El día no paso más rápido de lo que esperaba. Después de haber abierto los miles de regalos que la abuela me había comprado-Totalmente innecesarios. Es decir ¿para qué querría yo zapatillas fosforescentes y abrigos de piel viviendo en California?-, me reuní junto con la tía Helena, el pequeño Charlie y los vecinos -los señores Armstrong y su hijo mayor Trevor- en el comedor. Se había preparado un gran bufet, que termino más bien en desastre. El pequeño Charlie hizo un pequeño berrinche y le ocasiono una crisis nerviosa a la abuela. Bien. Al final de la noche, todos se habían marchado ya, excepto mamá y Trevor, que se quedo haciéndome compañía en el patio trasero. Lo conocía prácticamente desde que cumplí los trece años, que fue la edad en la que mi abuela compro esta casa y se hizo amiga de los señores Armstrong. Trevor tenía un par de años más que yo y era muy bien parecido-cabello negro, de complexión musculosa y unos hermosos ojos azules que enloquecían a cualquier chica a veinte kilómetros a la redonda-. Desde el primer día en el que lo vi, caí rendidamente a sus pies. Aunque últimamente, estaba empezando a dudar si mi enamoramiento por el estaba formando parte del presente.
-Así que, -Dijo él, intentando romper el incomodo silencio que se había formado entre nosotros dos. Estábamos sentados al pie de la piscina, con el agua llegando hasta nuestras rodillas- ¿Qué ha sido de ti? Tenía casi un año sin verte.
-Lo mismo digo -Le dije, riendo un poco. El también lo hizo-. Ya sabes, no hay muchas novedades en mi vida. Muero por entrar a la universidad y convertirme en una persona de éxito. Lo normal.
-Te entiendo. Las cosas son muy diferentes en la universidad -Dijo mientras miraba hacía la luna llena y después fruncía el ceño. Suspiro y me miro-. ¿No te gustaría entrar a Yale conmigo? Mira, sé que no nos conocemos muy bien pero tú siempre me has llamado la atención y...
-Wow. Espera, ¿qué?
-«¡¿Qué?!»-Vamos Camila--Tomo mis manos suavemente y se acerco un poco más a mi-. No me digas que nunca lo has notado. Siempre has sido tan diferente a las demás. A ti te gustaría ser alguien en la vida. No como todas, a las que solo les gustaría desperdiciar su fortuna en maquillaje y cosas estúpidas sin sentido alguno. Tu eres especial para mí. Me gustaría que fueras mía... Y entonces él me beso. Trevor realmente me beso. Toda mi adolescencia la había pasado soñando con ese maldito beso. Siempre imagine que sería como ver estrellas fugaces o fuegos artificiales. O algo incluso más grande. Pero simplemente no hubo nada. Hasta que me di cuenta que realmente no lo veía a él, si no a Lauren. Entonces, mi corazón reacciono y comenzó a latir desenfrenadamente. Sentí una onda de calor recorrerme el cuerpo y mis ojos se cerraron lentamente. Disfrute el beso, fundiéndome con ella, con sus labios... Lauren era mía. Mía.
-Camila-Tomo mi cabeza entre sus manos y me dio un pequeño beso en la nariz. Me estremecí-. Te quiero...
-También te quiero, Lau... Lauren. El no era Lauren. Ese fue el primer día en el que realmente comencé a tener miedo por mis sentimientos hacía ella.Una chica.