CAPITULO 2: Perdidos

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CAPITULO 2: Perdidos

9 años.

Jesy estaba sentada conmigo en la clase de literatura, enfrente estaban Jane y Daniela, y en el primer puesto al lado de la mesa de la maestra se encontraba Piero.
Habia pasado un año desde que él llego y las cosas se complicaron bastante en mi vida. Pesultó que Piero era un estudiante ejemplar y se llevaba de las mil maravillas con Emily haciendo los deberes y realizando proyectos. Con Lucie las cosas eran casi iguales, lo del empujón cuando se conocieron quedó en el olvido y Piero se comportaba como el hermano mayor de mi hermana. Pero conmigo ni siquiera se atrevía a mirarme directamente a los ojos, la última vez que lo hizo fue cuando se disculpó con Lucie, desde ese día en adelante me evitaba, me dirigía la palabra sólo cuando era necesario y trataba en lo posible de no estar en la misma habitacion que yo ¿Acaso olía mal? ¿Era fea? ¿O no le agradaba?
Era como vivir con un fantasma, sabia que estaba ahí pero no lo podía ver. Era un niño despreciable. Nada comparado con su madre, la mejor niñera que haya tenido, salvo por el pequeño detalle de que aún no me dejaba comer galletas después de las ocho.
Sin embargo, desde la misteriosa aparición de esas galletas frente a mi puerta, cada vez que hacia una pataleta, a la medianoche una galletas  sobre una servilleta tocaban mi puerta. Comencé a creer seriamente que el hada de las galletas con chispas de chocolate existía.
La maestra leía un aburrido poema. Puse cara de concentrada, pero en realidad estaba pensando en como convencer a mi mamá para que me dejara ir a la casa de Jane esta tarde con Sparkes.
Seguramente me diría "lleva a Piero". Antes me molestaba que me obligara a ir a todos lados con Valeria, pero misteriosamente se le metió en la cabeza que el podía ser mi amigo. Error, él jamás lo sería.
No me gustaba idea de que él fuera a la misma escuela que yo, por alguna razón que estaba fuera de mis conocimientos mis padres le pagaban la educacion a Piero y a Francis. Para navidad les daban regalos, los dejaban comer en la misma mesa que nosotros y eran libres de reglas y listas de alergias y de cosas que se deían hacer.
- ____, podrías decirle a la clase de qué se trataba el poema - salté en mi asiento y me aparté un mechón negro de cabello que caía sobre mi frente. Cuarenta pares de ojos se giraron a mirarme, recordé que la abuela siempre me decia que si no sabía algo sonriera y me echara el cabello hacia atrás con delicadeza.
Lo hice como me había enseñado, pero no pareció surgir efecto. La sonrisa era más parecida a una mueca sarcástica y cuando me iba a echar el cabello hacia atrás, se me enredaron los dedos entre éstos.
Escuché algunas risas, la más fuerte era la de Sandra Dale, que estaba sentada junto a Piero. Ella le susurró algo al oído y se rio mas fuerte, pero a Piero no pareci+o hacerle gracia.
- Te estamos esperando, ___ -me dijo la maestra, caminado hasta mi puesto con la mirada que ponían las personas cuando hablaban con un enfermo mental. Eso me molestó.
Miré hacia el lado y Jesy se encogió de hombros, ella tampoco había prestado atención. Daniela y Jane tampoco sabían, negaban con la cabeza para que no les preguntara nada.
Sentí ganas de llorar, la maesra me estaba avergonzando.
- ¡____ descerebrada! - gritó Sandra desde el primer puesto. Toda la clase estalló en carcajadas, exepto mis amigas y Piero, que seguía tan serio como en un funeral.
En una mirada fugaz que le lancé, vi como el gesticulaba algo con los labios. Me estaba mirando directamente y decía algo. Aproveché que todos reían y que la maestra trataba de hacerlos callar para entender el mensaje.
"Amor", eso le entendí.
- Amor - dije en voz alta en el preciso momento en que se hizo un silencio an la sala.
- ¿Como dices, ___? - me preguntó la maestra.
- Dije que el poema es de amor - le repetí.
Ella se dio media vuelta a mirar el resto de la clase y caminó hasta el frente de la pizarra.
- Piero, ¿por qué el poema es de amor? - le pregunto la maestra.
- Porque se compara a la amada con el verano, señalando que ella es mejor que eso - la clase seguía en silencio y vi como mis compañeros asentían. A Piero siempre le daban la razón, podía tratarse de zombies el poema, pero si él decía que era de amor y unas cuantas cosas más, todos le creían.
Pero resultó que estaba en lo correcto, porque la maestra sonrió y escribío en la pizarra el título del poema.
- Muy buena interpretación, Piero. Es un poema complicado, ya que es de uno de los    más grandes escritores de la historia.
Leí lo que estaba en la pizarra y decía: "A un día de verano compararte".
- Jesy, dinos ¿quién es el autor de este poema? - al igual que conmigo, tods miraron a Jesy. Ella se puso neviosa, comenzó a jugar con el lápiz que tenía en las manos y se mordió el labio. No tenía la menor idea.
Volví a mirar a Piero, con la esperanza de que me dijera la respuesta a Jesy. Mas no lo hizo, se quedó mirando a mi prima al igual que Sandra, con una sanrisa burlona.
Lo estaba haciendo otra vez, se creía mejor que el restro sólo por ser más listo. Me pregunté que pensaría Sandra si descubriera que Piero era el hijo de mi niñera y no el de un gran empresario que vivía en Italia, como todos creían.
