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El sonido que marcaba los pulsos era lo único que se escuchaba en la habitación. La platinada estaba sola, Jack tuvo que ir a cuidar de la pequeña Anna y su hermanita Emma ya que su abuela tenía que hacerse unos exámenes.

Derepente, un dedo comenzó a mover de la mano derecha varias veces antes de que empezara a mover otros dedos y finalmente, la mano completa.
Frunció el ceño antes que sus ojos azules comenzaran a abrirse, estaba confundida al ver en el lugar que estaba, el que ella tanto odiaba: el hospital.
Se tocó la cabeza, le dolía al igual que su pierna enyesada izquierda, al mismo tiempo que el doctor entraba revisando una carpeta de color azul

- Doctor...

El hombre pelinegro de ojos color chocolate alzó la mirada y le sonrió ampliamente. Al fin había despertado

- Esto si que es milagro -Murmuró tomando una pequeña linterna para poder revisarle los ojos- Estaba casi seguro que ya no tenías posibilidades de despertar. Dime, chiquilla ¿Te duele algo?

Una enfermera entró en ese momento para ayudarle al doctor.

- La cabeza y... mi pierna -Respondió aún confundida- ¿Cómo llegué aquí?

- Fuiste atropellada hace casi un mes -Responde, tomando nota-, pero el chico a estado pendiente de tí al igual que tu hermana y amigas

- ¿Chico?

- El muchacho peliblanco -Contestó finalmente

Su confusión era todavía aún más, se dió cuenta que en el sofá de la habitación estaba su adorado peluche y un libro personalizado, ¿Acaso él se lo trajo?. Miró hacia una especie de velador, habían cartas, amarradas todas por un elástico.

Suspiró recordando las palabras que tanto amaba y escuchó: Te amo, Elsa Arendelle.

Con una sonrisa miró a la enfermera y le indicó con amabilidad el peluche que estaba posado en el sofá:

- Por favor, ¿Me lo podría entregar? Es que me encanta estar con mi Guardian

La mujer asintió, un tanto extrañada por el nombre del peluche, y se lo entregó sin protestar.
Elsa lo abrazó con intensiones de no volverlo a soltar

Hello, Snowflake ||Jelsa||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora