60.

152 14 1
                                    

¿Soy la única que mira a personas aleatorias, que no tienen nada en común, pero que lo sigo haciendo día tras día?

Pero no a personas como los protagonistas de esta bonita composición, bueno, sí. Personas que atraen tu mirada, sin saber por qué, pero que simplemente lo hacen. No tiene por qué tratarse de personas atractivas, o agraciadas, son simples, comunes pero que tienen ese algo que les hace especiales.

Es como nuestro pequeño secreto, miradas infinitas compartidas, y jamás comentadas (ni a tus más íntimos).

Miradas que dan miedo, miedo a hablar de ellas por temor a un posible rechazo de a quien le confías tales secretos guardados con mil llaves en lo más profundo de tu ser.

Miradas que conectan, pero que te dejan sin palabras.

Miradas que se desnudan y se entregan a la tuya, robando respiraciones entrecortadas.

Miradas extrañas, indescriptibles, increíbles.

Miradas que no necesitan saber su color para saber que se gustan.

Miradas que con un solo pestañeo ya sientes demasiado tiempo perdido.

Miradas que hacen que tu corazón vaya a mil por minuto.

Miradas que te unen los pedazos.

Miradas que te han aportado más de lo que podrían haberlo hecho decenas de palabras.

Miradas que te hacen confiar en la persona que realmente eres.

Miradas que son, y te hacen ser.

Miradas que tras descolocarse, buscan otros ojos en los que refugiarse. Otros ojos, no otra mirada.


Miradas que se completan, pero que no saben dar un paso más y huyen. Escapan de la más genial monotonía.

Escapan de aquello que les cautiva.

Escapan de ser divisadas por unos ojos que solo tienen como función enviar mensajes a la boca. De las habladurías.

Escapan de sentir arrepentimiento cada vez que la conexión se rompe.

Escapan de sentir.

Escapan de las dudas.


Miradas que lo son todo, y más.

Miradas que se tocan, que se abrazan, que se besan.

Miradas que se llenan, pero no se derraman.

Miradas que se sonríen, que se hacen reír.

Miradas que se confunden.

Miradas que se rompen.

Miradas que se necesitan.

Miradas que se mueren.

Miradas que se resucitan tras un débil contacto.

Miradas que se notan, que se llaman -a voces-.

Miradas que no se juzgan, miradas profundas.


Miradas inefables, miradas profundas (sin fondo), miradas perdidas, miradas calladas, miradas extrañas...

Miradas que son miradas, y sólo miradas.


~

Sigo sin saber cómo daros las gracias, a todos los lectores que me dais ganas de seguir con este proyecto adelante. Sin duda acerté cuando quise hablar de lo más profundo del ser humano, y sin duda os debo todas estas lecturas, más de nueve mil, que se dice pronto. Me alegra que cada día crezca más y más, y que aportéis vuestro granito de arena votando, añadiendo la historia a listas de lectura.

Todo. Repito, todo. Os lo debo a vosotros. Gracias y millones de gracias por todo.

Sois como las miradas, me dejáis sin palabras.

Os quiere, H.D.

Miradas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora