-Capítulo 6-

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Me desperté gracias a mis cachorritos, a los cuales aún no les colocaba nombre. Me coloqué mis pantuflas y salí de mi habitación. Quería comer algo. Había un montón de ayudantes del palacio yendo de un lado a otro. Todos iban rápido, buscando o llevando cosas.

-¡Princesa! -gritó Amber alterada y corrió hacia mí. Me tomó de la mano y en cuestión de segundos volvía a estar en mi habitación.

-¿Qué sucede? ¿Por qué tanto revuelo? -pregunté.

-Hoy su padre anunciará formalmente su llegada. -dijo Amber.

-Pero yo iba a ir de compras, a conocer la ciudad.

-Va a ir de compras, pero por un vestido para la gala de esta noche, allí se presentará formalmente frente a la nobleza y a la realeza. Debe estar perfecta. -sacó una agenda de su bolsillo y comenzó a leer -Comprará el vestido, a las once tiene cita en el spa y no puede llegar tarde, luego a la una cita en la manicura y pedicura, a las dos una cita en la peluquería y a las tres debe de vuelta aquí para que la maquillen. Debe cumplir los horarios estrictamente, ni un minuto tarde. Lo colores del vestido no pueden ser, rojo, morado, ningún color pastel, ni colores fluorescentes. Debe ser algo sencillo digno de una princesa y especialmente adecuado para la gala. Los zapatos del mismo color o más claros pero no más oscuros. Nada mayor a diez centímetros ni menor a cinco. -tomó aire y me miró.

-¿Qué? -pregunté.

-¡Es tarde! -dijo histérica -Debe meterse a bañar. ¿Tiene la ropa con la que saldrá hoy? -preguntó.

-Sí, sobre la silla -le señalé el armario y corrí a ducharme.

Me duche a máxima velocidad, lo cual terminó en catástrofe, me entró acondicionador al ojo me resbalé dos veces y tiré la toalla al agua. Salí del baño, ya seca y con mi piel hidratada. Amber había dejado toda mi ropa estirada sobre mi cama, pero me extrañó no ver a mis perritos. Me vestí lo más rápido que pude. Mi look consistía en un jean azul, básica negra de tirantes, botas blancas con peluchito dentro y fuera, y un tapado rosa claro que llegaba a la mitad de mis muslos, llevaba una bufanda de lana blanca y mi bolso negro de flecos (multimedia). Me coloqué un maquillaje natural y salí de mi habitación.

Afuera me esperaba Antonio en la camioneta. Me subí en la parte trasera y me coloqué el cinturón de seguridad. Antonio estaba serio y miraba al frente.

-Buen día, Antonio -lo saludé alegre.

-Buen día, princesa -dijo frío.

-¿Sucede algo? -pregunté.

-La condesa Deacon, le ha dicho al rey que la he abrazado y hemos hablado sin respetar la jerarquía y el rey me ha ordenado no hablarle más de lo debido y de la forma apropiada -dijo algo triste.

-Vamos Antonio, somos amigos. No importa lo que diga mi padre, ahora estás conmigo y mando yo -le sonreí a través del retrovisor. Él sonrió.

La puerta del lado del acompañante se abrió y un hombre vestido de traje subió a la camioneta.

-¿Tú quién eres? -pregunté.

-Es su guarda espalda, princesa -dijo Antonio.

-Ah. -dije simplemente.

Fui todo el viaje en silencio. Mi guarda espalda había estado serio en todo momento. Me incomodaba en cierto modo. Cuando llegamos al centro de la ciudad Antonio detuvo la camioneta y abrió mi puerta. Luego solo volvió al castillo.

-¿Cómo te llamas? -le pregunté a mi guarda espalda.

-Xavier -respondió frío.

-Bien, Xavier, soy Alyssa tu nueva amiga -me presenté y le extendí la mano.

Guerra en el colegio RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora