1. El comienzo

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Aries

Camino sin rumbo alguno viendo a los demás por ahí sin saber del todo a donde me dirijo. Veo a Libra y a Leo hablando amenamente junto a Afrodita, están descansando en un pequeño muro bajo de mármol cerca de la casa de la diosa.

Veo cómo mientras conversan Afrodita juega con el largo cabello anaranjado y castaño que tiene Leo, que en estos momentos no está sujeto en una trenza. Me alegra que las dos se lleven tan bien con Afrodita pero a veces siento que pueden volverse demasiado superficiales cuando están las tres juntas.

Sigo avanzando, dejando atrás a las chicas que hacen sus cosas. Me cruzo rápidamente con Atenea, le sonrío como un saludo veloz y ella me regresa el gesto además de que agita la mano hacia mí como saludo. Estoy seguro que va a pasar el rato con Libra, ambas son amigas, pero más que eso pienso que mi amiga rubia ve a la diosa como una mentora, le muestra cosas acerca de la justicia y demás.

Llego sin darme cuenta a la casa de Tauro. Veo el portón de mármol blanco cubierta con enredaderas hasta la cima con algunas pequeñas flores creciendo por la parte baja del pilar blanco. Me lo pienso unos segundos antes de encogerme de hombros y caminar a paso de tortuga dentro del lugar.

Avanzo viendo los matorrales de por ahí junto con algunos árboles grandes, de troncos gruesos y frutos brillantes, además de flores desde margaritas, hasta flores "No me olvides" que le dan color a las paredes y al suelo blanco. Tomo una manzana roja y brillante que se ve apetecible, la arranco de la rama, la limpio un poco contra mi toga para después darle un enorme mordisco saboreando la dulzura de esta.

- ¡Tauro!- Grito su nombre esperando a que me responda o que aparezca para darme de alguna forma la bienvenida

- ¡Aquí!- Le escucho en el fondo, en la parte más alejada del lugar así que me dirijo ahí en busca de mi amigo de signo tierra.

Sigo comiendo el fruto que tengo en mi mano mientras continúo mi marcha hasta el taurino. Le veo regando algunas plantas con un jarrón de cerámica café, tan pequeño que fácilmente puede tomarlo con una sola mano.

Sigue con lo suyo como si no notara mi presencia. Termino la manzana, dejando solo el corazón de esta pendiendo del rabillo que sostengo con los dedos.

- ¿Dónde lo pongo?-Cuestiono logrando que capte su mirada rojiza en mí.

Aparta un mechón de su cabello negro que no le permite ver ni un poco, lo acomoda con su mano detrás de la oreja y me señala un matorral de buganvilias detrás de mí.

-Cúbrela bien con la tierra sino no funcionara de nada- Sigue con lo suyo dejando de verme, aun así yo asiento entendiendo que el desperdicio de la manzana sirve como fertilizante para las plantas

- ¿Apenas empezaste?- Hincado, uso mis manos para cubrir el corazón de la manzana con la tierra, ensuciándome un poco pero realmente no me incomoda. Me refiero al hecho de que Tauro está regando sus plantas. Ya es tarde así que me sorprende que él apenas este comenzando.

-Sí, estaba, más bien estoy ocupado, pero ya vez que no puedo ni descuidar un minuto mi hogar

Tauro

- ¿Ocupado?- Escucho como pregunta confundido y estoy casi seguro de que ha hecho aquel gesto gracioso con sus cejas, levantando una para después levantar la otra como si hiciera una ola.

-Sí, algo así

- ¿Te ayudo con algo?- Se planta junto a mí, me giro a verlo cruzando mi mirada roja con sus ojos completamente oscuros sino fuera por la pequeña pupila color sangre.

-Claro- Sonrío- Puedes ayudarme a regar

Le señalo un jarrón igual al que yo tengo conmigo; esta en el suelo junto a un árbol de durazno. Mira en la dirección que le señalo, vuelve a dirigirme la mirada y asiente, se acerca y lo toma con agilidad para después dirigirse a la fuente que se encuentra cerca. Llena completamente con la clara agua que brota, en silencio comienza a regar las plantas que se encuentran más cerca de él. Sigo con lo mío mientras converso con mi amigo.

Problemas en el Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora