Grij despertó sobresaltado. No sabía dónde estaba y tardó unos segundos en ubicarse. Entonces, recordó que la noche anterior había tratado de no dormirse para estar despierto en el momento de la partida de Ignisss, pero había fracasado en su misión. Rogando para que ella no se hubiese ido, corrió hacia su habitación y la abrió con cuidado. Suspiró. Ignisss seguía dormida. Llevaba la capa puesta, pero la capucha bajada, de manera que Grij vio que el resto de su melena era corta y muy lisa. Al estar dormida, el pelo se le había quedado blanco como la nieve. El hecho de que estuviera dormida, la hacía parecer más vulnerable e inofensiva, pero Grij concluyó en que había algo más que la hacía parecer diferente. Estuvo un rato allí de pie, mirándola y pensando qué había cambiado. ¡Los ojos! Eso era. Mientras Ignisss se mantenía de pie, el abundante flequillo tapaba completamente sus ojos, frente y buena parte de la nariz, pero al estar tumbada de lado, el pelo se había inclinado hacia abajo, dejando entrever un ojo cerrado. Ese detalle la hacía más humana y normal. Ahora que había descubierto qué era lo que le extrañaba, Grij salió de la habitación y se dirigió a la cocina a desayunar. No creyó que la chica volviera a prepararle la comida, y de todas maneras, quería mantenerse ocupado para no volver a dormirse.
Miró a su alrededor, buscando algún armario con aspecto interesante y, finalmente, se decantó por uno que se encontraba debajo de la encimera, al alcance de su baja estatura. Lo abrió reverencialmente y encontró un paquete de galletas intacto. Rasgó el cartón y olisqueó una de las galletas para comprobar si era comestible. Lo parecía. Cogió tres más y las puso encima de un plato limpio. Luego se sirvió un vaso de leche y lo llevó todo a la mesa del salón. Una vez allí, se sentó en el sofá y devoró su desayuno rápidamente. Luego le entró mucho sueño y se preguntó qué hora sería. Quizá le diera tiempo a descansar un poco la vista... Se durmió.
Despertó sobresaltado por una pesadilla y se incorporó de golpe. Cuando se hubo tranquilizado, respiró hondo, pero la paz duró poco. Echó a correr hacia la habitación de Ignisss, pero estaba vacía. Entonces, blanco como la leche, salió precipitadamente a la calle. Corría sin ver, y chocó contra una espalda cubierta con una capa rota de cuero. La dueña de la espalda se giró, dejando ver unos labios negros y un flequillo muy largo de color rojo.
-Ya pensaba que no vendrías-dijo-¿Cómo te llamas?
-Grij-contestó el niño, encogido.
-Pues yo me llamo Ignisss-el rojo del pelo se convirtió en marrón al escuchar un ruido de tiros-. Silencio.
Sin hacer ningún ruido, se escondieron en un portal oscuro y esperaron. Durante un rato no pasó nada, pero al cabo de una media hora un grupo de hombres y mujeres con aspecto pobre pasaron en fila, siguiendo las ordenes de un hombre desagradable que no paraba de disparar al aire para hacerse escuchar. Ignisss murmuró por lo bajo y luego dijo:
-Grij, espera aquí y no te muevas. Este grupo va a traerme problemas...
Se fue andando grácil y sigilosamente. Cogiendo una calle distinta a la que había tomado el grupo, los adelantó y se escondió detrás de un árbol. Al poco rato, se acercaron los otros, con el hombre de la pistola delante. Justo cuando pasó junto al árbol de Ignisss, ésta le dio un puñetazo en la cara y, aprovechando su atontamiento momentáneo, le quitó el arma. Entonces, mientras el hombre se giraba hacia ella, disparó. Sus seguidores actuaron de distintas maneras. Algunos se quedaron clavados en el suelo hasta que Ignisss les disparó, otros huyeron y otros se echaron encima de su atacante, tratando de reducirla. Primero, dos se tiraron literalmente encima suyo, recibiendo un balazo cada uno en la frente. Luego, todo fue menos sencillo, porque a Ignisss se le acabaron las balas. Otro hombre se le acercó en silencio desde atrás con un bate de béisbol para abrirle la cabeza, pero ella ya lo esperaba y se apartó hacia la derecha, donde cogió impulso en una pared y embistió al hombre con la cabeza en su estómago, con tal fuerza que le hundió las costillas en los intestinos. Entonces, se giró a tiempo para ver cómo los cinco últimos valientes que se habían quedado pata intentar matarla, se acercaban en formación de abanico, arrinconándola contra la pared. Ignisss se agachó rápidamente en cuanto los tuvo cerca, y los barrió al suelo con una pierna. Se levantó y corrió a buscar el bate que había dejado caer el anterior asaltante, lo cogió y volvió al punto donde había dejado a los demás, que ya comenzaban a levantarse. Golpeó con el bate en la cabeza al primero de los hombres, con tal fuerza que un enorme trozo de astilla salió volando y se clavó en el pecho del segundo. Los tres que quedaban intentaron salir corriendo, pero Ignisss no podía permitirlo. Escaló hasta un tejado y los siguió corriendo por ahí, hasta que llegaron a una parte donde el techo estaba medio roto, momento en el cual, empujó las tejas con el pie enterrando a dos de los hombres. En ese momento, saltó encima del tercero, que debió morir del susto, porque el impacto no pudo haberle causado más que un sobresalto.
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Ignisss Fata: el Organismo Perfecto(PARADA POR PREOCUPANTE FALTA DE INSPIRACIÓN)
FantasyVe hasta más allá de la muerte. Oye incluso lo que no mencionas. Huele lo que aún no existe. Y tiene un secreto...