LA CHICA DISTANTE

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Siempre estaba sentada ahí, en el mismo lugar. Y yo siempre estaba aquí, en el mismo lugar. Ella era hermosa. Tenía puestos los audífonos, indiferente ante el mundo, siempre huyendo de la realidad, siempre huyendo incluso de ella misma. Pensaba que no era lo suficiente para alguien, pero era lo suficiente para cualquiera, era mucho para cualquiera, porque ella era perfecta. Sostenía aquel libro que ya había leído más de diez veces, quisiera que me leyera de la misma forma, una y otra vez, hasta que terminara de conocerme y se enamorara de mí, como de aquel libro. Quizá el problema era ese, que siempre estaba cerrada al mundo, quizá el problema era que siempre estaba en el mismo lugar, con los audífonos puestos en los oídos y melodías en su corazón, y con ese libro del cual yo tenía celos. Quizá ese era el problema por el cuál no podía verme, ni escucharme. Por eso jamás pudo notar aquellas veces en las que yo susurraba cerca de ella «eres hermosa» porque no prestaba atención. Era ajena al mundo, y eso me enloquecía aún más. La chica distante. La chica que me robó el corazón; tal vez nuestra historia de amor no fue grandiosa y fenomenal, porque no tuvimos una, porque todo se quedó en mis pensamientos, junto a ella. La chica distante. La chica que se robó mi corazón, y jamás me lo devolvió. 

Mis Pensamientos, Mi Computadora y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora