Epílogo

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Los años pasaron, siete para ser exáctos, en los que muchas cosas pasaron.
Hubieron discusiones y malos ratos que la superaron y siguieron en pie. La boda fué hace un año en donde les ha ido de maravilla tanto en lo personal como en trabajo.

Sin embargo, esa mañana no era igual

Elsa suspiró tratando de calmarse, se miró al espejo de su baño y se quitó las lágrimas que caían por sus mejillas. Miró aquel objeto que tenía en manos y ahogó un sollozo.
No sabía como su marido lo iba a tomar, tenía miedo. A pesar de estar casados, nunca hablaron de aquel tema

— Voy a ser mamá... —Susurró con una mano en su vientre. Sonrió un poco quitandose otra lágrima

Salió del baño de su habitación y guardó la prueba en su velador. La alarma sonó avisándole que era hora de ir por las niñas. Ambos albinos decidieron hacerse cargo de sus hermanas, la criaron estos años como sus hijas: ella la mamá y él el papá.
Sólo que ahora realmente tendrían un hijo.
Sacudió la cabeza tratando de quitarse ese tema de la cabeza y comenzó a manejar su auto directo a la escuela de Anna y Emma. Sabía que no debía por su estado, pero quería regresar de inmediato.

Tengo la camisa negra, y yo negra tengo el alma —Dejó de cantar al oír que la llamaban, apagó la música y se conectó el audicular al momento de contestar— ¡Hola! ¿Quién es?

— Hola, Snowflake —Esa voz, esa voz que tanto amaba la colocó nerviosa

— ¡Jack! Mi amor... am, ¿Pasa algo?

Ese tono le hizo fruncir el ceño, se detuvo debido a que estaba en luz roja. Suspiró, algo tenía su mujer. Lo sabía. Por algo es que estaban juntos de hace siete años, ¿No?

— ¿Sucede algo, pequeña? —Estaba preocupado

— ¡No! Bueno... ahgs, no lo sé..., este... ¿Podemos hablar luego de que valla a buscar a las niñas? Las dejaré con Rapunzel y... podremos hablar, ¿Bien?

— Esta bien, espero que no sea malo —Murmuró volviendo a manejar directo a casa

— Claro... —Colgó sin más.

Sabía que algo sucedía y tenía miedo de contarle. Nada podría ser tan malo, a menos de que le pida el divorcio. No, no podría soportar perderla.
Rato después, llegó a la casa. Aparcó, se bajó de su auto. Entró a la casa y se sentó a esperar a su Snowflake

(...)

— ¡Ya llegué! —Apenas la escuchó, salió de la cocina a saludarla con un suave beso en los labios

— ¿Estás bien? Me dejaste preocupado —Comentó. Elsa asintió cabisbaja

— Sí, sólo que... lo que te tengo que decir no sé si es una buena noticia para tí —Dijo, comenzando a caminar por la sala— Para mí lo es, aunque aún no lo asimilo. Es raro, créeme, es raro esto ya que nunca creí que me vería en esta situación. Si no me imaginaba casada, menos esto...

— Hey —La calmó tomandola por los hombros con delicadeza, si no lo hacía de seguro la chica hubiera tenido un ataque de nervios— Tranquilizate, si es buena noticia para tí debe ser para mí, ¿No crees, hermosa?

La platinada asintió y tras tomar un respiro profundo, susurró:

— Estoy... —Cerró sus ojos—, vamos a ser padres

Al principio no sintió ni escuchó nada.
Desilucionada, bajó la mirada soltando unas cuantas lágrimas; entonces, unos brazos la rodearon y unos labios se apoderaron de los suyos. No estaba molesto, furioso ni nada. Sólo sentía felicidad, más de la que ya tenía

— ¿No estás de broma, cierto? —Preguntó con una sonrisa en su lado

Ella negó llorando de alegría

— No, no es broma, amor —Le dijo sonriente

Y nuevamente se dejaron llevar por otro de sus tantos besos dado.

Al anochecer, los amigos de los albinos llegaban junto a las niñas de ya quince años por una cena que estos realizaron. Empezó como cualquier otra: hablaban sobre la vida, las niñas soltaban sus ocurrencias, en fin, una cena entre la familia.
Y entonces Jack tomó la palabra al mismo tiempo que tomaba la mano de su amada esposa:

— Decidimos hacer esta cena para anunciarles algo

— ¿Qué es, amigo? —Preguntó Eugene, el segundo mejor amigo del peliblanco

— ¿Lo dices tú o yo lo hago? —Preguntó observando los ojos de la platinada

— Yo lo hago

Anna abrió los ojos derepente y, apoyando bruscamente la palma de su mano en la mesa, exclamó:

— ¡¿Tienes cáncer?!

— ¿O Andrés ya se te murió a tí? —Comentó Emma tomando un gran trago de jugo de naranja

El sonrojo de Elsa era más que evidente. Los chicos estaban extrañados mientras que Mérida y Punzie trataban de no reír. Negó de inmediato soltando una risilla y suspiro:

— No, no es eso —Pequeña pausa— No es nada malo, sólo que... estoy embarazada

Y todos exclamaron de alegría al mismo tiempo que la pequeña Emma se atoraba con el jugo.
En aquel comedor estaban entusiasmados con tal noticia, un nuevo miembro a la familia llegaba. Un nuevo miembro que cuidar y proteger, sobre todo entregarle amor

Algo que todos ellos tenían y le sobraban.

Deséemosle suerte a esta familia, un nuevo reto tendrán que ganar y esa será cuidar de su pequeño bebé. Algo que todos los padres, por más borrachos o sobreprotectores sean, hacen; de alguna u otra forma nos aman aunque no lo demuestren seguido.

— Te amo, mi Guardian —Susurró contra sus labios

— Y yo te amo a tí, mi bella Snowflake —Le dió un casto beso en los labios acariciandole el vientre plano de la mujer— A tí y a nuestro pequeño que viene en camino

Una hermosa sonrisa apareció en el rostro de Elsa antes de abrazarlo con firmeza.
Se amaban como a nadie y estaban seguros que ese amor nunca podría ir se.

F I N.













Nota: Espero que este epílogo haya sido de su agrado. Que les haya gustado y sí, habrá segunda temporada. Sólo que aún no sé cuando empezar a escribirla

En un rato escribiré los agradecimientos, ¡Bye!

~Meli☆



Hello, Snowflake ||Jelsa||Terminada||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora