nos hacía muy unidas, irónicamente. Además me gustaba ver a mi padre en las fiestas, ya que solía ser muy estricto en cuanto a la escuela, y lo prefería lejos en época de estudios.

Cuando era niña y mis padres me informaron que se iban a divorciar porque ya no se querían, lo entendí inmediatamente. Tomaron todas las medidas posibles para que no me deprimiera, pero para mí fue algo bueno, ya que eso sólo deshizo la constante tensión en la que vivía nuestra familia, luego me enteré de que tenía una hermana al otro lado del mundo. Cuando pasó un año mi madre se embarazó de mi hermano: Jamie, gracias a mi padrastro, el cual desapareció de nuestras vidas cuando Jamie tenía 6 meses. En mí no cabían preocupaciones más allá. Quería convivir con mis hermanos, mis padres me daban igual, incluso si los amaba, ya podía acostumbrarme a todos esos enrredos de adultos luego.

Tuya [N.H.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora