"Riddikulus"

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Mi verano no había sido nada especial, como era de esperar mi padre seguía igual. Esta vez ni siquiera tuvimos alguna conversación que superara diez minutos. A medida que crecía me daba cuenta como mi esperanza iba desapareciendo. Como aquel pequeño niño que soñaba con que su padre se comportase como tal iba desvaneciéndose dejando a un chico joven que no creía en nada. Porque así era como yo, Theodore Nott, me iba sintiendo. Apenas me parecía a ese dulce niño de nueve años, cada vez era más serio, más distante. Aún así la llegada a Hogwarts era algo que me agradaba, era cierto que tampoco me ilusionaba tanto como cuando tenía once años pero el simple hecho de ir allí me reconfortaba y me ayudaba, aunque quizás no lo apreciara. Había estado en contacto con Blaise durante el verano, ambos nos mandábamos cartas, donde solía contarme sobre el nuevo marido de su madre, otro hombre millonario que como los anteriores no me extrañaría que muriera en extrañas circunstancias. Porque según los rumores todos los maridos de su madre, que no fueron pocos, eran millonarios y solían morir misteriosamente, haciendo que el dinero pasara a ser de la madre de Blaise. Para él era algo normal así que no se molestaba con la cantidad de comentarios despectivos a su madre, sin embargo era un tema que no le gustaba tratar, ni siquiera conmigo.
Tanto Blaise como yo estábamos esperando el día 1 de septiembre para comenzar nuestro tercer año y así poder vernos pues desde hacía unos meses lo único que sabíamos del otro eran las cartas. Pero sin duda lo que menos nos apetecía era escuchar como Malfoy se pavoneaba del "increíble verano" que había tenido mientras que Pansy y las demás se le tiraban prácticamente encima.
Cuando llegó el día, me dirigí como años anteriores a la estación, cuidadosamente sin que me vieran los Muggles traspasé la barrera del andén 9 y 3/4 para poder subirme en el expreso. Esta mañana hacía un particular frío, el aire soplaba como nunca y el sol era imposible de ver. Al entrar en el tren, se notaba lo acogedor que era, miré en los compartimentos, la mayoría llenos. En uno estaba Blaise junto otros Slytherins. Entré y durante el viaje estuvimos hablando, incluso llegaron Malfoy, Crabbe y Goyle más tarde que se unieron a la conversación.
- ¿No hace frío ahora? -preguntó Goyle.
- ¡Por las barbas de Merlín! La luz... -añadió Crabbe cuando las luces del tren se apagaron mientras se escuchaban gritos en los demás vagones.
- Que raro. Se habrá averiado algo. Iré a ver que pasa. -dije mientras me levantaba y salía del compartimento.
No me sorprendió que no fuera el único que había salido para comprobar que pasaba, algunos asomados y otros andaban por el pasillo para buscar una posible explicación a lo ocurrido. De todas formas era imposible ver bien, no había ninguna luz, muchos usaban el encantamiento lumus pero no servía de mucho al haber tan poca claridad. Seguí en una dirección en la que había menos estudiantes, probablemente la mayoría habían decidido volver a sus compartimentos. Cada vez había menos luz, y el cielo estaba oscuro y nublado por no hablar del inmenso frío que hacía en aquel instante. De repente el tren se movió un poco, como si hubiera temblado pese al haberse detenido, al hacerlo se escucharon gritos y varios de cayeron. Yo en cambio choqué con algo. No era una pared porque era más pequeño y menos rígido. Aunque había muy poca luz intenté reconocer de quién se trataba. Era una chica...
- ¿Davis?
- ¿Nott?
Pues sí, en efecto, se trataba de Tracey Davis. Me resultaba bastante incómodo pues no había hablado con ella desde nuestro pequeño incidente el año pasado en el que me reí de ella y de su aprecio a los sangre sucia. Sin duda era la última con la que pensé que chocaría y probablemente ella pensaba lo mismo.
- ¿Qué es lo que pasa? -preguntó ella.
- No lo sé, pero hace frío... -respondí mientras un escalofrío recorría mi cuerpo.
-Theo... ¿Qué... qué es eso? -murmuró mientras se ponía rígida y miraba asustada hacia algo cercano a nosotros.
Me giré para ver qué era aquello de lo que hablaba y pude ver un ser negro como un hombre con capucha pero que transmitía frío, bastante frío, más del que ya hacía. No tardé mucho en darme cuenta de lo que era. Y por lo que sabía lo mejor era alejarse.
- Corre Tracey. Es un dementor.
Sí, un dementor. Aquellas criaturas que se alimentan de nuestros buenos sentimientos dejándonos anclados en lo más doloroso de nuestras vidas. Sin dudarlo, cogí a Tracey de la mano y corrí por el pasillo para poder alejarnos de aquello. Cuando nos habíamos apartado lo suficiente y los dos respirábamos agitadamente después de haber corrido tanto, pude apreciar una luz blanca hacia el ser para que minutos más tarde volviera a ver luz en el tren. Haciendo que me diera cuenta que Tracey y yo éramos los únicos allí.
- Será mejor que volvamos a nuestros compartimentos. --puntualicé.
-Sí, nos vemos en el comedor. -me dijo antes de irse y dándome una leve sonrisa.
-Adiós. -dije en un murmuro apenas audible mientras se marchaba y yo también.

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