" Mads. "

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Tenía los nervios por las nubes, por no hablar de mi pulso.
Me quedé en blanco, mi mente colapsó.
Mis labios entreabiertos dibujaban, compenetrados con mi mirada, una mueca de miedo e inseguridad en mi pálido rostro.

El tacto de una mano sobre mi hombro, me hizo salir de aquel caótico trance.
Era Ben, agachado junto al hombre, en la misma posición que yo.

- Ante todo, calma.- sus palabras fueron las únicas que mi subconsciente quiso escuchar realmente, pues los gritos de socorro de la señora habían pasado desapercibidos mientras mi confusión me había inmovilizado.

- Hagan algo, por favor... - pidió la mujer, ya más calmada.- Dense prisa. Mi marido está sufriendo.

Parecía que la suave y a la vez grave voz de Ben, era capaz de calmar a cualquiera. Sus movimientos iban al compás de sus palabras, y era imposible no admirar aquel responsable comportamiento ante situaciones como esta.

- Bien... - me echó un rápido vistazo, y en un fugaz corte, separó de mi sudadera un trozo de la parte inferior. Dejando una zona de mi abdomen a la vista.

-¿Qué...?- hablé medio confundida.

- Lo siento, todo sea por salvar una vida. - sus ojos se clavaron en los míos por un instante, para segundos más tarde dirigirse hacia la herida del jadeante señor.- Ponle esto y haz presión. - me ordenó en un tono autoritario. Sin embargo, no iba a dejarme paralizar de nuevo por el miedo. No quería volver a ser inútil.

- Amy, ¿Aún nos queda agua? - me dispuse de rodillas a un costado del herido, esperando respuesta.

Ben quedó un tanto confuso ante mis acciones.

Amy asintió, y buscó con prisa la botella de agua que llevaba en su pequeña mochila.
Me la ofreció, y derramé apresuradamente parte de su contenido sobre la mordedura en el hombro de aquel hombre. Mi acción pareció causar un gran alivio en éste, debido a la fría temperatura del líquido.
Seguido, arrebaté el trozo de tela de las manos de Ben. Limpié con cuidado y prisa la herida, para después darle la vuelta a la fina capa de tela que sostenía con nervios, y posarla sobre la sangrante abertura en la piel.
Ejercí ligera, pero suficiente presión.
Tras esto, respiré profundamente.

- Vámonos de aquí, rápido. Los gritos deben haber llamado la atención, y necesito un trozo de tela más fuerte para contener la hemorragia adecuadamente. Esto es sólo provisional. - vi cómo Lydia y la señora asentían con la cabeza instantáneamente.
Ben se limitó a no decir palabra, mientras me miraba de forma extraña, como si estuviera confundido.
Mientras tanto, ayudé a Amy y a la mujer desconocida, para así levantar al hombre.
Amy recogió la botella, y la guardó con precaución. Después, nos siguió.

Ben se quedó un par de segundos atrás, pensativo.
Su actitud me confundió.
Aunque no tardó en unirse a nosotras.

[ . . . ]

Llevábamos unos 10 minutos caminando, el cansancio se hacía ya presente. Por poco que fuera el tiempo que habíamos caminado.
El señor al que estábamos ayudando, no era precisamente liviano.
El calor era notorio a aquellas alturas, pues estábamos en la época en la que el verano no tardaría mucho en manifestarse en forma de ardiente sol.
Ligeras gotas de sudor bañaban la frente y mejillas de la mayoría de nosotros, más bien de quienes soportábamos a la pareja de la que parecía una inocente señora.
La cual por fin decidió romper el silencio.

- No sé cómo podría agradecerles lo que están haciendo por nosotros. Muchas gracias, de veras.

- No hay de qué... En esta guerra estamos en el mismo bando. Si no nos ayudamos entre nosotros, ¿Qué nos queda? - tras acabar esta frase, mis músculos faciales se flexionaron en una pequeña mueca de esfuerzo y dolor. Nada que no pudiera soportar, pero empezaba a hacerse costoso.

- Me llamo Gretta.- se presentó, tras sonreír cálidamente.- Y él es Thomas, mi marido.

- Un placer. - dijo educadamente mi hermana menor.- Yo soy Amy, y ellos son Beth, Lydia y... - echó un vistazo atrás, para comprobar la presencia del último. - Y Ben.

- El placer es nuestro...- articuló costosamente Thomas.- Esto ha sido un gesto de lo más considerado por vuestra parte. Un grupo de jóvenes como vosotros, compadeciéndose de una pareja de viejos como nosotros...- rió con dificultad, sin perder aquella agradable y gentil actitud.- Les estaremos eternamente agradecidos.

- No diga eso... No seríamos humanos si les hubiésemos dejado a su suerte.- observó mi compañera.

No pasó mucho tiempo, cuando tomamos la decisión de descansar en un claro del bosque. Donde había un par de enormes rocas para sentarnos y descargar nuestro peso.

Fuimos capaces de encender un fuego con un mechero que Ben llevaba, y unas cuantas hojas secas y palos.
Nos sentamos dispuestos alrededor de la fogata, todos juntos.

- ¿Mejor? - pregunté tras apretar más fuerte la improvisada venda de Thomas.

- Eso creo... - se acomodó en su sitio, de forma que el dolor no le molestase.
Me aparté de él y me senté entre mi hermana y Lydia.

Ben estaba montando las tiendas de campaña que milagrosamente traía la pareja en sus mochilas.
No había dirigido palabra a nadie desde aquello.

- Bueno, yo creo que es hora de hablar sobre 'ellos'.- suspiró Lydia, acunando su cara sobre una de sus manos, apoyada en su rodilla.

- Bien... Veamos.- me levanté de mi asiento, para quedarme recostada sobre un árbol. Me encogí de hombros, sin saber muy bien qué decir para empezar a hablar sobre aquel tema.

- Parecen... Una especie de 'zombies'. - comentó Amy.

- Pero son mucho más rápidos. - respondí.

- Y voraces... Además, parecen estar vivos. - añadió Thomas.

- Llevo todo este tiempo preguntándome qué podrían ser... Son tan extraños.- dijo Lydia, casi para sí misma.

- Ni siquiera sabemos su origen, pero... Nos da la sensación de que no son humanos. A pesar de su apariencia.- aquella suposición de Gretta me dejó confusa unos minutos.

Era cierto que por su aspecto, parecían simples humanos ensangrentados, con anomalías en sus ojos, y quizá varias heridas cubriendo su cuerpo.
Pero... Aquellos movimientos.
Unos más lentos, otros más veloces.
Algunos más deformados que otros... Era demasiado sencillo distinguirlos de un ser humano, como lo somos nosotros.

- Creo que es muy pronto para definir su existencia. Lo único que debemos saber de ellos por el momento, es que son peligrosos. Letales, más bien.- objeté con la mirada perdida en las ardientes ascuas de la fogata.

Hubo una pausa, en la que ninguno de nosotros habló durante alrededor de medio minuto. Reflexionando, al menos por mi parte.

- Quizá... Deberíamos darles un nombre. - las palabras de la más pequeña, nos llamaron la atención a todos.- Ya sabéis... Para poder hablar de ellos sin tener que utilizar palabras como... "Zombie", "monstruo", "cosa"...

- Me parece bien. - aceptó Lydia, con cierto asombro.

- Y... ¿Qué sugieres, pequeña? - la miró Gretta, con curiosidad .

- No sé... A mí me recuerdan a las personas que estaban en aquel psiquiátrico. Nunca los he visto... Pero es lo primero que se me viene a la mente cuando hablamos de ellos.

- Tiene lógica, las cosas empezaron a ir mal cuando se armó todo ese lío del psiquiátrico, y el suicidio... - nunca había visto a mi amiga tan seria. Aquella era la primera vez que notaba cómo sus facciones no expresaban a penas nada.

- Mads.- solté impulsivamente.

Hubo un sepulcral silencio que duró varios segundos.

- No hay palabra que los defina mejor. - murmuró Thomas.

This is not a zombie apocalypse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora