Ñoño-adicción

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Supe que era diferente a los catorce años.

Habíamos ido al cine con un par de amigas. Era la típica película de terror en la que un grupo de amigos no tiene mejor idea de pasar la noche en un hospital abandonado, la están pasando bomba jugando a verdad o reto hasta que un extraño ruido les llama la atención. Como cualquier adolescente mononeuronal haría deciden separarse a “investigar”. Todo el mundo sabe que en una película de terror adolescente tiene que haber: una rubia tonta, una chica virgen y dulce, un atleta con abdominales para morirse, un hippie que siempre está volando y un chico sensato y nerd.

Bien, el punto es que allí estábamos, todas mis amigas suspirando por el chico sexi que, sin razón alguna, se estaba sacando la remera, y yo Ramona Schwarzschild (lo sé mi apellido tiene trece letras y solo dos vocales, me lo dicen mucho) no podía apartar la vista del tierno nerd que estaba intentando hacer entrar en razón a los demás.

Desde ese momento supe que sufría una extraña adicción (que yo invente) llamada ñoño-adicción.

Aun recuerdo que cuando se lo conté a mi madre, esta lloro todo un mes. No, en realidad solo se rio en mi cara y me dijo que si alguna vez salía con un tipo raro me desheredaría.

Sé que suena algo exagerado pero para ese entonces ya era una niña prodigio en el mundo del modelaje, y salir con esa clase de “raza” (como le gusta llamarlos mi mamá) solo arruinaría mi imagen.

Mi verdadera carrera como modelo empezó a los dos años. Mi madre, una  gran diseñadora de ropa, siempre soñó con que su pequeña hija fuese su musa. Asique mi vida no estuvo jamás color de rosa, desde muy temprana edad me vi obligada a comer sano y a hacer ejercicio. No tenia permitido ir a lugares de comida rápida con mis amigos y mucho menos salir con chicos que me gustan. Mi manager, que por cierto es mi madre,  tenía mi “relación amorosa” en una agenda, decidiendo que a qué modelo o actor acompañaría a diferentes eventos.

Además mi increíblemente apretada agenda básicamente me hacia una antisocial y falta de amigos. Cosa que para una persona increíblemente extrovertida y con un alto porcentaje de hiperactividad como yo es un tanto depresivo. A pesar de siempre estar en gira por Europa, Asia y África meramente conocía un par de lugares porque no tenía mucho tiempo para disfrutarlos, y mucho menos conocer gente nueva.

Asique un sábado, cuando estaba descansando en mi camerino luego de un cansador desfile en Londres, lo decidí, me iría a vivir a Estados Unidos con mi abuela y nadie me lo impediría. Tomé el celular y marqué el número de mi madre:

-¿Qué te pasa ahora, tochter?

-Mutter, me voy y tú maldita bruja no harás nada para impedirlo. Tantos años de tortura sin descanso me están matando. El estrés, oh mutter, el estrés hace que sienta como si mi sangre pesara plomo- Suspiré dramáticamente, mientras que me llevaba una mano a la frente y caía despacio sobre la silla. Maldición, hubiese sido una gran actriz.

-Si no te mata el estrés te mato yo, dussel. Mañana tienes una sesión fotográfica con Pierre de Lacorte y si sigues actuando como si fueras un desdichado personaje de Shakespeare te haré un lavaje de estomago con mi propia mano.

-Escúchame monstro del abismo si no me das las vacaciones  que necesito juro por mi gato Hamlet que arruinaré la sesión de mañana y todas las que siguen.

-Bien, tendrás una semana de vacaciones.

-No, tendré un año de vacaciones. Y quiero terminar mi último año de colegio, estoy cansada de la educación en casa.

-No seas idiota. Te daré un mes y se termina la negociación.

-Sería una lástima que llamase a la revista People y les contara como quede embarazada del técnico que me arregló la luz del camerino, ¿no crees?

Desde el otro lado de la línea se escucharon un par de palabras en alemán que me niego a repetir por miedo a asustar al mismísimo Satanás.

-Mutter, escúchame, concédeme esto y juro que seré tu esclava hasta que termine tu vida. No molestaré a nadie nunca más. No mayonesa en tus zapatos, ni bromas al camarógrafo y juro que haré una imagen perfecta para la prensa.

-Y dejarás esa extraña obsesión que tienes hacia los hombres con gafas, ¿has entendido?

-Si mi querida y hermosa mutter.

-Bien te conseguiré un pasaje para América mañana, te quedaras en Estados Unidos con la madre de tu repugnante padre, ¿entendido? Y procura no llamar la atención.

Bien todo saldrá bien. El único problema… ¿Cómo haré para no enamorarme de una belleza con gafas que me espera allá?

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