MIEDO

557 33 7
                                    

—¿Sí? Y como porque a la linda bastarda se le ocurre pedirle eso a alguien que la odia, sabiéndolo perfectamente —sus palabras descargaban ira y enojo. Sus gestos denotaban también emociones que no podía distinguir.

—Quizá porque si me muestras pequeños ataques de defensa, pueda matarte en un día de éstos —me crucé de brazos con mi tono sarcástico—, idiota.

—Pues entonces pídele ese "favorcito" a Sasuke, o mejor ve directamente con el que te trajo, —sonrió de manera aniquilante— si es que de verdad entrenas.

—Cuida tus palabras, patético geniecito. No estoy con humor de andar jugando a darte gusto.

—Quiero que te largues del laboratorio —dijo molesto—; una, me desconcentras, y la última es que yo no me contendría en matarte aun recibiendo un exhorto del señor.

—¿Y qué harás en este momento? ¿Matarme si no salgo? ¡Quiero ver que lo hagas de una maldita vez! —fruncí el ceño aferrándome a la idea de salir con él, sabía que no funcionaría nada para atacar a los dos.

—¡Largate de mi vista, sucia rata! ¡En este instante!

—¡He dicho que no! ¡¿Lo captas?! Deberías lavarte el cerebro en vez de tus inútiles manos —Kabuto no resistió ante mi comentario, fue acercándose a mi con un semblante amenazador. Antes de que pudiese sacar su arma, detuve su mano, de tal forma que quedara abajo todo el tiempo.

Quise llevar las cosas más avanzadas, así que procedí a tener que lidiar con Kabuto para poder "tentar" ó "manipular" al líder.

Él me miró fijamente. Pensé que su otra mano la utilizaría para atacarme, pero no fue así; sus instintos lo llevaron a algo que no pensaba que lo fuese a hacer. Besarme.

Sin dudar o sin pensar, correspondí con idiotez, pensando en que esto sólo era una de sus pruebas, dándole lugar a que debía de humillarlo.

Unos pocos segundos, ya estaba en contra de la pared que quedaba frente a la puerta, con un pequeño movimiento brusco sobre mis labios. No cesó.

Inconscientemente solté su mano para poder atraerle más al beso; el juego me atrajo. Sentí como el recorrido de sus caricias bajaron de mis hombros a mi espalda, y de ésta a mi cintura.

No me desagrado en nada, sin que yo pudiera hacer algo, sólo lo mantenía abrazado del cuello. Dos minutos continuos.

Aquella sensación de venganza recorrió cada rincón de mi cuerpo, al escuchar el chirrido de la puerta que indicaba que estaba abriéndose. Kabuto reaccionó, sin embargo, no le importó quien fuera. No se separó.

Un gruñido acompañado de un pequeño gemido de dolor, nos exaltó de tal manera que Kabuto lograra alejarse de mi, dejando ver el molesto semblante que su líder desenmascaró al ver una escena totalmente incómoda para él. Por fin, habló.

—Kabuto, explicame que diablos está pasando aquí —gruñó molesto. Tanto que desprendía rabia en cada palabra que pronunciaba, ¿habrá funcionado?

—Nada, sólo que he tenido una discusión con su discípula.

—¿Crees que un beso es una discusión de la cual yo te pueda creer? Has sido verdaderamente idiota al querer verme la cara, largo de aquí... ¡Ve por el exhorto y no vuelvas hasta que uno de mis subordinados vaya por ti!

—Pero señor... —antes de que pudiera respirar, los ojos ámbar del tipo, se encendieron de tal forma que pude sentir, hacía temblar a quién lo mirara directamente.

—¡He dicho ahora si no quieres que te mate en este mismo instante, ¿me has escuchado?!

Kabuto se fue, sin siquiera lanzarme aunque fuera una mirada de odio o disgusto. Al salir, me conecté con los ojos de su líder, como si pudiese apaciguar todo el enojo que traía consigo mismo.

Miedo, Sed y Placer |Orochimaru|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora