Capitulo 31

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Capitulo 31:

Las noches en vela habían valido la pena, sin nada que hacer por las noches me había dedicado a sentarme en el piso y con la puerta ligeramente abierta observaba la clínica que por las noches parecía vacía. Con el paso de las noches me di cuenta que siempre había alguien vigilando, un guardia que se paseaba por el gran pasillo de las habitaciones, atento a cualquier cosa a su alrededor. Parecía que éramos criminales, pero en fin el lugar parecía una cárcel. A mitad de la noche algo ocurría diariamente, a la misma hora y en el mismo lugar; el cambio de guardia. Ese vigilante dejaba el lugar por unos cinco minutos, luego aparecía otro tomando el lugar del anterior. Eran cinco minutos, ni un minuto menos ni un minuto más. Todos los días ocurría lo mismo y esperaba que esa noche no fuera la excepción. Iba a aprovechar esos cinco minutos para poder salir de ese lugar.
Era obvio que mi lugar ya no era ahí, yo ya no tenía ganas de rehabilitarme, ya no tenía una motivación. Justin no estaba, la única persona que creía que iba a cambiar ya no le importaba. No era necesario seguir engañándome a mí misma. Ese lugar me tenía harta, ya no podía. Me rendía, así de simple.
Me pegué a la puerta y la abrí solo un poco, el guardia seguía ahí paseándose de un lado a otro. Miré el reloj que se encontraba en mi pared, faltaban solo dos minutos para que dejara su guardia. Me mordí el labio y lo mastiqué con impaciencia, hasta que me hizo sangrar un poco. El reloj marcó las dos de la mañana y en se mismo instante el guardia miró su reloj, paseó la mirada por su alrededor y se fue de ahí dejándome el área despejada.
Suspiré profundamente, podía sentir que un nudo en la garganta se me formaba. Decepcionaría a muchos, pero ya no importaba, nadie podría arreglar lo que era. Abrí la puerta y comencé a correr en dirección a la puerta principal, el tiempo estaba contado así que no debía retrasarme ningún minuto. Mientras corría las imágenes de las personas que me habían brindado su apoyo aparecieron en mi mente, Macy, mi terapeuta, katy,Ryan.Christian,Chaz incluso Pattie y su amiga Molly y finalmente Justin, fue ahí cuando sentí que una lágrima resbalaba por mi mejilla. "Lo siento" pensé.
Llegué hasta la puerta principal y la abrí sin ninguna dificultad, pero una alarma comenzó a sonar. Eso hizo que reaccionara y comencé a correr lo más rápido que pude, lejos de ahí. No podían atraparme, no podía dejar que me encontraran. Volvía la cabeza sobre mi hombro de vez en cuando para comprobar que nadie me estuviera siguiendo, pero no paré hasta que supe que era seguro.
Agitada y con la respiración entrecortada disminuí la velocidad hasta pararme justo en la entrada de un metro. Me llevé la mano al pecho y podía notar que mi corazón latía con fuerza. Era momento de decidir qué haría. No estaba preocupada, sabía cómo sobrevivir en las calles. Iba a estar bien o eso pensaba.
Me adentré en la estación del metro mientras pensaba en un lugar a donde ir. Necesitaba dinero, y desconocía la cuenta de banco donde Justin había estado guardando todo mi dinero. Así que lo primero que debía hacer era conseguir dinero. Sabía que estaba haciendo las cosas mal, que todo lo que había avanzado se estaba yendo a la basura, pero ya no podía más con la ansiedad ni la tristeza. Volvería la antigua _______.
No llevaba ropa adecuada para el trabajo y por esa razón las chicas que se encontraban ahí me miraron extrañadas.
-¿Crees que con esas garras llamaras la atención de alguien? - me dijo una de ellas.
Alcé la cabeza y le dediqué una mirada fría. Entonces agarré la delgada blusa que llevaba y la rompí por la mitad, dejando que se viera mi ropa interior. Agarré los bordes inferiores que quedaron sueltos y me los amarré, haciendo que quedara como una torera.
La chica sonrió.
-¡Vaya! - exclamó y se acercó hasta donde estaba - ¿Cigarro? - me ofreció.
Sonreí a medias y se lo acepté. Tal vez eso calmaría la ansiedad por un rato. Me lo prendió y luego le di un par de caladas. Al instante me relajó pero no del todo.
-Gracias - le dije en voz baja.
-De nada chica y prepárate - me guiñó un ojo y después se alejó.
No pasaron ni cinco minutos cuando un coche se acercó hasta donde estaba yo. Tragué con dificultad, me arreglé la blusa destrozada y me acerqué.
-Doscientos - le dije por la ventana.
-Perfecto - exclamó el hombre que venía en el coche - Sube.
En menos de lo que pensaba ya me encontraba en un motel, tumbada en la cama y con ese hombre encima de mí. Estaba asqueada y no dejaba de pensar que traicionaba de una manera horrible a Justin, después de que él se había entregado a mí de aquella manera, me había ayudado y me había entregado su amor. El hombre soltó un gemido en mi oído y yo lo único que quería es que acabara lo más pronto posible, ya no lo soportaba. Quería mi dinero e irme.
Quité al hombre de un empujón y yo me senté en la cama, no pude contenerme las lágrimas.
-Dame mi dinero - le dije mientras me ponía de nuevo mi ropa.
-¿No quieres quedarte un poco más? - dijo el hombre lanzándome una sonrisa picara.
Lo fulminé con la mirada y le extendí mi mano.
-Dámelo, ahora - le ordené.
-No te pases de lista - la sonrisa había desparecido.
-Quiero irme ya, este lugar me da asco.
-Claro, como si lo que tú haces fuera tan higiénico.
Me acerqué al hombre y le pegue una fuerte cachetada.
-¡Dame mi dinero! - le grité y lo jalé del cabello.
Me miró con los ojos inyectados de rabia.
-¡Toma tu asqueroso dinero! - me gritó pasándome los billetes - ¡Lárgate!
Lo solté y me di la vuelta para salir de ese lugar.
Sentía una profunda tristeza en mi interior, estaba tan decepcionada de mí, de mis acciones. Pero ya a nadie le importaría eso, ni a Justin; él viviría su vida con alguna persona que lo merece, no necesitaba a alguien con problemas, como yo. Fui una tonta en pensar que mi vida iba a ser como en las películas, tenía todo un antecedente que nunca me dejarían ser feliz. Todo lo vivido con Justin había sido demasiado bueno para ser verdad. Mientras caminaba en dirección a donde estaba mi antiguo departamento, no paré de llorar, las lagrimas empapan mi rostro y nublaban mi vista. Nunca antes me había sentido tan triste y desanimada de la vida. Faltaba poco, pronto haría que esa tristeza que sentía se fuera por lo menos por unas horas.

call girl, no phone || j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora