CAPÍTULO 6

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Grij apenas había entendido nada de lo que Ignisss le había contado cuando despertó. Tampoco intuyó que fuese algo demasiado importante, por el tono en que lo había dicho. Por eso se alarmó tanto cuando vio que subían a una nave impresionante y disparaban a los extraños que se acercaban a ellos corriendo, poseídos por el ansia y la desesperación.

-¿Adónde vamos?-preguntó, asustado. Ignisss lo miró fijamente.

-Ya te lo he explicado varias veces.

-¡Entonces no te va de una vez más!

-También es verdad... Nos vamos a Sabitha.

El hombre que iba con ellos se descompuso totalmente y se volvió hacia Ignisss.

-¡No, no, no! Vamos a la Tierra para ver al Supramundial.

-Lenoir, ya hemos hablado de eso.

-¡No hemos hablado de nada!

-Oh. Bueno, pues eso. Nosotros iremos a Sabitha a buscar una antigua amiga, y, si te hace tanta ilusión, tú puedes ir con la nave de emergencia hasta la Tierra. Estoy segura de que tienes recursos suficientes para hacerlo.

-Pero Yndi ha pedido verte. No tienes elección.

-Sí que la tengo.

-No.

-Bueno, eso es lo que tú crees, querido.

-Ignisss, te he permitido muchas cosas, y lo sabes.

-Solo lo has hecho porque no tenías más remedio. Y lo sabes.

Grij sonrió discretamente. Lenoir cogió aire y no dijo nada más. El cabello de Ignisss se tiñó de rubio y ella se volvió hacia el niño.

-Grij- dijo.

-¿Mmm?- contestó él.

-¿Abróchate el cinturón, que ya salimos- pidió Ignisss. Entonces, Grij reparó en que Lenoir y el resto de los pocos que estaban en la nave llevaban abrochados fuertemente los anchos y recios cinturones de seguridad. Los imitó justo cuando comenzaron a despegar.

Era una sensación muy extraña, como estar subiendo verticalmente a toda velocidad y, de repente, un frenazo y todo quedaba quieto, y ya no había ninguna dirección en el espacio que pareciese remotamente acertada. De esta forma, Grij se encontró boca abajo y torcido. Eso no era cómodo, así que pasado el desconcierto inicial y las arcadas, decidió cambiar su punto de vista. No fue tan difícil como pensaba y, de todas maneras, hubiese podido cerrar los ojos.

Pero no todos los tripulantes lo llevaron tan bien como él. Ignisss, tal y como esperaba, no dio signo alguno de incomodidad. Lenoir puso un par de muecas al principio, pero se notaba que no era su primer viaje, y enseguida volvió a tomar compostura. En cambio, uno de su guardias, el más joven, parecía estar en apuros. Grij trató de llamar la atención de Lenoir, que se encontraba relativamente cerca y, cuando le hizo caso, susurró:

-Tu guardia. ¿Puedes evitar que vomite? Eso sería asqueroso.

Lenoir pareció ofendido.

-¿Quién te crees que soy para permitir que ninguno de mis ayudantes cometa tal estropicio? No han comido desde ayer.

Ignisss emitió un sonido suave que podría haber pasado por risa si no se tratase de ella.

-Yo no estaría tan segura. Pero no te enfades con el chico. Simplemente no le vio el sentido a la orden y por eso se le olvidó cumplirla.

Efectivamente, el joven guardia se estaba tapando la boca con las dos manos con todas sus fuerzas, pero un hilillo de bilis se escapaba por un resquicio. La tez de Lenoir se volvió violeta de rabia. Cogió aire y gritó:

Ignisss Fata: el Organismo Perfecto(PARADA POR PREOCUPANTE FALTA DE INSPIRACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora