Encerrada

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Me encontraba sola. Hace ya dos horas que oscurecio y una que deje de llorar. Quise irme corriendo de este lugar, a donde fuera, intente abrir la puerta y no pude, entonces recorde el ruido de llaves, ese maldito vampiro me encerró, golpeé la puerta con ambos puños, volvían a salir lagrimas de mis ojos mientras me dejaba caer al piso.

Luego de unos momentos escuché el sonido de llaves por el pasillo, entonces entró una de las gemelas, al ver la forma en la que me sonrió con pena y no de manera pretenciosa supe que era Luna, traía una charola en sus manos con comida y agua, ¿es que acaso era una presa aquí? 

Ella me vio y dejo la bandeja en la mesita de luz, paso por mi lado, debió ver mi cara demacrada después de tanto llorar y me puso una mano en el hombro de forma conciliadora, siguió su camino y se marcho, quise comprobar y me tope con que otra vez la puerta estaba con llave. 

Suspiré. Quería irme a casa, con mi abuelo, tal vez no lo conociera de mucho pero podía asegurar que el no me encerraría en una habitación como si fuera una prisionera.

La noche se me estaba haciendo eterna, simplemente quería soñar para siempre, pero este no quería aparecer, entonces sentí la llave en la puerta, girando, se oyó el sonido chirriante de esta al abrirse, y pronto se escucharon pasos calmos en la oscuridad de la habitación. Supe que era él pues pronto su esencia a chocolate llenó la habitación, cerré los ojos y procure no mover ni un musculo.

-se que estas despierta, puedo sentir los latidos de tu corazón.- dijo con voz calma, aunque parecía mas serio que de costumbre, no había rastros de la siempre presente amabilidad en su voz, sentí su aliento en mi cuello, y sin llegar a evitarlo un estremecimiento me recorrió de punta a punta.

Ignore su enfado, pues yo estaba aun más enfadada que él, y armándome de valor lo mire directo a sus ojos, su mirada era seria, pero la mía era amenazante, aun así la suya inspiraba mas advertencias que la mía seguramente.

-no vine para hacerte nada si es lo que piensas, solo quiero saber ¿cómo estas?

Lo miré con sorna, ¿era en serio esa pregunta? ¿cómo iba a estar bien? hace menos de un día el mismo hombre parado frente a mi había lastimado al único ser normal con quien podría hablar. Esta vez lo mire no solo con enfado, sino con odio puro.

Suspiró.

-no creas que olvido lo que hiciste. Te dije que no hablaras con él, te lo advertí, y ahora...-se acercó a mi, puso una mano a mi lado en la cama y usándola de apoyo se acercó a mi rostro- debes sufrir las consecuencias-dijo en un susurro, sus ojos empezaron a destellar en color rojo fluor, como dos focos de luz de semáforo en alto, se inclinó, yo cerré los ojos y ladeé la cara, sentí una respiración en la parte de mi cuello donde se ven los latidos y como unos labios se posaban allí, para al siguiente segundo todo volverse negro, las luces de las velas se habían apagado y todo estaba a oscuras, no sabía si Dimitri seguía en mi cuarto, pero al sentir el tintineo de las llaves y la puerta cerrarse supuse que se fue y me dispuse a dormir más tranquila...

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Estaba fúrico, me pasé toda la noche dando vueltas por mi habitación como león enjaulado tirando y rompiendo cosas, una vez oscureció me sentí lo suficientemente controlado como para ir a ver el estado de Rose sabiendo que no era una amenaza, aún así seguía enfadado, ella, a mi parecer me odiaba, entonces me acerqué a ella y le bese el cuello, justo donde se siente su pulso, fui a cerrar la puerta, sentí como se relajaba y finalmente se dormía, debió pensar que me fui, sin embargo no la abandone sino hasta el crepúsculo del día siguiente, cuando ella se estaba por despertar. Seguía enfadado, pero ahora me sentía un tanto culpable, sabía que con esto corría el riesgo de que ella jamas me perdonara, pero de solo volver a la escena que ví de ellos juntos en el lago mientras yo me lamentaba solo, los celos me nublan la razón y solo puedo pensar que hice lo correcto.

Al rememorarlo tan claro me desvié de mi camino, me di cuenta que había algo que deje pendiente. me encamine hacia el instituto, pero al llegar a la abadía no fui al salón, sino que fui a los dormitorios, encontré el que decía Demond y entre el chico estaba mirando por la ventana y suspirando, sabía que pensaba en ella sin necesitad de meterme en su cabeza. Me senté en una silla y ví como volteaba hacia mi, al chocar sus ojos con los míos vi su sorpresa y su miedo, quise sonreír, pero pronto ese miedo se transformó en valentía y odio crudo, entonces me limite a ponerme serio, tan serio que el se puso más tenso si es que era posible.

-escúchame, por que no lo repetire...

-¿dónde está?- me retaba con la mirada a que contestara.

Sonreí de forma tensa, pero mis ojos no. Él retrocedió un paso, pero luego renobo su valentía y se acercó dos pasos.

-Prengunté, donde está.

-a salvo, por ahora.

Él me vió con terror.

-no le hagas daño.

-jamas le haría daño- dije en un susurro que él no llego a escuchar.

-por favor.- termino de decir como suplica.

-eso dependerá de ti- dije con voz fingidamente tranquila.

-¿a qué te refieres?

-no la busques, no te le acerques, y si la vez no te atrevas a hablarle, simplemente te alejaras y la ignoraras- me acercaba lentamente a él mientras lo decía como en un siseo, él estaba tenso.

-no puedo hacer eso.

-entonces no garantizo que ella salga ilesa.

-estás enfermo.

Lo tomé del cuello y lo levante en el aire, él se puso rojo, sabía que si Rose se enteraba que hacía esto nunca me lo perdonaría, pero en este momento mis celos eran mas fuertes.

-puede ser. Pero por ahora te recomiendo que me hagas caso a menos que quieras que ella pague por tus plato rotos.

-no- dijo de forma ahogada, ya que lo estaba asfixiando.

-si me entero que le hablaste o que siquiera mencionaste esta conversación le irá muy mal a tu preciada Rose.

-monstruo.

Lo vi con los ojos encendidos y desaparecí en la negrura en la cual se sumió la habitación al terminar de ocultarse el sol en el horizonte.

Silencio absoluto (#1 Saga: Mariposa nocturna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora