No recordaba cómo habían llegado hasta su casa, lo único que recordaba era haber salido a beber junto a Alex y Cheeto, pero algo que Mangel sabía es que no iba a parar. No ahora.
Tiró de ambos lados de la camisa de Rubén, rompiendo sus botones y comenzó a acariciarle el pecho, besando sus tetillas, lamiendolas y hasta mordiendolas. Lo volvía loco.
La inocencia de Rubén lo volvía loco, lo sensual que podia llegar a ser con bragas, o sus gemidos. Poco a poco se estaba acabando la cordura
Pudo sentir la mirada de Rubén en él, esa mirada pícara que le robaba el sueño.
-¿Hoy que haremos, papi? -Susurró en mi oído.
-Te haré gemir el nombre de papi, cariño. Pero antes...
Mangel se levantó y buscó en su armario el pequeño traje de lencería que había comprado pensando en Rubén.
-Quiero que te pongas esto.
Rubén sonrió, sabía cuanto le ponía a Mangel que vistiera así, así que tomo sin dudarlo el conjunto, se sacó su camisa y tapó con eso, los ojos del mayor.
Sacó toda su ropa y se puso las bragas, las medias altas y agarró unos cuantos accesorios que él había comprado.
Se acercó a paso lento a Mangel, lo recostó en su cama y ató sus manos a los extremos de la cama y sacó su ropa, rompiendo la camiseta que llevaba Mangel.
-¿Que haces, gatito? -Sonrió Mangel, junto a un suspiro al sentir la lengua del menor en su cuello.
-Hoy me toca a mi, papi. -Dicho esto, frotó su hombría con la de Mangel.
Metió la mano bajo la ropa interior del pelinegro y comenzó a masturbarlo, mientras Mangel se sentía desfallecer.
La mano de este niño hacían maravillas.
Poco a poco sacó el pantalón y los calzoncillos de Mangel, liberando su gran erección. Nunca había estado más duro.
Rubén lamió el miembro de Mangel de arriba a abajo, su lengua jugaba con la punta y repetía la secuencia.
De repente, se levantó de donde estaba y fue a la cocina, sacó una cubetera del refrigerador y metió un par de hielos en su boca.
Cuando sintió que su boca estaba congelada, volvió a donde estaba Mangel y metió su polla en su boca, jugando con su lengua.
-Agh... Andas jugueton hoy. -Jadeó Mangel. Su ángel estaba chupándole la polla como todo un experto, y además, sentir el frío de su boca en su polla caliente, era el cielo.
Masturbó a Mangel y le chupó su hombría. Podía sentir cómo Mangel se iba a venir, ya que estaba gimiendo como loco.
Cuando tuvo la señal, tapó el orificio de su pene con su dedo gordo, y se sacó las bragas que había comprado su ''papi'' en la tienda.
Pasó sus piernas por cada lado del cuerpo de Mangel y tomó la polla de Mangel de nuevo, la llevó hasta su entrada, chupó dos de sus dedos y humedeció su ano, para así poder sentarse sobre el pene de Mangel y que entre, de una sola estocada.
-J-joder. -Echó su cabeza hacia atrás, no podía creer que su niño esté haciendo esto.
Comenzó a dar saltitos sobre sí, haciendo que el miembro de Mangel entre y salga, y viceversa.
Le encantaba que Rubén sea así, tan suelto.
Rubén besó la boca de Mangel, mezclando su aliento a menta con el aliento a alcohol que desprendía la boca del contrario.
-Te amo. -Susurró Rubén, mientras se corría, dándole tal imagen erótica a Mangel, que hizo que se corriera dentro de Rubén.
Éste no contestó y lo acostó a su lado, dándole un beso en la frente y se acomodaron para dormir.
Al otro día, despertó, con una erección que se notaba fácilmente.
-¿Soñando conmigo, cariño? -Vió a su lado, y estaba Beatriz desnuda, apoyada sobre su brazo, observándolo.
-Como siempre. -Una pequeña mentira no le haría mal a nadie.
La tomó de la cintura y la sentó en su estómago, dejándole a la vista sus muy bien formados pechos. Con algo tenía que bajar la erección que le había provocado Rubén ¿no?
Una lástima que haya sido un sueño.
-Cariño, dentro de poco tienes que ir a ver al autista. -Sonrió Mangel
-Meh, iré luego. -Volvió a besarla.
¿Que había follado? Sí, pero no con quien en realidad quería hacerlo.
A ver cuando podré sacarte de mi mente, Rubén
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Autismo ↠ Rubelangel ↞
Fanfic-Rubén, por favor. Déjame seguir salvándote. -Rogó el pelinegro. -No quiero saber más nada de tí, Mangel. Me das asco. -Y por su mirada tan fría y sus ojos vacíos, supo que era mejor no acercarse a él, al menos por un tiempo. -Te amo. -Susurró una...