En la habitación-que era mucho más pequeña que la anterior-, solo había un cristal transparente, que llegaba desde el suelo hasta el techo. Daba la ilusión de que era una pecera gigante, bueno, de hecho, eso es lo que era. Estaba rellena por agua un poco turbia, arena en el fondo y un par de algas y otro tipo de fauna marina, que seguro se podía conseguir en cualquier tienda de mascotas gigantes. Realmente, no daba nada de miedo, aunque eso sí, para ser una feria ambulante, era mucho mejor que cualquier circo o parque de atracciones que hubiera visitado.
-¿Qué hay en este cuarto? -Pregunto Lauren calmada. Le describí cada rincón del lugar y ella solo asintió-. Bien, me ha tocado entrar a un cuarto parecido en una casa de espantos, hace como tres años. Y vaya que realmente me espante -Dijo sonriente. Lo estudie-.
-¿A qué te refieres? -Le dije curiosa-. Y por favor, ¿podrías quitar esa sonrisa de maniática? Realmente me asusta más que cualquier otra cosa que haya visto.
-Solo espera -Dijo ella. De pronto, los vidrios de la pecera gigante comenzaron a crujir y vi como una mujer, con colmillos y piel membranosa se acercaba hacía el cristal por dentro. Comencé a gritar cada vez más fuerte y cerré los ojos. Lauren me abrazo, pero aún así, ella se seguía riendo. Las luces se apagaron de golpe y volví a gritar-.
-Bien, tu ganas, ¡vámonos! -Le dije, mientras enterraba más la cabeza contra su pecho-.
-Oh, pero, ¿por qué? Si la mejor parte viene ahora. -¿Qué quieres...? Las luces se prendieron de golpe y a mi lado vi a aquella mujer pescado parada frente a mí. Grite como nunca y tome a Lauren de la mano, solo para después arrastrarla por todo el salón mientras corría hacía una salida. Mis ojos escocían por las lágrimas. Ya afuera, el sol se había ocultado solo un poco. Ahora estábamos en una parte rodeada con árboles gigantes. Empuje a Lauren hacía un lado y me puse de cuclillas, cerrando mis ojos y juntando mi cabeza con mis rodillas.
-No pensé que serías tan chillona -Dijo Lauren con un tono divertido. La fulmine con la mirada y después me incorpore. Luego le golpeé el hombro-.
-Aquello fue lo más horrible de toda mi vida -Confesé. Lauren soltó una carcajada-. ¡No te rías! ¡No es gracioso!
Ella solo comenzó a reír más, y no pude evitarlo, así que comencé a reír con ella. Se sentía tan bien, ya que en esos momentos podía ser quien yo misma era. Las dos caímos al suelo, doblándonos de la risa. La mire y me detuve. Ella también lo hizo. Y por primera vez, la vi sonreír de verdad. Sin sarcasmos, ni burlas. Era realmente su sonrisa. Y era la más hermosa que jamás había visto. Podría mirarla para siempre. Mi corazón comenzó a latir desenfrenadamente, y solo por un momento, tuve miedo de que ella también pudiera oírlo. Sentí las palmas sudorosas y la respiración entrecortada. Ella cruzo los brazos por detrás de su cabeza y giro su cabeza hacia arriba. Imite su gesto y así nos quedamos por unos minutos. Momentos después, el hablo.
-Sabes, tenía mucho tiempo sin sentirme así -Confeso-. Habían pasado varias semanas que no me reía así, y uh, todo eso -Añadió rápidamente, nerviosa-. Gracias. «¿Acaso el me había dado las gracias?».
-Uh, bueno. De nada, supongo -Le dije, aunque después me sentí totalmente estúpida con la contestación-. Cuando quieras, Lauren. Ella me volvió a brindar una sonrisa sincera, y después, juntas las dos, miramos hacía el cielo.