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Diez en punto Derek se encontraba en la entrada de la mansión esperando ver la llegada de su prometida o alguna señal de vida de su parte, llevaba esperándola desde las ocho treinta y aun no desistía en la idea de que ella llegaría.

Caminaba dado a lado por la casa pisando como mujer con ese clásico sonido de talón, punta, talón mirando a mi novio con infinita ira como si fuera su culpa que la insoportable de Jena no quisiera aparecer, es decir, ¿tan difícil es citarla en otra parte? ¿Es que no puede simplemente llevarla fuera de la casa que tengo yo que lidiar con ella dentro de nuestra casa? Jay y yo estábamos en el comedor tomando un café con Richard y dulces que habíamos traído de la tienda, nuestra idea era ir a algún lado como el cine y esas cosas pero en cuanto puse un pie en el pórtico mi histérico hermano no quería dejarme ir hasta que llegara esa persona (y no le digo "cosa" no mas porque no soy tan cruel como ella) que se hace pasar por humano.

Esperábamos los tres en la sala mirándonos la cara entre todos, mientras Jay y yo jugábamos a la canasta Derek se fumaba uno de sus cigarrillos mentolados sin dejar de mirar la puerta, nosotros o al reloj. Me resultaba algo divertido, porque por más que el mismo se jactara de lo mucho que había cambiado en su traslado de universidad seguía luchando con ese viejo vicio de bajarse su caja de metano, naftalina, arsénico, nicotina –productora de cáncer, enfermedades vasculares, crónicas y pulmonares– cuando está impaciente por alguna situación en particular.

     - Sabes, podrías haberte ido hace horas. –le dije a Jay mientras completaba dos escaletas.

     - Por alguna razón quiero ver cómo termina esto –respondió frunciendo el ceño y volvió a dejarme el tuno –por la pinta que tiene tu hermano promete ser muy bueno.

Lo que dijo me dejo pensando por un instante, era cierto, Derek casi nunca quería ver o hablar con Jena desde que volvió pero ahora como quien no quiere la cosa la cita a nuestra casa para hablar de quien sabe qué cosa y para colmo no me deja ir. Hoy papá se fue de viaje de negocios, mi madre se fue a un SPA, Richard desapareció desde la merienda y Rebeca se fue a pasar el día con su hijo, si quería un testigo yo era su única opción disponible pero me da miedo pensar que querrá decirle.

     - ¡toma eso nena! –grito eufórico Jay bajando las cartas en la mesa, irrumpiendo mis pensamientos por suerte.

     - ¡tramposo! –le grite –¿Cómo es que siempre te salen los tres rojo? Yo no tengo ni uno.

     - No soy tramposo, tengo suerte. –se rio entre dientes –además, tu de que te quejas si tienes cuatro escaleras y dos que no les faltan nada.

     - Si pero yo tengo muchas más cartas en la mano, me descuenta un montón.

Jay iba a decir algo pero cuando quiso un potente impulso de odio y rabia hizo que mi hermano pateara una de las sillas y prendiera su ultimo cigarro, se acerco a nosotros como si fuera el mismo Freddy mirándome fijamente como si quisiera matarme con solo mover un dedo. Un frio indescriptible escalo por mi espalda y me obligo a girar la cabeza en dirección a la cocina, sabía que quería decirme algo pero simplemente me levante de la silla y dejando las cartas sobre la mesa camine con rapidez hasta lo que sería mi salida, cruce la puerta de la cocina y me detuve en seco, largue todo el aire que tenia dentro, me sacudí un poco para quitarme esa horrible sensación de encima y visualice la heladera.

Mis manos temblaban cuando fui a tomar un vaso provocando que este se me resbalara, el ruido del cristal partiéndose tras el impacto contra el cerámico del lugar donde me encontraba atrajo la atención de ambos hombres que en menos de un suspiro se abalanzaron por la puerta que separaba ambos ambientes diciendo la misma cosa "¿Estás bien?" con cara de pánico y totalmente alterados como si estuviera pre-ensayado, por una extraña razón no me llegaba el aire a los pulmones y aun me temblaba la mano que sostenía con ayuda de la otra para que no se me notara, no me atreví a mírales a la cara solo me agache procurando no tocar el suelo con mis rodillas y comencé a juntar con cuidado especial los pedazos de cristal mas grandes, no escuche nada mas hasta que una mano más grande rasposa que la mía sostuvo mi muñeca haciendo soltar el vidrio punzante, lo mire desde abajo hacia arriba temiendo encontrarme con sus ojos pero al ver su gesto de preocupación mi cuerpo reacciono, logre soltar el aire que comprimía en mis pulmones e inhale una vez más con fuerza haciendo oír mis fosas nasales. Cuando logro romper nuestro contacto visual su mirada se enfoco en mi mano y yo la seguí con incredulidad descubriendo así que mi mano se encontraba herida por la cristalería rota –heridas nada serias en verdad pero Jay insistía en que las debíamos tratar– Derek nos miraba con especial atención y con su característico ceño levemente fruncido mientras se acababa su ultimo cigarro... cuando ya no le quedo ni las cenizas para inhalar hizo un chasquido con la boca en señal de enfado y se arrimo a la puerta del patio trasero.

Los años pasados. (REESCRIBIÉNDOSE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora