SED

366 20 6
                                    

*Capítulo únicamente relatado a visión de Orochimaru.

Dos meses después de aquel incidente la he entrenado lo suficiente volviéndola a su naturaleza violenta. Sasuke ha fracasado en todas y cada una de las batallas a muerte que ha tenido con Miyane.

Me deleita con su gran poder. Su cuerpo... ¡Toda ella es un éxtasis! ¡Una droga que me es imposible resistir! Miyane es mejor que el sexo que deseaba tener con ella.

Kabuto me había mostrado varios papeles que plasmaba la búsqueda desesperada de Miyane. Por supuesto nunca le avisé que Tsunade estaba preocupada por ella. Tres semanas atrás la dieron por muerta, ella se enteró por sí sola y desde entonces no ha querido salir de la habitación.

—Las sustancias SK-67 y MG-694 están terminadas, señor. —Kabuto inyectaba esas sustancias en el suero de mis voluntarios a probar.

—Gracias, asegúrate de que la sangre no se vuelva embalsamada. —salgo del laboratorio y me dirijo hacia el campo de entrenamiento, en dónde Sasuke se encontraba desesperado por perfeccionar sus técnicas. Me sorprendió ver a la pequeña mirándolo desde la copa de un árbol.

Su pecho subía y bajaba con rapidez, sudando levemente. Tenía una vista espectacular al verla desde el suelo. Por lo visto, Sasuke estaba entrenando con ella. Los dos tenían rasguños por la cara y en la ropa, Miyane era la menos afectada.

—Qué haces aquí, Orochimaru. —me acerqué a Sasuke una vez terminó de hablar.

—Vengo a darte la última ubicación de Itachi —le entrego el pergamino. Él no espera a abrirlo y sólo ensancha una sonrisa ladeada, llena de sed de venganza—. Si quieres puedes irte. Tu hermano te está esperando listo para morir.

No dudó en irse a cambiar y empacar lo necesario para matar a Itachi. Una vez se desvaneció de mi vista, miré a Miyane quien apenas iba bajando.

Demonios... Se ha vuelto mucho más sensual desde que la ví.

—Ve a curarte. No quiero que esa linda carita se llene de cicatrices.

—No necesito tu opinión. —reclamó sin siquiera detenerse a hablar conmigo.

—Por favor, deja se portarte como una niña. Ya ha pasado tiempo desde tu incidente.

—No te daré el gusto de verme la cara, Orochimaru. Ya no me importa, sí te importa me voy.

Sin darme tiempo de contestarle me dejó para meterse al refugio y seguido, a mi habitación.

¿Pero qué estaba haciendo?

No le dí importancia y me dirigí al laboratorio para analizar mi último proyecto que tendría marcha dentro de unos pocos meses.

Habían pasado más de nueve horas y seguía analizando el último químico que me faltaba agregar. Froto mis sienes con las yemas de mis dedos. Repaso una y otra vez mis ingredientes. Pero me es difícil.

—¿Estás estresado? —Miyane estaba detrás mío con su barbilla en mi hombro.

—No te incumbe. Tienes prohibido pasar.

—Vamos. —me hace estremecer con su voz que suaviza. A la vez suena incitadora y exquisitamente "inocente".

—No, vete o yo mismo te aventaré fuera de aquí. —anhelaba que se quedara conmigo. Por supuesto ese deseo se desvaneció cuando ella se iba maldiciendo en voz baja. Sabía que estaba fingiendo, sin embargo me encantaba como todos y cada uno de sus intentos eran en vano.

Pasada las dos de la madrugada decidí irme a dormir. Un ruido proveniente de la habitación de Suigetsu llamó mi atención y decidí tomar el atajo más largo a mi cuarto para saber que diantres hacía. Siento como la sangre me hierve al escuchar chasquidos. ¿Es que acaso no entiende?

—¡Oh, Miyane! ¡Sigue! —mis sospechas me enojaron aún más. Suigetsu demostraba el placer que la boca de la pequeña le entregaba.

—¿De verdad quieres más? Sólo cállate o alguien podría escucharnos. En especial Orochimaru.

—Siguelo haciendo, él ya debe estar dormido al igual que todos.

—Bien, sólo guarda nuestro secreto.

Y una vez más se escuchaban los gruñidos de Suigetsu y el sonido de como esa zorrita le hacía una felación. Me ví en la necesidad de retirarme y buscar a Tayuya. Era estúpido lo que iba a cometer, pero sin duda necesitaba quitarme todo el coraje que en mi interior se había acumulado.

[...]

Miyane y yo teníamos que ir por el último ingrediente. La madrugada de ella sin duda fue diversión, pero lo mío, ha sido un poco más práctico.

—¿Por qué me pediste que viniera? Siempre se lo pides a Kabuto.

—Oh, me quiero evitar que vayas detrás de Suigetsu —sus mejillas enrojecen de enojo inmediatamente. No le gustaba la idea de que la haya descubierto.

—No sé de qué estás hablando.

—Olvídalo, Miyane. No importa en absoluto —un silencio nos azotó mientras caminabamos a nuestro destino. Ahora yo me sentía mejor que nunca. El polvo rápido con Tayuya de verdad me ayudó. Estaba relajado pero no lo suficiente. Nadie era suficiente para mí.

—Estaba hablando con Tayuya en la mañana —me saca de mis pensamientos mientras le miro de reojo. Se veía molesta— y me dijo que... Tú y ella...

Río. Al fin lo sabía y tenía un tema interesante de que hablar.

—¿Ya te lo dijo? —una vez más, se molesta pero le es imposible ocultarlo.

—¿Por qué lo hiciste? —me interroga gritando. Yo solo me divierto con ese semblante que nunca pensé yo pudiera ocasionar en ella.

—Yo hago lo que quiera con quien quiera.

—Eres un cerdo.

—Te recuerdo que por lo menos Tayuya se atreve a abrir las piernas sólo conmigo, mientras que tú Miyane, ya te has ido con Kabuto y ahora estás de puta con Suigetsu metiéndote a la boca hasta lo que no.

Mis palabras suenan crueles y afiladas, puesto que sus ojos inmediatamente se enrojecieron una vez terminé de hablar.

—¿No es esto tan genial, Miyane? Tú tratando de llamar mi atención acostándote con mis subordinados mientras que yo, sólo espero y obtengo lo que quiero. Es mejor que tener SED de venganza, ¿No crees?

Miedo, Sed y Placer |Orochimaru|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora