Capítulo 28

191 13 1
                                    


  —Yo creo que los dos disfrutábamos con la emoción del juego. Cuando nos encontrábamos cara a cara en un baile o una velada, murmurábamos unas palabras amables y luego fingíamos indiferencia. Nadie sabía que estaba deseando llevarla a un rincón del jardín o una alcoba desierta y besarla hasta perder el sentido.
Su voz ronca hizo que ____ se estremeciera. Aunque intentó resistir la tentación, vio a Marc pasándose una mano por su pelo dorado mientras se paseaba por una oscura alcoba. Vio el deseo que iluminaba sus ojos al oler el perfume de gardenias de su dama. Sintió la fuerza de sus brazos al hacerla pasar por la cortina. Le oyó gemir mientras se unían sus labios y sus cuerpos, consumido por la sed irresistible de lo prohibido.
—Cualquiera habría pensado que me aburriría con un flirteo tan inocente. Pero sus cartas me encantaban. —Movió la cabeza con una expresión abstraída—. Nunca había imaginado que la mente de una mujer pudiera ser tan fascinante. Para mi madre y mis hermanas no había nada más interesante que el último cotilleo de los Almack's o los platos de moda traídos de París.
____ reprimió una sonrisa.
—Debió ser una gran sorpresa para usted descubrir que una mujer podía tener una mente tan aguda y perspicaz como la suya.
—Así es —confesó informándole con su suave tono que había captado su sarcasmo—. Tras varios meses de esa deliciosa tortura, le escribí e intenté convencerla para que se fugara conmigo. Se negó, pero no fue tan cruel como para dejarme sin ninguna esperanza. Me prometió que si podía demostrar que tenía algún interés en este mundo que fuera más allá de mi partida de cartas en Brook's, alguna pasión que no estuviera relacionada con los caballos, los perros de caza y las bailarinas de la ópera, estaría dispuesta a casarse conmigo, aunque eso significara desafiar los deseos de su padre.
—Qué magnánima —murmuró ____.
Marc frunció el ceño.
—Sin embargo no confiaba del todo en mi afecto. Aunque le jurara mi amor apasionadamente, en el fondo pensaba que seguía siendo un irresponsable que había heredado lo más importante: mi título, mi riqueza, mi posición social. —Arqueó una ceja en un gesto burlón, tensando su cicatriz—. Incluso mi belleza.
A ____ se le estaba empezando a revolver el estómago.
—Así que decidió demostrarle que estaba equivocada.
Él asintió.
—Me alisté en esa carrera.
—¿Por qué lo hizo? Su padre podría haberle conseguido algo mejor.
—¿Y qué habría demostrado con eso? ¿Que tenía razón? ¿Que era incapaz de conseguir nada por mis propios méritos? Si ésa hubiese sido mi intención, podría haberme unido a la milicia para representar el papel de héroe.
____ le vio entrando en un concurrido salón de baile y su oscuro pelo reluciente bajo las luces de las lámparas. Su impresionante figura habría hecho que todas las jóvenes solteras se sonrojaran y sonrieran afectadamente detrás de sus abanicos.
—Pero sabía que su dama no giraría la cabeza con tanta facilidad —se arriesgó a decir ella.
—Y que no sería tan fácil conquistar su corazón. Así que me alisté bajo el mando de Nelson, convencido de que a mi regreso estaría preparada para convertirse en mi esposa. Sabiendo que íbamos a estar separados varios meses, le envié una última carta rogándole que me esperara. Prometiéndole que iba a convertirme en el hombre y el héroe que se merecía. —Intentó esbozar una sonrisa—. Así termina el primer acto. No es necesario continuar, ¿verdad? Ya conoce el final.
—¿Volvió a verla?
—No —respondió sin rastro de ironía en su voz—. Pero ella me vio a mí. Cuando regresé, vino al hospital. No sé cuánto tiempo llevaba allí. Los días y las noches eran interminables e indistinguibles. —Se tocó la cicatriz con un dedo—. Debía parecer un monstruo con los ojos ciegos y la cara destrozada. Dudo que supiera que estaba consciente. Aún no tenía fuerzas para hablar. Pero pude oler su perfume como un soplo de aire celestial entre el hedor infernal del alcanfor y la carne podrida.
—¿Qué hizo ella? —susurró ____.
Mar puso una mano sobre su corazón.
—Si el autor de la obra hubiese sido más sentimental, sin duda alguna se habría lanzado sobre mi pecho jurándome amor eterno. Pero simplemente se marchó. No era necesario, ya sabe. Dadas las circunstancias, no esperaba que cumpliera con su obligación.
—¿Obligación? —repitió ____ intentando ocultar su ira—. Yo pensaba que una promesa de matrimonio era un compromiso entre dos personas que se querían.
Él se rió sin ganas.
—Entonces es más ingenua de lo que era yo. Como nuestro compromiso era secreto, al menos se ahorró la humillación de un escándalo público.
—Una gran suerte para ella.
Los ojos de Marc tenían una expresión extraña, como si el pasado fuera para ellos más visible que el presente.
—A veces me pregunto si la conocía realmente. Puede que sólo fuera un producto de mi imaginación. Alguien que inventé a partir de una frase inteligente y la fantasía de un beso robado: mi sueño de la mujer perfecta.
—¿Era hermosa? —preguntó ____ sabiendo ya la respuesta.
Aunque Marc tensó la mandíbula, su voz se suavizó.
—Exquisita. Tenía el pelo de color miel, los ojos como el mar bajo un cielo de verano, la piel más suave que...
Mirando sus manos agrietadas, ____ se aclaró la garganta. No estaba de humor para escuchar una descripción poética de encantos que ella no poseía.  

El amor es ciego [Marc Márquez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora