-¡No puedo creer que realmente estudies en Princeton! -Chille de felicidad mientras dirigía una sonrisa sincera hacia Chris, que permanecía sentado junto a mí en el asiento trasero de la camioneta de Clara. El solamente se rio-.
-Seremos compañeros por lo menos durante un año. Tienes suerte de conocer a alguien con experiencia. Prometo no dejar que te pierdas en ningún rincón oscuro del instituto... A menos de que te este yo acompañando, claro. Escuche a Lauren bufar en el asiento delantero al mío. Suprimí una risita al instante que Chris se acerco más a mi, costado con costado. -Y bueno, ¿qué dices? -Pregunto el mientras susurraba en mi oído. Me sonroje y el continuo-, ¿quieres compartir la cabaña conmigo?
-Es suficiente, Chris -Escupió Lauren, girando su cabeza para enfrentarlo. Líneas gruesas surcaban su ahora pálida frente, perlada por pequeñas gotas de sudor. Keana, a su lado, ladeo un poco su pequeña cabeza y bostezo alzando los brazos y rozándolos con Lauren. Ella no se alejo-.
Chris pareció perplejo-. ¿Qué tiene de malo, hermanita?
-Exactamente. No tiene nada de malo -añadí yo mientras miraba con envidia como Keana se apoyaba en Lauren, medio dormida-. Es decir, tú dormirás en la misma cabaña que tu noviecita, ¿no? ¿O acaso querías que durmiera en medio de los dos? Lauren apretó la punta de su nariz y contuvo el aliento, notablemente, su paciencia se agotaba. Decidí ignorarla y me gire de nuevo hacia Chris. -Me encantaría compartir la cabaña contigo -Hable con voz seductora. Chris sonrió aún más, con una leve chispa de perversión en sus ojos. Quise reírme, y no sabía si por el nerviosismo o por que más. Lauren volvió a bufar y se giro, dándonos la espalda. Fruncí los labios. Había pasado casi un día entero desde que salimos de la mansión, y nos hubiera llevado mucho menos tiempo si no hubiera sido a causa de la súper modelo-que más bien era súper irritante-. Tomamos un avión que llevaba directamente hacía Portland, en Maine y como era de esperarse, Keana fue perseguida por los fotógrafos a donde quiera que iba. Y eso nos incluía a nosotros. Por lo que el intentar escabullirnos era algo demasiado, demasiado difícil. Después de eso, Clara comenzó a hacer un desastre con su celular y en minutos, dos camionetas gigantes nos llevaban hacía las afueras, a una ciudad llamada Norway-si, como Noruega-, donde se encontraba el lago con el mismo nombre. Ahí sería donde pasaríamos la siguiente semana, conviviendo los unos con los otros, y con suerte, evitando el estrangular a Keana y a Lauren.
Las afueras de Norway eran realmente encantadoras. Las carreteras permanecían enjauladas entre el inmenso bosque de coníferas verde y las flores amarillas que destacaban en los limites, enredadas entre la hiedra. Cerré mis ojos, apretando la frente contra el frio cristal polarizado. Todos se encontraban dormidos, menos el conductor, por supuesto. Imagine que no estaba enojada con Lauren, que ella no tenía otra novia. Que ella no me había engañado. Hubiera sido realmente romántico el haber pasado una semana juntas, alejadas de la realidad en este precioso lugar. De pronto me pareció mala idea el haber accedido a venir con ellos hacia aquí, pero no podía hacer nada, este era mi trabajo. Era como si cualquier cosa que supiera de ella, fuera una completa mentira. Ni siquiera la conocía demasiado como para saber si realmente actuaba a mí alrededor, y cuando yo no estaba. Ella solo se desprendía de esa mascara que asfixiaba su rostro. No le di importancia a las lágrimas que recorrían mis mejillas sonrojadas. Me alegre de que nadie pudiera notar mi sufrimiento.