> Capítulo 11

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La mañana siguiente llegó y el momento que Peter menos deseaba también, el entierro de la tía May, la gente comenzó a marcharse del cementerio un par de horas después, Peter se quedó hasta el final, aunque Thomas quería acompañarlo, él insistió en que necesitaba estar solo, su amigo entendió y muy a su pesar, se resignó a marcharse. No sin antes decirle a Peter una y mil veces que contaba con él para todo.

Peter estuvo por horas sentado sobre el suave césped que le ofrecía aquel lugar, de vez en cuando pronunciaba palabras inaudibles, solo para él, y no luchaba por retener las lágrimas, se limitaba a jugar la tierra con sus manos y a observar las lápidas, la de la tía May y la del tío Ben que estaban juntas, pero cuando sentía no poder más, volvía su vista al suelo y permanecía así por un largo rato.

La tarde-noche llegó, y aunque no quería, debía marcharse del lugar.

Caminaba a paso lento y decaído por las calles, no quería llegar a su apartamento, no quería llegar a ningún lado exactamente. No quería saber de nada ni de nadie.

Pero sus piernas lo llevaron a casa de sus tíos, con las llaves que él poseía abrió y entró, encendió las luces y observó con detenimiento el lugar, todo estaba igual que siempre, los muebles, los cuadros de la pared, las servilletas que su tía bordaba sobre el sofá, el periódico que su tío solía leer cada mañana y que su tía seguía comprando luego de su muerte... todo. Recorrió lentamente desde la sala hasta la cocina, de la cocina a la recamara de sus tíos donde encontró una fotografía de él cuando era bebé, y de ahí se fue hacía su propio cuarto, estaba exactamente igual que como él lo había dejado, la vieja lámpara de noche, el pequeño espejo del mueble, una pequeña grieta que él mismo le había hecho a la pared cuando no sabía controlar sus poderes, entre otras cosas. Se recostó sobre su antigua cama, tomando entre sus manos la fotografía de sus tíos, miles de recuerdos golpeaban su mente, y su pecho dolía horrores, las lágrimas lo acompañaron hasta que se quedó dormido luego de un tiempo.

A la mañana siguiente, lo despertó el sonido de su celular, lo revisó y vio en la pantalla varias llamadas perdidas y mensajes de texto; algunos de Tom, otros de Wade.

Respondió la llamada entrante de su novio.

–Hola.

–Peter, santo cielo, por fin, ¿Dónde estás? – preguntó un preocupado Wade.

–En casa de mis tíos.

–Voy para allá, no te muevas de ahí.

En menos de diez minutos ya estaban tocando a la puerta, Peter trató de lucir decente pasando una mano por su cabello y enjuagándose la cara para ir a atender.

–Peter– el mercenario se lanzó a abrazarle en cuanto la puerta se abrió.

Peter no hizo más que aceptar el abrazo y hundir su rostro en el pecho del mayor.

–Lo siento tanto – Habló Wade –Perdóname por no haber estado contigo ayer.

–Estas aquí ahora– respondió Peter con un hilo de voz.

Y era un alivio, por fin Wade estaba ahí, porque Peter sentía que moría, y el hecho de estar solo no mejoraba para nada la situación, Wade era la única persona con la que quería estar incluso en aquel momento.

Estaré aquí siempre– fue la respuesta del mercenario, y eso fue suficiente para que el menor estuviera seguro de que así sería.

Aun sin soltarlo, Wade lo condujo hasta el sofá y se quedó con él todo el día, Peter solo guardaba silencio, y Wade no lo molestaba, sabía que necesitaba apoyo, y era lo que él le daría, se recostaron en el sillón y el joven se apoyó sobre el pecho del mayor quien acariciaba su cabello, de vez en cuando depositando pequeños besitos sobre él.

"Mi super héroe favorito"| SpideypoolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora