Segundo segmento - Balada de oboe

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Comienza el segundo segmento de la noche.

Después de un breve refrigerio, Raquel y Vladimir vuelven al set y se sientan en la cama redonda bajo las luces brillantes del plató, los asistentes los maquillan y les acomodan el pelo.

El público aplaude cuando aparece Sonia en primer plano, con una gran sonrisa y un estilo sofisticado.

—Bienvenidos de nuevo a «A la cama con Sonia». Esta noche tenemos algunas revelaciones jugosas sobre nuestros personajes favoritos. —Sonia lanza una mirada intensa a Raquel—. Y comenzaremos contigo, Raquel... ¿Es cierto que tuviste una historia de amor con Leopoldo, tu colega de oficina?

Raquel sonríe demasiado nerviosa, titubeando un momento antes de responder.

—Sí, bueno... tuvimos algo. Pero él era tan inmaduro. Nunca me hacía caso.

Vladimir la interrumpe, provocando incertidumbre a la pelirroja.

—Lo que pasa es que Raquel es súper celosa. Nunca soportó que Leopoldo jugara al póker en línea con mujeres de todo el mundo, aunque ganara más dinero que todos nosotros. Siempre pensó que tenía algún tipo de ludopatía —dijo Vladimir mandándole al frente de una.

Raquel, negando con la cabeza responde casi indignada.

—¡Eso no es verdad! No digas boludeces, Vladimir, el póker es la adicción de Leopoldo —chilló la pelirroja visiblemente indignada.

Una mujer del público levanta la mano y pregunta en voz alta:

—Entonces, ¿por qué no intentaron algo entre ustedes dos? Ambos son muy bellos y también muy cercanos. Parece que se llevan de diez.

Raquel abre los ojos como dos naranjas y mira de reojo a Vladimir, antes de contestar.

—Bueno, sinceramente... al principio me gustaba Vladimir. Pero luego me di cuenta de que él estaba... como decirlo... obsesionado con esa mujer que tocaba el oboe en el boliche Anagrama. Nunca dejó de pensar en ella, a pesar de que Eclipsa jugó con sus sentimientos.

Sonia levanta una ceja, bastante intrigada y dice:

—Yo leí la novela y esa mujer tenía... métodos un tanto peculiares. Vladimir, ¿quieres explicarnos?

Vladimir, con una mezcla de vergüenza y algo de culpa, comienza a relatar su historia.

—Bueno... ella era ultra fascinante. Tenía un show en el boliche «Anagrama», que atrapaba a todo el mundo; su presencia era imponente. Pero, un día, me hizo una jugarreta... Me hizo insinuó que podría ser del género masculino solo para ver si mi amor era genuino. Quería ponerme a prueba de una forma... demasiado paranoica.

El público murmura, mientras Sonia escucha atentamente.

—¿Y qué pasó con Eclipsa? —preguntó Sonia, mientras hojeaba el libro.

—La verdad yo pasé días reflexionando, preguntándome si podía aceptar eso. Hablé con mi familia, con mis amigos y al final decidí que no podía explorar ese camino. Pero, después descubrí que todo era mentira... Ella solo quería ver hasta dónde llegaba mi amor. Era una mujer común, sin más, solo que se arreglaba de una forma impresionante: pestañas postizas, una peluca llamativa, un vestido de terciopelo rojo y tacones súper altos... Pero en el fondo, era alguien común y corriente. Aunque, bueno, nunca estuvo enamorada de mí o eso creo.

Una voz desde el público rompe el silencio.

—Entonces, ¿por qué seguiste en ese círculo de mentiras? ¿Por qué dejaste que te manipulara así? —dijo un hombre como de  cuarenta años que estaba con el micrófono en sus manos.

Vladimir, encogiéndose de hombros, responde casi susurrando y dice:

—No lo sé. Supongo que para mí ella era tan especial que... olvidaba pedirle hasta su número de teléfono. Y sus besos... —se pierde en sus pensamientos—. Fueron los besos más intensos de mi vida.

Sonia lo observa con compasión y ternura.

—¿Ninguno de tus amigos te alertó de lo que estaba pasando? —pregunta una adolescente del público.

Vladimir sonríe levemente.

—La verdad, todos estábamos en nuestro propio mundo. Compartíamos oficina y mucho tiempo juntos, pero cada uno tenía sus cosas. Aunque sí, salíamos juntos por las noches. Pero todos tenían a alguien más, excepto Elmer... Hasta Epifanio tuvo su romance. Imagínense —dice Vlad.

Raquel se ríe y mueve la cabeza.

—Epifanio es un encanto. A pesar de su baja estatura, siempre supo como conquistar a las mujeres de una forma sublime y muy emocional.

Sonia se ríe y dice:

—A veces el amor viene en frasco chico.

Otra persona del público levanta la mano y comenta con una sonrisa.

—Es verdad, lo que importa es lo de adentro y la gente debería tener más empatía con aquel que es diferente —dice una anciana en silla de ruedas, con el micrófono en su mano.

—Tiene mucha razón la señora, en este país la gente busca gente hegemónica y no debería ser así —dijo la anfitriona del tal show con mucha determinación.

—Vladimir es muy hegemónico y siempre buscó la difícil... —agrega Raquel, lanzando una risotada.

—Si Vlad está soltero y Raquelita también lo está —dijo un joven de cabello rubio en el público— ¿por qué no prueban si son compatibles en el amor?

—¡Ay, no! —responde Raquel con cara de asco—. Los amigos son solo amigos.

Vladimir abrió los ojos mientras miraba de reojo a la pelirroja.

—Concuerdo plenamente, en la amistad solo debe existir la lealtad —responde Vladimir, un poco ruborizado por las preguntas incómodas y la presión de salir en televisión en vivo.

—Sin lealtad no hay amistad —concluye Sonia.

—Es cierto, conocer la otra mitad es poco, comprender que solo estar, es más puro—balbucea Vladimir.

La anfitriona sonríe y asiente mientras observa a Raquel y Vladimir, antes de dar por concluido el segundo segmento del programa.

—Y con estas historias de amor y amistad, cerramos el último segmento de la noche. ¡Gracias a todos por acompañarnos en «A la cama con Sonia»! Buenas noches a todos.

Sonia se despide del público y de los invitados, se retira lentamente al camarín. Raquel y Vladimir se quedan sentados en silencio, esperando ser llamados por el equipo de producción para rodar el backstage, detrás de bambalinas.

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A la Cama Con Sonia     (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Onde histórias criam vida. Descubra agora