Emma.
—¿Entonces tu qué opinas, Jere? —Había estado platicando con Jeremahu, a falta de amigos Tal vez un consejo de Jeremahu marcaria la diferencia de mi futuro.
—Pues, los hombres odiamos la indiferencia. Lo mejor es que mantengas una relación estrictamente laboral con él y al paso del tiempo va a pensar que ya no quieres nada con él, entonces tratara de llamar tu atención. —Me pareció un muy buen consejo. —Y los celos también sirven.
—¿Qué tipo de celos? —Pregunte
—Los clásicos..., salir con un chico y hacer que se entere. —Dibujo dos comillas con sus dedos en el aire. —"Por casualidad"
—De acuerdo, no soy buena para ese tipo de cosas, pero supongo que tú tienes mucha más experiencia.
—Claro que sí. Tuve una novia venezolana. Esa mujer era un sueño y creo que fue la única vez que me enamore...
Todo el camino a casa fui escuchando otra hermosa historia de amor. Con todas las vivencias de Jeremahu, fácilmente se podría escribir un libro. Era una persona muy graciosa y a pesar de su edad parecía lleno de vida y eso era maravilloso.
—Llegamos.
—Gracias, Jere. ¿Nos vemos mañana?
—Claro, Emma. A la misma hora. —Le pague y baje del taxi.
—Buenas noches, Greg. —Salude cuando me abrió la puerta del edificio, parecía siempre estar al pendiente de todo. Debería descansar más a mi ver.
—Buenas noches, señorita Evans .
—Emma. —me gire a verlo. —Háblame de tú.
—Tienes correspondencia, Emma.
—Gracias. —Tome los folletos y me fui a mi departamento.
Tenía correspondencia del edificio, una bonita carta del ex dueño dándome la bienvenida y explicándome todas las funciones del edificio, nada importante.
El sonido de mi panza me recordó que no había comido nada, y como la cocina no se me daba, decidí pedir una pizza.
A los pocos minutos escuche el timbre de la puerta.
—Wow, son rápidos aquí. —Murmure. Abrí la puerta y ahí estaba Daniel con las manos en los bolsillos y el cabello despeinado por el aire frio de New York o por sus manos, por lo que fuera. Se veía realmente sexy. —Tú. No. Eres. La. Pizza. —Mis palabras entrecortadas, dejaron ver mi nerviosismo y lo odiaba. Trate de recuperarme lo más rápido posible ante su visión. —¿Qué haces aquí? —Eso sonó mucho mejor.
—Necesitamos hablar.
—¿Tengo que preocuparme? Porque en verdad tengo hambre y no quisiera que amargues mi cena. —Como acostumbras amargar e iluminar mi vida. —No quiero ser grosera pero..., tienes la costumbre de joderme mucho.
"No tienes idea de cuánto quiero joderte" —Y tú tienes la maldita costumbre de dejarme con la palabra en la boca, y lo odio. —Replico con el ceño fruncido y la boca apretada. Lo enoje ¡Fantástico Emma!
—claro que no. —Me defendí. —Eres tú el que habla muy lento, no es mi culpa.
—No voy a tardar, solo te debería advertir que la ciudad nunca es segura para una mujer como tú. Deberías andarte con más cuidado y no ser tan confiada. Sandree ya me aviso de lo confiada que eres. —Mi madre era una bocona.
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High Hopes.
Roman d'amourEmma es una chica de 20 años con problemas de abandono y múltiples inseguridades que intenta esconder diariamente. Después de un acontecimiento que le deja en perpetuo sufrimiento, queda convencida que estando sola y no estableciendo amistades, esta...