De nada vale una imagen vacía,
sin importar la belleza que ésta tenga.
Asimismo, de nada sirve un poema
en el que rimen los fonemas,
concuerden los acentos
y la sílabas estén bien contadas
si al final éste no va a tener significado.
Entonces, es frustrante para el poeta
saberse las mil y un formas y maneras,
llámense éstas soneto, redondilla, quinteto o pareados,
y que no sea suficiente la inspiración
para tener algo que decir en la próxima composición.
Para una obra poética hay tantos temas:
puede cantársele al caballero que le hace honor a su emblema,
puede hablarse del amor sentido por cierta persona,
exponer las opiniones políticas,
denunciar todas aquellas acciones incorrectas,
llorar la muerte de un ser querido en una elegía
o alegrarse porqué alguien esté con vida;
puede otorgársele a alguien en una sátira muchas injurias,
dedicarle un himno a alguien de cuantiosa hidalguía,
indicar el gozo o el dolor que alguien o algo nos provoca,
comunicar los sueños que quieren verse cumplidos,
como támbien puede manifestarse aquello que nos causa fastidio...
En fin, puede de tantos temas tratarse
y tantos sentimientos en un poema pueden expresarse,
que es una verdadera pena
que haya veces donde se tenga la forma
y que no se tenga esencia alguna para ésta.
Y, aunque existan ganas para hacerlo,
sin sustancia no puede poesía escribirse,
de nada vale decir algo de modo hermoso
si las palabras no poseen algún trasfondo.