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Ella era una pesada.

Por supuesto, sabía que su amiga nunca se lo diría tan abiertamente, pero podía ver en sus ojos como empezaba a cansarse de su constante parloteo sin sentido.

Su amiga de ojos marrones intensos le miró por encima de la taza de café que se estaba llevando a sus labios, dando un largo y lento trago. Oh, no...

De alguna forma se obligó a callarse, porque sus ojos de repente tenían ese brillo que decía que empezaba a superarle no entender nada.

Cerró los ojos por un momento y respiró, intentando poner las ideas de su mente en orden, para que así su amiga le entendiera cuando se lo dijera y no acabara cruzándole la cara ''solo para ayudarla a salir del bucle''.

Sí, es cierto que a veces le ayudaba, pero la última vez que lo había hecho, ella había lucido durante toda la cena (y toda la semana en realidad) la marca de sus preciosos y doloros anillos.

Y la muy zorra se había reído de su cara aún dos semanas después de haber desaparecido las marcas. Su amiga no había mostrado ni un poco de culpabilidad, maldita sea.

¿Qué importaba que gracias a ese bofetón hubiera conseguido por fin entender esa maldita adivinanza que la había perseguido incluso en sueños durante al menos dos meses?  Simplemente, no había merecido la pena.

Sus pesadillas se habían reemplazado de faros, luces y noticias a verdaderas hostias con manos llenas de anillos caros y bonitos que nunca vería de la misma forma.

Volvió a abrir los ojos cuando se dio cuenta de que volvía a divagar en lugar de centrarse en lo que realmente le pasaba.

Pero joder, ¿qué era realmente?

Wen la miraba con una ceja levantada, aún esperando a que ella le explicara su agitación, sus ojos hinchados y por qué aún no había probado ni un bocado del expléndido desayuno que el camarero le había puesto delante treinta minutos atrás y que se había enfriado hacía veinte, a diferencia del de su amiga que había sido engullido como siempre.

-Susan, reacciona.

-Trabajo...desde hace años... nunca en realidad...muy ocupada..-Frases inconexas volvían a salir de su boca, y simplemente no pudo parar, soltando palabras que solo para ella tenían todo el sentido del mundo -siempre... amable... playa...

Vio como su amiga acabó sin paciencia, quitándose lentamente los dos anillos que llevaba hoy en la mano...

Intentó parar. Juraba que lo intentó, pero simplemente de su boca no paraban de salir palabras, cada vez en sonido más alto mientras comenzaba a asustarse viendo a su amiga levantando la mano.

-Juro que lo pensé... no pudo... bailábamos bajo la luna-Algunas de las personas de las mesas a su alrededor se encontraban mirando para ellas, encontrando interesante su diarrea verbal, que comenzaba a sonar como gritos-...casi... y el trabajo de nuevo... cada vez más capullo...

Plaf.

Su mejilla izquierda comenzó a arder medio segundo después, y su boca se abrió en una gran O.

-¡Necesito un orgasmo, ¿vale?!

Está bien, aquello no había sido una O. Había sido una frase completita, con sentido. Y todo el maldito salón del restaurante la había escuchado.

Se hundió lentamente en el cómodo asiento, tapándose la cara con ambas manos, más roja por la vergüenza que por el golpe que su amiga le había propinado.

-Así que es eso,¿eh? - Su amiga picoteó en el desayuno que ella no había probado, pareciendo ajena a las miradas de todos los comensales.- Sé que necesitas un orgasmo, Su. Has estado insoportable últimamente.

Pero, ¿qué?   [EN VISTAS DE FUTURO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora