Qué linda eres cuando ríes.

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-¿Color favorito?
-Definitivamente el celeste.
-¿Celeste?
-¿Qué problema hay con eso?
-Es que a todas las chicas les gusta el rosa.
-Pues a mí no.

-¿Nariz o mejilla?
-miré desentendida- ¿Qué?
Me embarró un poco de crema en la nariz.

Explotó en carcajadas. Su sonrisa hacia que todo el bar se encendiera de felicidad.
-Eres muy gracioso chico misterioso.- dije con ironía.
-¿Chico misterioso?
-¿Acaso vivir alejado de la sociedad no te parece misterioso?
-En mi opinión, no.
-¿Y tus padres?
-No vivo con ellos. No quiero hablar de eso.

Hubo un silencio.
-Oye.
-Dime.
-¿Quieres que hagamos algo nuevo?
-¿Algo nuevo?
-Dime, ¿has visitado el Lago?
-De hecho creo que tengo que irme.
-Entiendo..
-¿Qué cosa?
-Piensas que te haré daño.

Me miró a los ojos y agarró mi barbilla.
-Nunca te haría daño.

No se que fue, su voz seductora, su perfume o esos ojos color miel que hicieron que accediera a la propuesta.

-Esta bien chico misterioso.
Me sonrió.

Salimos del bar y el día estaba caluroso.
Nos subimos a su auto, un antiguo pero lindo auto.

No dijimos nada en todo el camino. No dejaba de pensar en que me había metido.

Pero algo hacía que estuviese en calma, y ese algo es Lucas Dronnen.

-Llegamos.
Se bajó del auto.

-¿No bajarás?
-Si ya te alcanzo.

Al irse, saqué mi cepillo y me arregle lo más que pude. Me perfume y fui.

El río se veía calmo y el sol brillaba más que nunca.
Y ahí estaba el, el extraño de los periódicos, esperándome.

-Estas hermosa.
-Gracias.- sonreí mientras miraba el suelo por la vergüenza que tenía.
-¿Vamos?
-¿A dónde?
-Al río.
-¿Acaso no estamos en el río?
-A nadar, boba.
-¡¿Nadar!? Pero no tengo traje de baño.
-Vamos, suéltate Blaker.

Se sacó la remera, los jeans y se tiró al agua.

Tenía vergüenza.

-Vamos métete, el agua está hermosa. Te aseguro que las pirañas se han ido.- reía.

Dios mío ¿Qué estoy haciendo? Me saqué la ropa y me quedé en ropa interior. Si mi madre me estuviera viendo me mataría.

Sin más preámbulos, me metí al agua.
Empezamos a jugar en el agua.
El me salpicaba.
-Detente- reía
-Que linda eres cuando ríes.
Nos quedamos mirándonos a los ojos. Lo salpiqué.

-Vamos, atrápame bobo.
-Te has equivocado señorita Blaker.

Pasaron las horas y empezó a oscurecer.
Salimos del agua. Nos secamos, nos pusimos la ropa y nos subimos al auto.

Nos dirigimos de nuevo al café.
Cuando llegamos fui a buscar mi bicicleta. El me acompañó. Me subí a ella.

-Gracias.
-¿Por qué?
-Nunca nadie ha hecho algo así por mi.
-De nada señorita. Todo por esa cara bonita.

Me sonrojé.
El se acercó hacia mi lentamente, miraba fijamente mis labios y me acariciaba la mejilla. Era evidente lo que iba a pasar, me iba a besar.

Pero eso no pasó.

-Lo siento, es muy rápido.
-Esta bien, puedo esperar.
-Gracias por entender.
-Adiós Lucas Dronnen.

Le besé la mejilla.

-Adiós Ana Blaker.

El chico de la casa en el Bosque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora