En el backstage

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El set estaba en silencio, el único sonido que se escuchaba era el murmullo de los colaboradores y el crujido de los equipos técnicos mientras se preparaban para la grabación final. Elmer seguía sentado en el sillón, su mente en otra parte. Sabía que lo que había pasado en el talk show lo había dejado mal parado, pero ya no podía hacer nada al respecto. Se tocó el pecho, recordando que aún tenía el micrófono puesto. Resopló bastante incómodo y se levantó con una súbita reacción.

—Necesito que me quiten esto—dijo Elmer, señalando el micrófono.

Uno de los asistentes de producción se acercó rápidamente, pero no para quitarle el micrófono.

—Todavía no, Elmer. Falta rodar el backstage. Tienes que conversar durante unos 10 minutos con Alberto y con Lolita—explicó el joven, mostrándole con una mano el set pequeño al costado, con los tres sillones y la mesita de café de vidrio.

Elmer resopló, sintiéndose atrapado por la gente de la producción. No quería seguir interactuando con ninguno de los dos, pero la presión de la producción lo empujaba a continuar. Finalmente, se dejó guiar hacia el pequeño set.

—Quédate aquí, te traeremos una taza de café—le ofreció el asistente.

—No, no bebo café, soy intolerante a la cafeína. Si pueden, tráiganme un té. Té negro —corrigió Elmer, sentándose con desgano en el sillón de cuero negro.

Pasaron unos minutos y apareció Lolita, aún con su ajustado vestido negro, visiblemente incómoda. Traía en la mano un jean y una remera, pero no se había cambiado.

—¿Puedo cambiarme primero?—preguntó con una sonrisa forzada a la productora que la acompañaba.

—Ahora no hay tiempo, Lolita. Necesitamos rodar ya, esta parte será grabada y editada—contestó la joven productora. Lolita, resignada, se dejó caer en el sillón a su lado, moviéndose con cautela para no incomodarse más con el vestido.

—No puedo creer que no me dieran tiempo para cambiarme... ¡Ni siquiera tengo ropa interior ahora mismo! El vestido va sin sostén por la espalda descubierta y yo lo dejé en el camerino —murmuró Lolita.

Alberto, que había llegado sin cambiarse tampoco, con su camisa roja a rayas y jeans, simplemente se sentó en el sillón al lado de Elmer. Al parecer, él tampoco tenía muchas ganas de continuar, pero las cámaras estaban encendidas con su luz roja.

—Tráeme un café, pero con azúcar y crema—pidió Alberto, cruzando las piernas y acomodándose en su asiento.

Lolita, mirando alrededor como buscando algo, finalmente se dirigió a uno de los colaboradores.

—¿Qué tienen para beber aquí?—preguntó.

—Lo que quieras. Hay un bar al lado, en el hotel. Puedo traerte lo que prefieras—respondió el colaborador, muy dispuesto.

—Tráeme una copa de champagne —pidió Lolita, con una sonrisa.

Elmer la miró con una expresión de desaprobación.

—¿Cuándo no?—dijo en voz baja, apretando los labios—No podés vivir sin el alcohol.

Alberto, sin levantar la vista de su café, interrumpió con calma y dijo:

—¿Sabés que el micrófono está abierto, no?

Elmer se sonrojó inmediatamente, dándose cuenta de que su comentario había sido escuchado por todos. Se tocó el pecho instintivamente, sintiendo el micrófono aún ahí, pegado a su piel bajo la camisa. Miró a Lolita esperando alguna reacción y ella lo miró fijo.

A la Cama Con Sonia     (𝙽𝚘𝚟𝚎𝚕𝚊 𝚝𝚛𝚊𝚜𝚑)Onde histórias criam vida. Descubra agora