Y pensé que las cosas no podrían ir peor.
-¿Esto es enserio? -Le dije muy enojada a Dinah mientras hablábamos por teléfono- ¡Ahora que Lauren me trata bien, tenemos que ir a visitar a la abuela! ¡Esto tiene que ser una broma!
-Oh, vamos Mila. Tu abuela no es tan mala -Ella dijo, un poco nerviosa. Cuando algo me ponía furiosa, era mejor estar de mi lado-. Piensa en esto como algo positivo. Imagina todas las cosas que ella te dará.
-¿Estás loca verdad? No, olvídalo. Yo estoy loca. ¡Estoy demente por pensar que me apoyarías! -Le dije, ahora más furiosa-. ¡Esto es serio Dinah! ¡Mi papá ha tenido que huir de la casa para no tener que ir con nosotras! Dime, ¿Tu papá ha hecho eso alguna vez? -Esperé a que ella dijera algo. No hablo-. ¡Lo ves! ¡Me voy directo al infierno!
-Relájate un poco. Solo porque tu abuela sea tan... tan extraña, no significa que no sienta afecto por ti.
-En eso tienes razón -Le dije impaciente. No llegábamos a nada-. Pero de ahí en fuera, ella odia a todo mundo. Incluso a mi mamá.
-Ella no odia...
-¡Camila! ¡Es hora de irnos! -Grito mi madre desde el piso inferior, interrumpiendo a Dinah.
Me despedí de ella y baje a regañadientes. Mamá caminaba en círculos alrededor de la sala con su vestido rojo, notablemente nerviosa. Me dio un vistazo rápido y sonrió un poco.
-Te ves encantadora. Tu abuela estará muy orgullosa al verte.
-Realmente no quiero hablar de esto, mamá -Le dije, poniendo una cara extraña. Ella frunció los labios-. Quiero aprovechar los últimos momentos de paz que tenemos, antes de que empiece el caos.
-Exageras -Dijo ella mientras abría la puerta principal y me dejaba pasar por enfrente de ella. Camine con paso rápido hacia mi coche y me adentre en el. Mamá hizo lo mismo-.
-¿Exagero? Vamos, tu sabes que es verdad.
-Mira Camila... Sé que esto es difícil para ti, ¡también lo es para mí! -Dijo ella mientras lanzaba una corta risotada nerviosa y miraba su reflejo en el espejo del carro-. Solo quiero que sepas que, aunque tu abuela sienta un gran desprecio por tu padre y por la gente... bueno, la gente con nuestra situación, ella nunca dejara de querernos. ¿Está bien? -Asentí, aunque sabía que aquello no era cierto-. Ahora solo conduce y mantén la calma.
Conduje con prisa hacía Hollywood Hills. Realmente me sentía fuera de lugar-Y se que mamá también-, en el destartalado automóvil mientras paseábamos por las calles. No tarde mucho tiempo hasta llegar a nuestro destino final. He aquí mi problema. Probablemente se preguntaran "¿Oh, por qué sientes tanto temor a tu abuela?" O también, "¿por qué no la quieres ver?" Y bueno, es que realmente, la abuela es un dolor de trasero. Y no hablo en sentido figurado. Mamá tenía apenas catorce años cuando el abuelo falleció de un infarto al corazón. Ella, junto con su hermana, la tía Helena y mi abuela, se mudaron desde Inglaterra hacía California, donde lograron rehacer su vida. Aunque no todo fue color de rosa. Con herencia del abuelo las cosas se tornaron un poco turbias y la abuela se volvió, eh, ¿cómo decirlo? Ambiciosa. Exactamente. Del tipo "no te metas con mi dinero ni mi familia". Así que cuando mamá se enamoro de un pobre diablo-mejor conocido como papá. Sin ofensas, ¿eh? Mi padre es el mejor-, la abuela se volvió demente e intento absolutamente todo para arruinar la relación entre ellos dos. Fue entonces cuando entre yo. Con mi nacimiento, la abuela decidió volver a Inglaterra y no hablarle a mamá... Hasta hace un par de años, cuando decidió conocerme. Incluso compro una casa aquí, en California, para estar más cerca de nosotras. Sin embargo, aún conserva su gran ego arrogante y extraño. No es broma cuando digo que la abuela realmente odia a todo el mundo. Pero entonces la abuela se enfermo hace un par de semanas, y eh, aquí nos tienen. La casa era inmensa, tal vez del mismo tamaño que el del hogar de la señora Jauregui. Era de un precioso color marfil, y estaba adornada con esculturas elaboradas con arbustos, pasto y enredaderas. Al entrar, la señora Roberts -El ama de llaves- nos saludo cordialmente.
-Muy bueno días tengan ustedes, señoritas -Respondimos el saludo y continuamos con nuestro camino. Nos dirigimos hacía el vestíbulo principal. Sacudí mi falda roja por instinto y me alise el cabello, una y dos veces-. La abuela entro caminando, dando pasos realmente lentos. Llevaba uno de sus típicos vestidos de diseñador en color lavanda, con su cabello rojizo anudado en un moño alto y sus estrafalarios collares de perlas. Cuando nos vio a las dos sonrió y nos saludo.
-¡Querida! ¡Es un placer que estén aquí! -Dijo entusiasmada. Aunque realmente no podría decir si estaba fingiendo o algo parecido. Le ofrecí una sonrisa forzada y la abrace. Mamá hizo lo mismo-.
Les he traído un par de cosas desde Inglaterra. Camila, ¿por qué no las traes? Se encuentran en armario.
-Mamá esto no es necesario... -Dijo mi madre mientras me lanzaba una mirada como diciendo "sálvame". Levante los hombros levemente y me dirigí escaleras arriba-.
Algún día, esto se iba a terminar.