CAPITULO 3

50 6 3
                                    

Emma tapo sus ojeras con maquillaje y se vistió con un vestido blanco sin tirantes. El concierto que darían los niños seria con motivo de la paz y le pareció bien que todos fueran de blanco.

Sería un día muy especial, irían reporteros y el alcalde estaría presente en la presentación. Los nervios eran muchos pero la emoción era mayor.

Bajo descalza las escaleras, llevaría zapatillas altas y no quería torcerse un pie en las escaleras. Entro a la cocina y para su sorpresa ahí estaba Robert. Claro que su amigo Daniel nunca venía a casa y por el sí podría hacer a un lado su trabajo.

—Cariño, buenos días. —Saludo Sandree. —¿A dónde vas tan guapa?

—Al trabajo. —Respondió. —Es martes, mama. Todavía tengo obligaciones.

—Es que siempre te vemos en Jeans y sin maquillaje. —Dijo Robert riendo.

—Eso es porque hoy es un día especial. — Respondió con una sonrisa. —Tenemos un concierto y el Alcalde estará presente, también irán unos cuantos reporteros.

—¿Por qué no nos dijiste? —Emma sintió un hueco en el pecho tan grande que ni un parche podría tapar.

—Lo dije... hace dos semanas les dije. — Nunca había querido que nadie la viera llorar, se sentiría débil y por eso tenía que salir inmediatamente de ahí. Sus padres siempre habían sido distraídos pero con esto ella sentía un logro importante y no podía creer que algo así se les pasara. —Debo irme.

Daniel sintió tristeza ante lo que vio, ella era tan hermosa y llena de vida. Y ahora se iba como la persona más triste del universo. —Emma. —Grito y la siguió a la puerta. Emma se giró para verlo y la abrazo. —Feliz cumpleaños. —susurro en su oído.

Sus cuerpos encajaban a la perfección y con su altura podía oler su hermoso pelo, Uva. Su cabello olía a uva. Dulce como ella.

Emma termino el abrazo y salió de casa con lágrimas en los ojos. Lidio toda su vida con el abandono, ¿Por qué llorarlo hasta ahora? Nunca había sido débil y nunca demostraría debilidad. Ella era una guerrera y seria fuerte.

Daniel entro a la cocina y vio el rostro abatido de Sandree. —¿Soy una pésima madre verdad? —Pregunto con los ojos llenos de lágrimas.

—Mala, no pésima. —Respondió, Daniel.

Sandree soltó un sollozo que resonó en toda la cocina. —Tienes razón, olvide que tenía este evento hoy y saldrá en los medios. Es importante y yo ni siquiera lo recordaba.

—Daniel solo está bromeando. —Dijo Robert e inmediatamente lo reprendió con la mirada.

Daniel quería decir que no bromeaba, pero prefirió guardar silencio por el bien de todos. —Tal vez deberían ir a apoyarla. —Dijo en voz Alta para ser escuchado, pues Sandree no lloraba en silencio.

—Sí. —Dijo Robert mientras abrazaba a su esposa. —Vamos a la escuela. Yo nunca he visto su trabajo. Cancelare las citas del día y terminando podemos ir todos a tomar un helado.

—Quiero helado. —Sandree levanto la cabeza y le dio un beso a su marido. Daniel casi soltó una carcajada ante la imagen de Sandree. Tenía la cara llena de lágrimas, tal como una niña pequeña.

—Bien. Yo me quedare aquí a contestar unos e-mails. —En realidad había decidido desconectarse del trabajo mientras pudiera, pero no quería hacer sentir mal a sus amigos.

—No. —Exclamo Sandree. —Tu vienes, amigo mío.

—Oh, claro que viene, bebe. —Dijo Robert. — Más vale que esté listo en 20 minutos para irnos.

High Hopes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora