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Él ya no tenía un plan.

Veamos, ¿cómo podría seguirlo cuando se la encontraba de improvisto por tercera vez en dos días? Y pidiéndole que hiciera con ella lo que quisiera.

Está bien. Puede que no se lo hubiera pedido, aún. Se lo había insinuado y tomaba eso como el inicio de algo bueno.

Y aunque no lo hiciera con palabras como él deseaba, simplemente no podría negarle nada si le miraba con esos ojos vidriosos y expectantes de nuevo.

Ella se estaba esforzando por hacer bien su trabajo y aunque en un principio él sólo pretendía darle algo con lo que despejar su mente, y que dejara de mover esa maldita pierna bajo unos pantaloncitos que le hacían apartar la mirada de la carretera más seguido de lo que le gustaría admitir, se había encontrado deseando cosas que no parecían tan imposibles de llevar a cabo.

Su piel parecía llamarle a gritos y ahora que él tenía una mano libre se había permitido tocarla. Esperar por su reacción realmente no había llevado mucho tiempo, pero le había parecido una vida hasta que vio cómo le observó, un sólo segundo que le dio la respuesta que necesitaba.

Volvió a pedirle que cambiara de marcha y mientras él se concentraba a medias en los pedales y ella del todo en la palanca, movió su mano lentamente desde su rodilla hasta la pálida piel de la cara interna de su muslo. Era suave y cálida, y no pudo evitar masajearla al escuchar su respiración acelerarse. Concentró su vista en la carretera, mientras aceleraba y olvidaba el embrague, porque sabía que ella lo miraba; podía notar el aire de sus exhalaciones en su dirección.

Subió su mano hasta donde comenzaban sus pequeños pantalones y volvió a bajarla hasta su rodilla acariciando toda la piel que encontraba a su paso, sus dedos separándose y uniéndose para abarcar todo lo que pudiera. Le pidió que metiera la quinta marcha y mientras obedecía él dio un apretón en su carne, masajeándola tras escuchar su jadeo. La miró: lo ojos medio cerrados, la boca abierta, su pecho subiendo y bajando rápidamente acompañando su respiración. Y había separado las piernas desde que comenzó a acariciarla. Sonrió. Con un dedo levantó el borde de sus pantalones, acariciando la piel alrededor de su sexo. Ella respondió con un ligero movimiento de caderas así que volvió a acariciar el camino hasta su rodilla para luego deshacer recorrido y llegar hasta la unión de sus piernas acariciándolo con dos dedos por encima de la tela, un tercer dedo colándose nuevamente bajo la ropa que comenzaba a molestarle seriamente. Se acercaban a un cruce así que comenzó a frenar gradualmente y pisó el embrague.

-Baja a segunda y -Esperó hasta que empezó a mover la palanca para continuar hablando.- abre tus pantalones o los romperé, nena.

Ella ni si quiera había terminado de meter segunda cuando su otra mano se dirigió hacia sus pantalones, desabrochando los botones que lo cerraban. Él siguió acariciando por la costura de sus pantalones haciendo un poco de presión.

Sus caderas se movían en círculos contra su mano, deseosa. Y no pudo seguir resistiéndose a tocarla sin barrera, su mano adentrándose bajo la delicada tela de sus bragas y encontrando la humedad de su deseo. Se lamió los labios, su dedo abriendo los labios de ella y penetrándola apenas. Jadeaba al tiempo que se balanceaba sobre su mano, que frotaba ahora su clítoris con la palma. Colocó otro dedo en su entrada mientras aceleraba, preparándose para volver a cambiar. Se lo pidió y cuando lo hizo, pasó su entrada con los dos dedos a la vez, moviéndolos en círculos dentro de su calor. Ella gritó, haciéndole alegrarse de llevar las ventanas cerradas para que nadie más que él pudiera escuchar su música, y le hizo penetrarla más hondo, su dedo gordo encargándose ahora de su clítoris con círculos a su alrededor.

Observó vagamente que estaban llegando a la calle de su casa mientras la penetraba con más rapidez, sus dedos moviéndose al compás de sus caderas, su clítoris palpitante pedía más atención de la obtenida. Ella parecía a punto de explotar y le hizo detenerse levemente, empujando únicamente en su entrada para centrar su atención en la bolita que empujaba contra su pulgar. La rozó y escuchó cómo Susan dejaba salir todo el aire contenido en su interior, su pecho subiendo y bajando contra su brazo ahora más pegado a su torso porque ella se había inclinado hacia adelante. Levantó el pulgar y sacó los dedos de su interior pero no apartó su mano. ¿Cómo era posible que esa chica nunca hubiera tenido un orgasmo si estaba más que lista para uno después de tan poco? ¿Qué mierda de novios había tenido? ¿Qué mierda estaba pasando con ella? ¿Y con él?

Pero, ¿qué?   [EN VISTAS DE FUTURO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora