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-Ah...no, Mishell, gracias –dijo Lamoon por teléfono, teniendo a Daniel sobre ella, en el suelo, una vez más.

-¿En verdad? Esto es algo que se acostumbra hacer, Lamoon, por favor, sé que mi hermano puede resultar siendo algo anticuado y reservado a veces, pero con esto, no, no lo creo, es más, seguramente sus amigos lo van a llevar a alguna parte.

Daniel no hizo mayor cosa que decirle a Lamoon al oído lo que tenía que decirle a su hermana, entrometida.

-A-ah, Mishell, no quiero caer en eso, am...yo sé que t-tu hermano lo va a entender, sólo que yo no soy...así.

-¿Cómo?

Lamoon tragó saliva antes de decir lo que Daniel le estaba susurrando al oído.

-S-sólo soy la ti-pica chica aburrida, v-voy a arruinarles la noche, no, no quiero, en verdad.

-Pero...

-Mishell, por favor, eh, no quiero despedirme.

-¿No quieres despedida de soltera?

-Sí, eso, no, no quiero, en verdad que no, prefiero pasarla en casa, descansar, ya sabes, el o-otro día será un día pesado.

-¡Agh! De acuerdo, no fácilmente me convencen, pero tu voz si lo logra, y aprovechando que te llamé, quiero disculparme por cómo se comportó mi madre la última vez que nos vivos, no suele ser así, creo que una tensión creció en ese momento, pero...en verdad, ni mi padre supo qué decir, a veces siento que lo domina mucho mi madre a él, pero.... Amor es amor ¿no es así?

Lamoon se mordió la lengua cuando Daniel movió su pierna derecha de forma brusca, casi sintió que se rompía en el suelo.

-S-sí, lo que digas, gracias por llamar.

-Duerme, falta muy poco para ese día, muy, muy poco. Pronto seremos hermanas, Lamoon, ¿quién lo diría?

-Sí, tengo que irme, cu-cuídate.

-Igual, cuida de mi hermano.

Daniel se le quedó viendo a Lamoon y esta sintió la mirada avellanada encima.

-Adiós.

Daniel jaló entones su otra pierna, bajándolas hasta que tocaran el suelo casi rompiendo a la mitad a Lamoon, quien arañó el suelo tras el dolor.

El sonido fue como la primera noche, cuando Daniel le quitó su virginidad de golpe, Lamoon se retorció, suavemente, no quería que Daniel la tomara, no, no. Daniel le dio la vuelta, dejándola boca abajo, subiendo su blusa hasta su nuca, donde comenzó a morder, a succionar, a marcar con fuerza, con su boca, con sus manos, presionando su creciente erección sobre su trasero adolorido.

El timbro sonó, sobresaltando y salvando a Lamoon, cuando puso sus dos manos para levantarse del suelo, Daniel la tomó del pelo.

-Esperas aquí.

Daniel se levantó, acomodando su camisa, y cerrando con llave la puerta de su despacho, dejando a Lamoon ahí, adentro, con muy débiles movimientos. Lamoon se intentó levantar poco a poco del suelo, tomándose del sofá con una mano y luego con las dos, haciendo que la blusa que tenía puesta se fuera bajando, cubriendo las marcas de territorio muy personal de Daniel.

Las piernas le temblaban, se sentía como un cristal roto, como una hoja rota, como un lápiz quebrado a la mitad, cuando se sentó en el sofá, apoyó su cabeza en la cabecera de este, respirando, tratando de dejar la debilidad, el dolor siquiera por unos pocos segundos.

-No hemos encontrado mayor cosa desde esa fecha.

-¿Cómo demonios quiere entonces que yo confíe?

Lamoon se quedó escuchando al ver que era inevitable no hacerlo cuando Daniel gritada a grandes voces palabras.

-Tengo varias respuestas, señor Buchanan, pero no quisiera alterarlo a usted, mucho menos a su prometida, mucho menos ahora que queda muy poco para su boda.

-Eso no tendría que ser problema alguno ¿qué fue lo que encontraron?

-Bueno, el atacante de esa tarde, dejó su ADN en los cristales de la ventana, no se percató de eso, lo cual indica que fue un principiante el que atacó a su prometida.

Lamoon parpadeó.

-No estamos muy seguros, pero todo indica que esa persona, además de ser un hombre, era alguien cercano a esta relación suya, alguien que iba muy directo a lo que quería hacer.

-¿Y lo logró?

-Eso pregunto yo.

-No, son idioteces, no he estado esperando tanto para semejante estupidez, las respuestas las quiero claras, no a medias.

-Bueno, pues resulta que encontramos cosas que podrían ser de su interés, aunque creo que ya las sabe, a estas alturas.

-No quiero saber nada ahora, más vale que deje ya todo lo que sea que me trae y se largue.

-Lo dejaré por si quiere leerlo.

Lamoon no escuchó nada más que dos voces alejándose, no sabía si estaban hablando de aquel hombre que la había atacado a ella una tarde en la que molestó a Daniel por teléfono. Justo en ese momento, se levantó la blusa, dejando a la vista la leve cicatriz que tenía ahora de aquella tarde, donde ahora, varias marcas lucían sobre ella, el recordar el frío de aquel cuchillo, se levantó, recordado aquella tarde, en aquella casa, donde quiso huir y todo lo que logró fue empeorar las cosas, resbalar en las gradas, caer en el suelo, molestar al Amo y salir herida ella, tanto que tuvo cerca de cinco citas fijas y largas en el hospital.

Esa tarde, como muchas otras anteriores, muy previas, se revivían en su mente cada vez más, cada instante, cada momento que pasaba.

Recordando todo lo que ha pasado en lo que iba de su vida, todo lo que va a pasar en lo que quede de su vida, si es que la vida le regalaba más tiempo para vivir.

Era como un lienzo, un lienzo que nadie nunca comenzó a pintar, y que poco a poco entonces se fue marchitando, pudriendo lentamente, esa era ella, exactamente ella, una chica que vino de nada y de la nada terminó con un todo que ella nunca pidió, ni quiso, ni quiere.

Pero no sabía cómo huir de sus propios demonios, si estos sabían andar, nadar, correr, danzar y cantar para ella, esclavizándola cada vez más.






¿Qué es lo que sienten muy dentro de ustedes al leer? ¿Qué?  

Voten y comenten, siempre. 

La Quiero a EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora