Fuera.

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Sé perfectamente que Ben me vio cuando eché aquel vistazo a la sala de estar. Y no me dijo nada... En fin. Supongo que no importa.

Todos estábamos en posición, listos para correr. Junto a la puerta.
Ben empuñaba su cuchillo, yo el puñal que me había dado hace unos minutos.

- Recuerda: si alguno se te acerca, no dudes en enterrarle el arma en el cráneo. Que no te toquen, por precaución.- mientras Ben me explicaba, yo mantenía mi mirada en sus ojos. Atenta y pensativa.

- Pero... Los únicos que llevamos armas somos tú y yo. Además, yo no sé utilizarla. Jamás he hecho nada parecido. - la idea cada vez me parecía más descabellada, y el pánico comenzó a llegar a mí.
Me sentía débil, indefensa e inútil.
Temía por mi vida.

Ben notó mi ansiedad, y colocó su mano comprensivamente sobre mi hombro. Habló en un tono que trataba de calmar mis nervios.

- Escucha, yo os protegeré. No es la primera vez que me enfrento a ellos, sé cómo actúan. Sólo no os separéis de mí en ningún momento, y todo irá bien. ¿Vale?

Mientras hablaba, me había mirado a los ojos. Y poco a poco fui sintiéndome más tranquila.
Por alguna razón, estar cerca de él ya no me inspiraba desconfianza, ni necesidad de estar alerta. Sino todo lo contrario. A su lado me sentía segura y protegida.

Asentí débilmente, sintiéndome como una niña pequeña ante aquella situación. Exactamente igual que Amy, hacía varios minutos, cuando todo esto empezó y yo tuve que calmar el miedo que la consumía.

- Tú subirás a mi espalda, pequeña. - Ben se acercó a Amy, para después mirarnos a Lydia y a mí. - Y tu hermana y su amiga irán detrás de nosotros para cubrirnos.- Amy asintió, comprendiendo el plan.

La ansiedad llegó a mí de nuevo, justo cuando Ben colocó su mano en el pomo de la puerta.
Me miró, y formó con sus labios una pequeña sonrisa, trasmitiéndome de nuevo cierta serenidad.
Asentí, y Lydia y yo nos colocamos detrás de él. Pegadas a su espalda, donde ahora cargaba a Amy.

Ben hizo la cuenta atrás, y abrió la puerta de golpe.

Empecé a correr, con la mirada perdida. No quería verlos de nuevo. Si lo hacía, el pánico me invadiría.
Pero a penas pude correr un par de metros, cuando vi uno de ellos venir a paso frenético hacia mí.
Corrí tan rápido como me era posible, pero venía directo a mí, y era inevitable.
Lo tenía a pocos centímetros, y mi corazón latía a mil por hora.
Empuñé con fuerza el único arma que tenía, casi no sentía mi mano. Quise alzar el brazo, hacer siquiera un amago de atacar, pero mi cuerpo no respondía. Mi brazo se mantenía rígido e inmóvil.
Supe que allí se terminaba todo para mí.

Cerré los ojos con fuerza, y una pequeña lágrima se deslizó por mi mejilla. Noté cómo aquel ser agarraba mi hombro con fuerza, e instantáneamente mi cuerpo entero se paralizó. Dejé de correr, y esperé mi muerte.

Sin embargo, no llegó. Y en lugar de aquello, sentí cómo algo me salpicaba en el rostro. Pequeñas gotas de alguna sustancia líquida. Me atreví a abrir los ojos, y me encontré con Ben, sujetando el cuerpo de aquella criatura, que ya no se movía. Tenía un cuchillo enterrado en la sien.

La oscura sangre de lo que un día fue un ser humano, manchaba mis mejillas.
Una sensación de alivio como jamás había sentido, invadió mi cuerpo. Aunque seguía un tanto confundida. No supe reaccionar, hasta que Ben tomó mi muñeca y tiró de mí.

Seguimos corriendo, girando en un par de calles, hasta que finalmente divisé al final de una avenida la comisaría de policía.
Recorrimos la recta final a velocidad máxima.

This is not a zombie apocalypse.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora