La pesadilla se repetía una y otra y otra vez. No podía hacer nada por escapar de ella. Volvía a estar en esa cafetería y volvía a subir a la habitación de mi madre. A veces soñaba con que estaba consciente, viva y sana, entonces cuando despertaba del sueño quería morirme. En otras ocasiones se repetía una y otra vez lo que había pasado en la realidad, cuando entraba en la habitación y mi madre ya había muerto.
Las mañanas posteriores al entierro de mamá, me despertaba muy tarde, bueno creo que en realidad hubo una o dos días en los que ni siquiera me desperté. Siempre realizaba el mismo ritual, cuando me levantaba después de una pesadilla, lo primero era tratar de acompasar mi respiración. Me secaba las lágrimas y permanecía tumbada boca arriba relamiéndome de la tristeza durante horas. Los días fueron pasando, en una ocasión, calculando, me sorprendí al darme cuenta que el curso ya había empezado, segundo de Bachillerato, el que decían que era el año más importante de la vida de un estudiante. Me daba igual, una parte de mi pensaba que jamás iba a volver allí. La tristeza me ahogaba cada minuto del día. Algunas mañanas me levantaba y me sentaba en el alféizar de la ventana, casi todos los días nublados o que llovía, o durante las noches en las que no quería ni tan siquiera cerrar los ojos. Cuando hacia sol corría todas las cortinas de la casa y bajaba las persianas, la alegría del ambiente me dañaba el alma. Un par de veces al día entraban en casa mis tíos, algún amigo o quizás algún vecino… me daban un beso y me preguntaban durante algunos minutos como me había ido el día, que había hecho, si había comido…durante esos instantes reunía todas mis fuerzas para estar centrada para no asustarlos, pero cuando se iban volvía a sumirme en la tristeza. Buscaban no dejarme mucho rato sola y aunque eso suponía bastante molestia para mí pues tenía que espabilar y mantener a raya mi dolor, tampoco tenía muchas fuerzas para quejarme.
Cuando evoco aquellas semanas, las recuerdo muy oscuras, como si fuera una historia de terror, todo en mi día se reducía a llorar, dormir y pensar, ahora lo veo como algo deprimente pero es normal, había muerto el único apoyo de mi vida y claro está, eso te marca.
Así pasaron las noches, las mañanas y las tardes unas tras otra, pero poco a poco el dolor se fue diluyendo, en ningún momento desapareció claro pero se hizo más difuso, pude limitar mis llantos a cuando despertaba de la horrible pesadilla que me perseguía, poco a poco fui más consciente de que tenía que seguir viviendo, comencé a comer con regularidad y a despertarme a unas horas más o menos normales. Sentí algo distinto, no era alegría, eso era imposible, diría más bien que era esperanza. Quizás dentro de unos diez año podría sonreír…eso ya era algo. Lo que pasa es que ese ligero sentimiento de mejora, hizo que mi familia tomara una decisión que aunque tengo que reconocer que a largo plazo fue la mejor, en el momento no pude sentarme peor.
Cuando llevaba un mes recluida sin salir para nada, llego el otoño…octubre se presento como un mes frío y oscuro, a pesar de que todavía no habían bajado las temperaturas. Una mañana llamaron al timbre, eran mis tíos y estaban serios, muy serios y eso me preocupo bastante, pues distaba mucho de la actitud compasiva que habían tenido hacia mí durante las últimas semanas.
Mis tíos no traían buenas noticias, aquello era algo que mi propio subconsciente había tratado de avisarme, pero que en mi estado no había podido o no había querido ver. Ahora que estaba mejor, tenía que marcharme:
-Pequeña no tienes ni los dieciocho, no podemos dejar que vivas sola, tiene que ir recuperando poco a poco el ritmo normal de ti vida.
¿El ritmo normal de mi vida? ¿Qué vida? Ese ritmo para mi había muerto. Como iba a volver a salir a la calle y a ver a la gente cuando estaba tan rota, ¿qué es lo que pretendían mis tíos?
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Bella Sombra
RomanceMiriam siempre se había considerado una chica corriente, hasta que su madre muere y su vida acaba manga por hombro, entre la tristeza por su perdida, la aparición de un extraño profesor que parece dispuesto a amargarle la vida, y de un hombre que di...