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Susan tuvo un extraño sueño donde nada tenía sentido. Un hombre no paraba de caerse de una silla, una chica no paraba de llamarla, su jefe estaba allí gritándole por alguna razón y también estaba Wen escuchando cómo ella confesaba nunca haber sentido dejarse llevar en medio de una relación sexual.

Cuando se despertó se mantuvo con los ojos cerrados, buscando alguna razón de las imágenes de su sueño. Se le olvidó, porque sentía el calor de un cuerpo rodeándola. Abrió los ojos y pudo ver su propia mano entrelazada con la de alguien.

Sí, recordaba de quién era; pero seguía desconociendo su nombre. ¿Cómo demonios había acabado en la casa de un hombre del que no sabía ni el nombre? ¿Y cómo era posible que ella no se arrepintiera en lo más mínimo?

Sintió algo duro contra su culo y no pudo evitar la tentación de mover sus caderas contra lo que parecía ser una enorme erección. Escuchó un jadeo susurrado en su oído que la hizo estremecer, podía notar su caliente respiración llegando a su cuello y su mano, la que tenía apresada por su muñeca, se apretaba contra su estómago, empujando sus nalgas más cerca de sus caderas.

Supo que se había despertado completamente porque dejó de empujar contra ella, es más, alejó sus caderas todo lo que pudo sin soltar el resto de sus agarres. Giró su cara para verlo desesperezándose, un ojo más abierto que otro mientras la repasaba de los pies a la cabeza a través de las sábanas. Cuando vio que le observaba, sonrió desvergonzadamente y ella vislumbró su sueño y algo más en sus recuerdos.

-Estabas allí... -Parpadeó, sorprendida de no haberse dado cuenta antes-. Tú eres el que se cayó de la silla el sábado por la mañana.

Él miró hacia la mesa donde había puesto el reloj la noche anterior, mientras ella se daba la vuelta para verlo más facilmente ahora que había soltado sus agarres, y luego volvió a ella con una enorme sonrisa divertida en la cara.

-Sí, fui yo.

Ella pensó que debería alejarse algo asustada al menos antes de volver a hablar pero no tenía ganas. ¿Qué más daba?

-Me seguiste hasta que fui al local.

No lo preguntó porque en su mente estaba claro desde el momento en el que se había dado cuenta de que era el mismo hombre. No era capaz de imaginárselo esperando fuera de casa de Wen por al menos una larga hora pero que no pudiera concebir la imagen de algo no significaba que no fuera posible.

-No -.Dudó y ella creyó que mentía-. Mis hermanos me llevaron a ese local. No fue idea mía-. Eso, por otra parte, le pareció sincero-.

-¿Y cómo me encontraste anoche?

Él puso los ojos en blanco mientras le contestaba.

-Tuve una reunión de trabajo cerca de donde te recogí.

-¿Una reunión un domingo?- Preguntó interesada, porque no le había parecido mentira pero sí le parecía extraño.

-Es que fue con mis hermanos también-. Hizo una pausa para mirarla mientras colocaba su brazo a su alrededor, acercándola-. Pero no quiero que pienses que los uso de tapadera.

Se encongió de hombros bajo su abrazo. Por alguna razón no lo hacía, confiaba en sus palabras.

-¿Cómo descubriste que nunca había... he tenido un orgasmo? -Ladeó la cabeza para observarlo, consternada- ¿No lo llevaré escrito en la cara de alguna forma sólo entendible para los hombres como eso de los ojos de loca, verdad? Joder, así que todos en la oficina saben que estoy frustrada sexualmente.

Mientras se lamentaba él se estaba diviertiendo, su cabeza echada hacia atrás acompañando sus sonoras carcajadas.

-Dios, no -. La miró con diversión mientras continuaba-. Aunque un poco de cara de reprimida sí que tienes...

Pero, ¿qué?   [EN VISTAS DE FUTURO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora