Aquel día, aquel caluroso día de verano, yo, Theodore Nott, me encontraba en mi casa. Una pequeña situada a las afueras de Glasgow. Era muy humilde con un pequeño jardín en el que solía jugar, como cualquier otro niño normal. Ese día, estaba en mi habitación, situada en la segunda planta. Había hechizado unos juguetes y me divertía con ellos. Los soldados desfilaban a a lo largo de mi habitación, contrastando su tono rojo con el azul de las paredes. Se movían uniformemente, parecía aquella película muggle de juguetes, Toy Story. Probablemente usaba eso como un refugio de todo, pues recuerdo haber escuchado voces. Eran de mis padres. Mi padre era un señor cuya vida no era algo de lo que estar orgulloso. Tras fracasos y fracasos, mis abuelos decidieron que deberían casarlo con una mujer de su sangre, limpia como él, para así mantener nuestro linaje. No creo que ellos sintieron algo por el otro al principio, pues era una idea de mis abuelos, sólo para mantener el estatus. Pero con el paso del tiempo eso cambió, a pesar de todas sus diferencias. Mi madre, provenía de una familia pura, de alta importancia en la sociedad, sin embargo nunca tuvimos mucho contacto con ellos. Por lo que parecía, años antes de mi nacimiento, mi padre empezó a tener un trabajo un tanto particular pues según sabía, tenía que hacer encargos misteriosos que no contaba ni a mi madre, ella más tarde descubrió que pertenecía al grupo de los "Mortífagos", magos que querían la limpieza de sangre. Su líder era conocido como Lord Voldemort. Mi madre no puso ninguna objeción contra aquello, nunca supe si fue por miedo o porque simplemente estaba de acuerdo con ellos, algo propio en una familia como la de ella. Al nacer yo, en mi casa el ambiente se ablandó un poco. Pero meses más tarde, aquel Señor Tenebroso, sí, el líder de aquella banda, fue derrotado por nada menos que un pequeño niño. Mi padre a raíz de eso cayó en una depresión. Y recuerdo a mis tres años de edad haberle visto llegar a casa tarde después de haber bebido, comenzando a ser algo habitual, al igual que las discusiones en mi casa. Al haber crecido en ese ambiente estaba acostumbrado a todo lo que refiere al alcohol y maltratos, por ello solía encerrarme en mi cuarto a hechizar soldados, como aquel caluroso día...
Las voces que escuché esa tarde, eran incluso peores que las de cualquier otra. Supuse que habían empezado a discutir, al haber vivido esto más veces, con mis nueve años había madurado ante situaciones así, afrontándolo sin llorar, siempre serio y distante ante todo, algo que sigo conservando.
Al bajar las escaleras vi aquello que jamás pensé que ocurriría, aquello que provocaría que las lágrimas surgieran por primera vez en mi rostro. Una luz verde salía de mi padre y derrumbaba a mi madre, una luz verde que que significaba todo. Porque esa luz me había quitado a mi madre y a mi padre, pues toda humanidad en él acababa de perderse. Sabía la razón del motivo al ver la botella en el suelo, él había bebido, estaba borracho. Horas después cuando vio lo que había hecho comenzó a beber más de lo habitual. En ese momento, me prometí no ser como él.
