6. Visita

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El día transcurría lento, demasiado lento para mi desgracia.

Como sentía un vacío en mi pecho, y había perdido el hilo de mis pensamientos, había decidido desinhibirme completamente de mi cuerpo y mente mirando hacia la inmensidad de una ciudad desconocida desde la ventana.

Él me había dicho que podía salir de la habitación cuando quisiera, que podía ver televisión y leer, cualquier cosa que no tuviera que ver con internet u otras personas, personas que no fueran él, claro. Yo no sabía cómo reaccionar, sólo sabía que quería volver a casa, recordar todo esto como una simple pesadilla más, de esas que te hacen querer dormir con tus padres todo el resto de la noche.

Cuando era pequeña y tenía un mal sueño, mamá y papá me dejaban quedarme con ellos durante la noche. Los dos me abrazaban y por un rato se quedaban en silencio, acariciando mi frente hasta que me volvía a dormir. Cuando volvía a abrir los ojos por la mañana no existía un atisbo de temor en mí. Lo olvidaba por completo. Ahora intentaba imaginarme ahí, entre sus cuerpos tibios que me sostenían entonces, quería pensar que cuando abriera los ojos volvería a casa, al aeropuerto, al avión, a cualquier lugar que no sea este.

Escucho que golpean la puerta, la cual está sin seguro, pero no entran. Me dirijo a ella y abro. Frente a mí asoman unos ojos azules ya conocidos.

¿Y ahora qué?

Había venido antes para darme algo de comer, había vuelto para ver si estaba bien, luego volvió una vez más para corroborar que no había intentado nada, aunque no me lo hizo saber, yo lo deduje al verlo suspirar aliviado al encontrarme en una pieza, aunque tan callada como siempre.

-Um... alguien vino -su tono es incómodo, me hace sentir ansiedad. Frunzo el ceño.

Voy a decir algo cuando alguien asoma en mi campo de visión y me mira con una sonrisa resplandeciente.

-¡Hola! -es una chica de cabello negro y rizado, de piel morena y rasgos afroamericanos. Tiene grandes ojos marrones y largas pestañas. Parece realmente feliz, como una modelo publicitaria.

¿Qué iba a venderme?

No respondo, pero me quedo perpleja mirando su sonrisa amigable. Ella se queda ahí, sonriendo, Niall viéndonos incómodo. Lo observo, luego a ella una vez más.

-Me llamo Beatrise, pero puedes llamarme Bee -habla de pronto. No espera una respuesta. Mira de mi secuestrador hacia mí -. ¿Te llamas Chloe? -pregunta. Me limito a asentir.

Imita mi acción y se mantiene sonriendo. Cuando pasa un segundo sin que yo cambie mi expresión, se pone de puntillas para ver sobre mí. Ve hacia la habitación.

-¿Puedo pasar? -sus ojos parecen los de una pequeña niña. Me quito del camino, titubeante.

No pretendía comprar el cuento que viniera ella a vender con su radiante actitud de chica soñadora y alegre.

-Lo siento, Chloe -me tenso cuando él pronuncia mi nombre. Me pregunto quién le dio el derecho -. Ella es la persona de la que te hablé, una de las chicas que me llevé de... de ahí -al ver mi mirada inmutable, lo veo respirar hondo y llevar sus ojos hacia la chica -. Pero bueno, eso se lo puedes contar tú, Bee -dice. Se aclara la garganta y da un paso atrás -. Hasta luego...-me observa, luego gira y se va.

Tanto ella como yo nos quedamos viendo hacia la puerta hasta que ésta se cierra. Pasa un rato entre que la veo analizar el espacio con cuidado y posar su ojos en mí finalmente. Vuelve a mostrarme la hilera de dientes blancos ya antes vista.

-Niall me ha hablado de ti -no hago más que mirarla mientras habla. Parece relajada.

Lleva zapatos de taco alto con plataforma rosa pálido, una falda negra, un camiseta del mismo color de los zapatos, una pulsera y un colgante, ambos dorados, y asumo que llevaba demás accesorios: algún bolso caro, como todo lo demás.

Tuya [N.H.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora