Algo raro pasa y no, no se me escapará de las manos.

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Ahí estaba yo, caminando en la oscuridad del bosque.

El sol se había ido para darle lugar a una hermosa y luminosa luna.

-Ana.-gritó

-¿Quién eres?

-Cometiste un grave error.

-¿Qué?

-Te lo advertí.

-¿Advertir qué?

La voz se había ido, y un enorme remolino de hojas me cubrió por completo.

-¡¡¡No!!!

Mi madre entró corriendo a la habitación.

-¡¿Hija estás bien?!- dijo mientras me acurrucaba en sus amorosos y calurosos brazos de madre.

-Si- dije casi sin aliento.-tuve una pesadilla.

-Tranquila, sólo fue un sueño.- me besó la frente- oye, me tendré que ir todo el día por un tema del trabajo. ¿Crees que puedes quedarte sola mientras tanto?

-Obvio, ma. Ya no soy una niña.

-Te quiero.- dijo cerrando la puerta.

Me levanté de la cama y me cambié. Me arreglé y salí al barrio, necesitaba despejarme.

El día estaba gris. Estaba perfecto para dormir todo el día, pero es lo que menos quería.

De repente vi a la señora Thomas sacando unas cajas de su casa. Decidí ayudarla.

-Hola señora Thomas,¿Necesita ayuda?

-Hola cariño, si por favor. Ayuda a esta pobre anciana- dijo dándome una caja para que la sacase.-

-¿Y qué contienen estas cajas?- dije con curiosidad.

-Cosas antiguas, que ya no les doy uso.

-¿Puedo?- dije con vergüenza.

-Por supuesto, abre las que quieras.

Abrí caja por caja, y habían muchos vestidos antiguos pero hubo una cosa en particular que me llamó la atención. Un collar.

-Veo que te gustó ese collar.

Me sonrojé.

-Era de mi abuela, ella vivía en esta misma casa y unos días antes de su muerte me lo regaló para que me cuidase de los males.- dijo mirándolo con cariño.

-Es hermoso.

-Puedes dejártelo si quieres.

-No gracias- dije dándoselo en la mano- no debería.

-Vamos cariño, quiero dártelo, además que mal me vendría a mi más que arrugas y verrugas- dijo riéndose.

El chico de la casa en el Bosque Donde viven las historias. Descúbrelo ahora