Podía sentir cada vibración que mi teléfono hacia sobre la cama junto a la insistente cantidad de llamadas que recibía... una tras otra.
Me hallaba tumbada en la cama, bocabajo y con las sabanas sobre la espalda. Con el rostro enterrado en la almohada, tratando de no dejar escapar los desgarradores sollozos que peleaban por abandonar mi garganta.
Suspiré cuando se detuvo, creyendo que tendría un momento de paz... que equivocada estaba. La muy conocida canción que tenía por tono de llamada volvió a resonar en mi habitación, tal como en los últimos cinco minutos... no me molesté en voltear a ver el identificador, sabía a la perfección que seguía siendo ÉL... tenía toda la razón.
Ya había perdido la cuenta de cuantas llamadas me había hecho, de los mensajes ignorados en Facebook y del rato que lo llevaba bloqueado en el WhatsAap, simplemente porque no quería saber nada de Él en el momento. No quería ni pensar en su nombre, pero precisamente ahora es cuando me golpea cada recuerdo de su cálida voz susurrándome al oído, de sus fuertes brazos rodeándome o alzándome en vilo o cargándome como si fuese una princesa, de su hechizante aroma que siempre me había hecho inspirar profundo al tenerlo cerca, del fulgor de sus ojos cuando nuestras miradas chocaban, el sabor de sus besos y los fuegos artificiales que estos hacían explotar en mi interior cada vez... de todo.
Y cada uno de esos momentos, cada una de esas memorias... solo lo hacía más doloroso.
No me di cuenta del momento en que los ríos de lágrimas empezaron a bajar por mis mejillas pero si noté cuando se detuvieron las llamadas. La música dejó de sonar por más de cinco minutos, lo cual ya era récord, solo entonces me permití tomar mi teléfono... 25 llamadas perdidas... quise sonreír, pero ni eso pude, no salió ni un intento de mueca, nada... nada más que amargas lágrimas... cada una más dolorosa que la anterior, golpeando con burla mi corazón con un fierro al rojo vivo.
No podía decir que esperaba mucho de ÉL, precisamente porque lo conozco -o eso pensé- y me conozco a mí misma sabía lo que esperar, los limites, lo que podía ser realidad y lo que no, lo que podía permitirme y permitirle... o eso pensaba... ahora veo cuan inocente, ciega y estúpida fui.
Porque bastó un solo segundo... para que todo en cuanto creía con respecto a él se fuese derechito a la mierda... así, tal cual.
Frases como "No duele la traición, sino quien te traiciona" o "La traición duele por que viene de quien menos la esperas" las veía ahora más cerca que nunca.
Éstas en especial: "Hazme llorar con la verdad, para que no me destruyas con la mentira" y "La verdad duele una vez... Pero la mentira duele cada vez que la recuerdas"
Las lágrimas nos paraban de correr, las sentía cada vez más dolorosas y ardientes. El nudo en mi garganta iba creciendo a cada segundo... Y ya ni hablar del terrible dolor en mi pecho o de los retorcijones que daban mis entrañas.
Quiero olvidarlo todo... Despertar y saber que solo ha sido la peor pesadilla que mi mente pudiera crear... pero sé que no será así... no esta vez.
Suspiré profundo, tratando de no ahogarme con mi imparable llanto, pues sentía que ya no podía respirar bien, pero de nada me sirvió.
...
La melodía resonó una vez más en mi oscura habitación.
De alguna manera, sabía que está sería la última llamada... La última oportunidad.
Puse mi dedo en la pantalla y las dos opciones saltaron coloridas ante mí: contestar... o colgar.
Cada decisión acarreaba todo un mundo de consecuencias... de momento, para mis ambas eran y serían dolorosas.Deslicé mi dedo a la izquierda y la llamada terminó.
Todo había terminado.
Por ahora ÉL no volvería a llamar.
Y las cosas nunca volverían a ser como antes.
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Desahogue
RandomHistorias que surjen entre la lluvia, el llanto, la tristeza, la luna, el dolor, la traición... ¿Qué? ¿Falta el amor y la alegría? ...Dejame decirte que son las más jodidas de experimentar