Pudo haberme ayudado hace un momento, pero eso no afectaba en nada a la idea que me formaba sobre él si después se burlaba de mi prima.
- No lo sé, maestra - respondío Jesy. Suspiré decepcionada y fulminé con la mirada a Piero. Ya se las vería conmigo.
- ¿Aguien lo sabe? - preguntó de forma genral la maestra.
- William Shakespeare - gritó Sandra. Seguro que Piero le había dicho la respuesta, ella era tan tonta como la estúpida mochila de Barbie que tenia detras de su silla.
La maestra la felicitó y le dio una estrella a su mesa.
Cuando finalizaba el mes, había reunión de apoderados, se sentaban en el puesto de sus hijos y veían cuantas estrellas tenían pegadas a la mesa, era una estrategia para informarles como nos iba en nuestro desempeño académico. Jesy tenia cinco, Jane siete, Daniela seis y yo una, que ni siquiera recordaba como la había ganado.
- Sandra es una tonta, sólo quere llamar la atención de Piero - dijo Jane en el recreo.
Estabamos sentadas sobre el césped de la Academira Westfield, era un castillo grande que antiguamente fue utilizado como centro de fiestas y euniones importantes dentro de la alta sociedad. Con loss años se le perdió el uso y alguien lo compró para poner una escuela exclusiva para los niños de los grandes empresarion de Canterbury. Yo hubiese preferido ir a una escuela pública, por lo que me contaba Ellen, allí los niños eran tan burros como el animal, y eso a mi me venía a la perfección, no soportaba el nivel de exigencia de esta escuela. A los nueve alor enseñandonos versos de Shakespeare cuando podriamos leer C. S. Lewis.
Que a Sandra le gustaba Piero no era un secreto, el año pasado en su primer día de clases, Sandra fue la primera en hablarle y le sugirió a la profesora que Piero se podia sentar co ella. No me molestó del todo esa decisión, yo tuve que que estar sentada con Piero antes del cambien de puesto, asi que de manera anónima se lo agradecía.
- Y lo está logrando de la forma en que lo llama en medio de un examen - dijo Daniela. Todas reimos, pero no nos dimos cuenta de que Sandra pasaba por nuestro lado  y nos había escuchado.
Corrió tan rápido que en menos de unos segundos ya estaba fuera del alcance de nuestra vista.
- Nos metimos en serios problemas - dije.
- ¿Por qué? Se lo tenía merecido - me dijo Jane. Yo negué con la cabeza, ellas no comprendían. Sandra iría donde la maestra y le contaría lo que escuchó se haría la víctima y a nosotras nos astigarían.
- Me iré a disculpar antes de que esto empeore - les dije, poniéndome de pie.
Ellas se quedaron con la boca abierta e intentaron persuadirme aún sin entender por qué lo hacia. Fui por el mismo camino de Sandra y la busqué. No estaba en los baños, ni en los pasillos, ni en la banca en la que siempre se sentaba con sus amigas, ni en nnningún lado.
- ¿A quien buscas, ___ descerebrada? - me pregunto Gianluca, uno de los aigos de Sandra. Era un chico alto para su edad, de cabello castaño y de rostro amable. El problema era que estaba en que al lado de Sandra parecía su guardaespaldas.
- A Sandra - le contesté, me guardé "la tonta de tu amiga" para evitar posibles daños, él también podía acusarme a la maestra.
- Yo iría por el bosque de pinos, iba muy trite hacia allá de la mano de Pieero - apuntó hacia el patio desde aquí pude ver la copa de los piinos que se extendían hacia los límites de Canterbury.
Me dirigí hacia allá, escuchando la risa de Leo a mis espaldas. Algo se tramba, pero no contaban con que yo era más astuta. Las ramas me golpeaban en la cara y mi falda se enredaba en los arbustos, tenía el cabello revuelto por el ajetreo de caminar sobre una superficie con piedras y herbas y pinos que se alzaban sobre mi cabeza.
Dónde estarían, llevaba dando vueltas más de cinco minutos. Escuche a lo lejos la campana que ponían término al recreo, no los había encontrado asi que me rendí. Solo habia un inconveniente, no sabia a donde ir.
Traté de recordar por que árboles habia pasado, pero todos eran iguales. Ni siquiera podia distinguir las huellas que dejé de las hojas secas que habia en el suelo.
Estaba tan asustada que me puse a llorar. Me senté el lado de un árbol y aferré mis rodillas contra mi pecho. Papá me habia contado algunal historias deniños que se perdian y que no aparecían nunca mas, era para infundirme miedo y o salir de casa yo sola, ya que una vez me escapé para ir al cene a ver una película. Mis papas me decian que no era seguro que ni yo ni mis hermanas caminaramos solas por el parque o que fuéramos a cualquier lado sin supervisión, según ellos nos podían secuestrar para pedir una recompensa. Nuna antes les creí esa historia, pero la do lso niños perdidos sí porque en Peter Pan los niños en verdad se habian extraviado y en Nunca jamás estaba lleno de peligros debido a Garfio.
Yo estaba perdida en medio de un bosque que no debería estar dentro de los límites de una escuela, sola, llorando y seguro con un castigo cuando saliera de esta. Si es que lograba salir.
- ___ ¿eres tú? - me limpié las lágrimas en cuanto escuché mi nombre y me puse de pie en un parpadeo. Frente a mí estaba Piero, con el cabello desordenado y con la chaqueta del uniforme destrozada. En una situación normal lo hubiese ignorado, pero el susto que me llevé al creer que me quedaría sola para siempre en medio del bosque me hizo que me lanzara a sus brazos y que no soltara hasta que nos tambaleamos y nos caímos.

- ¿Que haces aquí? - me preguntó. Me limpié la nariz y me aparte de él, era la primera vez que lo veía tan preocupado y que me dirigía mas de dos palabras juntas.

- Buscaba a Sandra.

- ¿Para que?

- Mis amigas y yo lo dijimos tonta, me quería disculpar para que no nos acusara, pero los planes no salieron como esperaba - él se levantó y me tendío una mano. Teina el pelo mas cortto, Carol le habia cortado el pelo hace unas semanas , ya que en la escuela no permitian que los hombres llevaran el cabbello muy largo.

- ¿Y tú qué haces auí? - fue mi turno interrogarlo.

Emprendimos marcha lentamente, yo sólo seguí a Piero, esperaba que no estuviera perdido como yo.

- Venia con Sandra. Pero era una broma - nos -. Estaba con dos chicos más grandes y me golpearon para que le hiciera la tarea a Sandra. Creo que eran sus hermanos - sabía a quién se referia, los horrorosos Will y Mark, los hermanos mayores de Sandra y matones oficiales de Westfild. Eran corpulentos y tan estúpidos como su hermana.

- ¿Y qué les dijiste? - su historia era mucho más ineresante que la mía, y a pesar del odio que le tenia, cierta parte de mí tenia pena.

- Que no, por eso estoy asi - se señalo asi mismo y me fijé que tenia un meretón en la mandíbula.

- Asi que los dos nos pedimos por culpa de ella. No me molestaria que dejaras de darle las respuestas en las clases de literatura, despues de lo que te hizo.

- Mira quién lo dice - me dijo con tono de burla. Ya volvia a ser el niño antipatico de siempre.

- En mi defense... - no tenia nada con lo que excusrme.

Guardé silencio, esperando a que Piero olvidara lo que yo habia dicho - ¿Sabes por donde vamos? - cambié de tema.

- Sí, dólo sígueme - para mí ese era suficiente. Pero no podía hacerme nada, de lo contrario despedirían a su madre, asi que en cierta manera estaba segura a su lado.

Caminamos un rato más y not'r como la espesura de los arbustos se despejaba, alcanzaba a ver la torres del castillo y la campana en la ventana más alta.

Nuestra siguiente clase era matemáticas, cuando entramos a la sala despeinados, sucios y con la ropa desgarada, la maestra casi se desmayó. Nos envió a la dirección y tuvimos que explicarle lo sucedido al director. Dijimos la verdad.

Desde ese día Sandra odio incluso más a Piero que yo, lo estimé un poco más por haberme salvado y la maestra cambió de puesto a esos dos.

Piero se sentó con Jane y Sandy con Lucas Grey, un niño pelirrojo que comía pegamento y que escupia al hablar. Sin embargo, Sandra no se quedó de brazos cruzados.

Al otro día, descubrio que Piero era hijo de mi niñera y mi duda fue resuelta. Se burló de él frente a toda la clase, no descanso ni un dia, le hizo la vida impocible junto con sus hermanos. Hasta que una mañana Piero no se subió en el mismo auto que nosotras para ir a la escuela, sino que se fue junto con Francis en la direccion contraria. Esa tarde, le pregunte a Carol el por que no habia ido a la escuela , me dijo que él le habia rogado para que lo cambiara a una escuela publica. Y ahí fue cuando comenzó mi eterna enemistad contra Sandra Dale.



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Holaaa ¡volviiiiii! Con esta novela😊 espero que no se la hayan olvidado :D
Y mil disculpas las faltas de ortografía, trataré de arreglarla cuando tenga un tiempito 😁
Igualmente muchas gracias por leer!!

Marry MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora