Daniel.
Había pasado el mayor enojo y angustia de mi vida. El ver a Emma subirse a un taxi de una ciudad desconocida para ella. Maldita sea, quería amarrarla a mí y no darle oportunidad de desatarse nunca.
—No deberías preocuparte tanto por esa niñita, Daniel. —Dijo Georgina. Obviamente la ignore, no tenía el tiempo o la energía de discutir con ella y menos cuando no podía perder de vista al taxi donde iba Emma.
Todo el camino al edificio. Fue un total calvario. Cuando perdimos de vista al taxista, nos apresuramos para llegar, pedí a dios que llegara con bien. Después ver a un completo desconocido tocando su hombro, había sido más de lo que podría tolerar y por supuesto, Emma nunca me pondría las cosas fáciles.
A pesar de no haber descansado nada en el avión por mi estúpida obsesión de mirarla, no podía dormir en mi departamento. Ya habían pasado horas desde que la vi entrar al edificio y desaparecer de mi vista, le había dado tiempo y espacio para que no me gritara más, pero ya no podía hacerlo más, tenía que saber de ella o me iba a morir
Tome el teléfono y marque a Greg.
—Dr. Sanders. —Respondió al tercer timbre. —¿En qué puedo ayudarlo?
—Emma. —Dije con voz desesperada. —Solo quería saber ¿Qué tal va todo? —Ni yo mismo podía reconocer mi voz.
—Pues, acaba de salir hace más o menos una hora. —Respondió. Me quede helado. Emma había salido a un lugar que no conocía y sola.
—¡Maldita sea, Greg! —Dije enojado. —Quedamos que me avisarías cualquier cosa que pasara con Ella.
—Quedamos que cualquier cosa que fuera mal con ella, Dr. Sanders. Yo no considere que salir fuera malo. —Maldito listillo.
—Cualquier cosa, buena o mala. Ahora bajo, iré a buscarla. —Estaba a punto de colgar, pero escuche el casi grito susurrado de Gregory.
—Espere..., acaba de llegar. —Susurro. —Trae bolsas con comestibles.
Volví a respirar normalmente, había llegado y estaba bien. Se supone que no sería su niñera, pero cualquier pensamiento de ella en peligro me producía taquicardia. —¿Qué esperas para ir a ayudarla? —Le dije a Gregory.
—Viene hacia aquí. —Susurro. —Debo colgar.
Sentí que volví a respirar, había llegado con bien al edificio. Sabía que debía darle espacio para que explorara y conociera, pero el simple hecho de saber que estaba ahí afuera, en una ciudad tan movida como New York. ¡Debo calmarme! debo darle tiempo y principalmente debo dejar de pesar tanto en ella.
Me di por vencido, por más que intentara dormir, no iba a poder y la culpable de mi insomnio era aquella maravillosa y hermosa mujer, de hermosos y pequeños ojos azules con labios de diosa griega.
Subí al gimnasio, corrí como loco y levante pesas como si mi vida dependiera de ello, necesitaba cansarme y tratar de estar un poco más calmado. Después de hora y media ejercitándome, me di por vencido y baje a mi departamento. Tome una ducha y comí un sándwich. Al poco tiempo caí rendido en la cama, casi no dormí pero me sentía lo suficientemente cansado para rendirme poco a poco al sueño.
Desperté con dolor de cabeza y unas vividas imágenes de mí y de Emma, baje la mirada a mi entrepierna y me saludo burleramente mi incomoda erección. Necesitaba desesperadamente follar o iba a matar a mis pobres bolas. Saque mi reloj del cajón junto a mi cama y vi que eran las 09:59 pm. Había dormido a duras penas un par de horas y aún seguía idiotizado por Emma.
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High Hopes.
RomanceEmma es una chica de 20 años con problemas de abandono y múltiples inseguridades que intenta esconder diariamente. Después de un acontecimiento que le deja en perpetuo sufrimiento, queda convencida que estando sola y no estableciendo amistades, esta...