#18

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A Johan el día se le había hecho eterno. Todo lo que le llegaban eran problemas, retrasos y quejas sobre las campañas publicitarias que estaban por llevarse a cabo. Cuando al fin pudo salir de la oficina lo hizo con la necesidad de hablar con Alan sobre el proyecto de la empresa de marketing. No había podido comunicarse con él en todo el día, pero estaba seguro que el chico se estaba encargando de ello. Confiaba en ello.

Deshizo el nudo de la corbata mientras dejaba atrás las puertas de la entrada y se la quitó mientras se subía al coche. Cerró la puerta del coche a la vez que se decía a sí mismo que ahí se quedaba el trabajo hasta el día siguiente. Suspiró, poniendo el coche en marcha. Todo el día había sido un bucle entre intentar encontrar una solución (temporal como mínimo), problemas llegándole, y los que él mismo encontraba al (irónicamente) buscar una solución.

Dio marcha atrás para salir del aparcamiento y se incorporó a la carretera con suavidad. Llevaba horas deseando salir sin embargo no tenía ganas de llegar a casa. No estaba seguro de por qué. pero la idea de la comodidad de su cama no se le antojaba apetecible.

Bueno, estaba casi seguro de por qué, pensó mientras imaginaba el pelo rojo de la chica que necesitaba sacarse de la mente. Se lo imaginó envuelto alrededor de su puño, mientras giraba a la derecha en la intersección. Luego vio casi claramente cómo ella gemía al notar la presión en su cuero cabelludo, mientras pasaba dos calles sin darse cuenta. En su mente ella estaba sacando la lengua para poder respirar por cómo maltrataba su culo a base de palmadas con la palma abierta, mientras cogía la tercera salida en la rotonda.

Ella estaba del todo excitada en su mente para cuando tuvo que parar en el stop y se dio cuenta de dónde estaba. Frunció el ceño. Sí, si giraba en el stop a la derecha, y era justo lo que estaba haciendo, estaría en la calle donde había dejado a Susan.

Sin pensar mucho, dirigió el coche con lentitud. Tuvo que cederle el paso a un coche que iba a salir de un aparcamiento y, encogiéndose de hombros para sí mismo, puso el indicador y aparcó en el hueco que el coche había dejado.

Pensó en llamar a la chica para saber si estaba en su casa, ya que tal vez estaba ahí sin razón. Pero la verdad era que estaba ahí sin razón. Se frotó la cara tras apagar el coche y miró el móvil. Esperaría un rato. Si la veía, se quedaría con ella esa noche. Si ella no aparecía en un rato, se iría y la llamaría.

Puso los ojos en blanco, llevaba días cachondo, y no conseguía que la chica se le fuera de la mente: esperaría lo que fuera por poder tener a la pelirroja un rato en sus brazos.

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Susan vio el coche mientras llegaba a casa y se quedó mirándolo, no porque creyera que fuera el de él (incluso si lo hubiera intentado, le sería incapaz decir cómo era el coche o de qué casa era), sino porque le llamaba la atención de alguna forma: Destacaba un coche tan grande, aparcado en medio de coches pequeños. Aunque lo había estado mirando desde el comienzo de la acera, no se dio cuenta de quién estaba dentro hasta que pasó al lado de la ventanilla del piloto que comenzó a bajarse cuando ella iba por la puerta trasera. Se frenó en seco al ver la sutil sonrisa cuando miró de reojo hacia el piloto. Giró, para quedarse de cara al chico del que seguía desconociendo el nombre, y tuvo que sonreír mientras daba un paso en su dirección.

-Hola.

Su voz había sonado incluso más alegre de lo que había pretendido, pero no tenía ganas de ocultar que estaba feliz al verlo.

-Susan-. El amago de sonrisa se ensanchó mientras decía su nombre y ella se derritió, teniendo incluso que apoyarse en la ventana, sin dejar de mirarlo con una sonrisa de lado a lado.

Pero, ¿qué?   [EN VISTAS DE FUTURO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora